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DICIEMBRE 2005

EL PENSADOR

FERNANDO TRIAS DE BES
-Economista-

FERNANDO TRIAS DE BES

Dedica muchas horas del día a pensar, su actividad favorita. Un día escuchó en la radio una frase que pronunció Rosa Regàs cuando recogía el premio Planeta: "Con este dinero voy a poder comprar el único bien personal que de verdad deseo: tiempo". A partir de ahí y con mucho ingenio e imaginación creativa, Fernando Trías de Bes escribió "El vendedor de tiempo"(Empresa Activa), una profunda reflexión sobre nuestro bien más preciado, el tiempo.
O mejor dicho, la libertad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Al final, tenemos problemas muy graves que tienen soluciones muy sencillas, lo que ocurre es que las cosas obvias, son obviadas"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Siempre me digo que la realidad que tengo delante es así porque se ha ido configurando de esa manera pero también podría ser de otra"

Texto: Mariló Hidalgo
Foto: 
©Vicens Giménez


Esta es la historia de un tipo corriente que vivía en un sitio aleatorio y que como la mayoría de los españoles, trabajaba mucho y duro para hacer frente cada mes a la descomunal hipoteca que tenía firmada. Su vida sólo giraba en torno al trabajo, no tenía tiempo ni para su mayor hobby: estudiar el sistema reproductivo de las hormigas de cabeza roja. Como decimos todo era insatisfacción y monotonía, hasta que un día decide hacer un balance de su vida. Apuntó por un lado todos los bienes que poseía y por otro, lo que debía. La terrible conclusión a la que llegó es que -casi sin darse cuenta-, había hipotecado su vida. Había "vendido" su tiempo al sistema -los 35 años que tardaría en pagar la hipoteca-, y en cambio el sistema no le debía nada a él. "¡Ay, si fuera dueño de mi propio tiempo!"... exclamó.
El economista Fernando Trías de Bes, coautor con Alex Rovira del libro "La Buena Suerte", nos invita a reflexionar sobre el sistema, sus exigencias y los valores realmente importantes en la vida.

-Parece que nos hemos acostumbrado a escuchar por la calle frases como "me gustaría tener tiempo para pasear, hacer deporte, leer o charlar más con mis hijos"... ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
-Sin darnos cuenta. Ha existido una cierta complejidad en cuanto a las actividades que nos vamos auto imponiendo. Hemos conseguido prosperidad, abundancia y recursos e invertimos todo esto en ocio. Para ello se nos oferta un amplio mercado y la presión de esta oferta acaba ejerciendo una presión también sobre el individuo. El tiempo libre se ha convertido en algo que ha de llenarse con gasto, con dinero. Al final ese tiempo para leer, pasear, pensar o charlar se ha ido sustituyendo por un ocio que cuesta dinero. Dentro de este diseño, el individuo cada vez está más aislado de sus congéneres, cosa que antes era impensable.

-A todo esto habría que añadir el dato del alarmante nivel de endeudamiento de las familias españolas...
-La primera pregunta para hacerse es, ¿el individuo desea esto? La respuesta es: no. Sí se quiere una vivienda, pero no el nivel de esfuerzo que se le está requiriendo al ciudadano por ese bien de primera necesidad. Otra pregunta sería, ¿cómo hemos llegado a esta situación donde un bien básico está costando una cantidad tan brutal, no de dinero, sino de tiempo para conseguir ese dinero? Porque al final lo que en realidad se establece es un compromiso para trabajar toda la vida para poder pagar ese bien. Y esto es algo que no se desea y sin duda se tendrá que corregir. Cuando la demanda quiere algo, tarde o temprano la demanda reacciona y lo corrige.

-¿Y para cuándo esa revolución del ciudadano? ¿Qué crees que tendría que ocurrir para que esto tuviese lugar?
-Creo que ya ha empezado. Están teniendo lugar cambios sobre todo en la gente joven que se incorpora al mercado de trabajo y exige una serie de condiciones. Por eso hay ahora empresas que están introduciendo las medias jornadas, sistemas más flexibles. O lo hacen o se les va la gente buena y competente. Hombre, no es una revolución tan drástica como la de mi libro, pero sí se está produciendo en muchos frentes. Ese tiempo de demanda de corrección ha empezado, aunque es un proceso lento y queda mucho recorrido.

-¿Y qué hace el sistema con el tiempo que roba al ciudadano?
-Lo transforma en valor. El tiempo del individuo en horas de trabajo no deja de ser un recurso productivo y el tiempo del individuo en forma de consumo, no deja de ser un elemento de demanda. Así que lo que hace con el tiempo del individuo es transformarlo en parte de la cadena de valor desde un punto de vista económico.

-¿Se podría decir que poseer tiempo es poseer poder?
-Sí. Existe una definición de poder que me encanta y tomé de un libro de David Anisi, catedrático de la Universidad de Salamanca, según la cual el poder es el cociente entre el tiempo que obtienes de los demás y el tiempo propio que debo emplear para obtenerlo. Esa para mí es una definición de poder, clarísima. Tener poder es poseer el tiempo de los demás.

-Un individuo que llegase a controlar su tiempo, a disponer libremente de él... ¿no supondría una amenaza para el sistema?
-En el sistema actual tal y como está concebido, sí. Pero se crearía otro sistema. En el libro soy muy provocativo, pero en la realidad las cosas no se hunden como pasa allí, sino que se corrigen. Sin duda asistiríamos a una nueva forma de organización entre ciudadanos, seguro.

-¿Hacia dónde iría encaminada?.
-No lo sé. Es muy difícil adivinarlo. Dependería de cómo se articulase esa propiedad sobre el tiempo. Quien es dueño de su tiempo no se conforma con no hacer nada, sino que toma control del tiempo que quiere dedicar al trabajo y selecciona aquellas cosas que de verdad le llenan en base a una jerarquía de valores. No se cargaría con lastres que condicionasen su vida.

-Comentas en el libro que se necesitaba urgentemente una utopía para reemplazar a las que se han ido perdiendo. Aseguras que existe una crisis de utopías. ¿Cuáles propones?
-La principal utopía a la que nos enfrentamos ahora es de alguna forma unificar mercado y valores sociales, no bursátiles, sino morales, éticos. Creo que hay un alejamiento claro de la espiritualidad en Occidente y que ahí queda un vacío donde el mercado está copando tiempo al individuo. La utopía sería conseguir fórmulas o mecanismos que integrasen dentro de los mercados el sentido que se quiere dar a la existencia, a la sociedad. El poder -a medida que formamos parte de una sociedad de intercambio-, contribuirá a un mundo mejor de una manera que lo implique al mismo tiempo. Es una utopía en la que ya hay gente trabajando.

-Ese espacio espiritual del que hablas tampoco lo están llenando las religiones...
-Es obvio que las religiones también están sufriendo sus crisis pero las personas siguen buscando y se siguen haciendo preguntas existenciales, sobre ética, sobre moral... y ese espacio que antes llenaba la religión ahora se busca en otras áreas.

-¿Has conseguido tener tiempo para hacer lo que realmente deseas?
-Bastante, pero no todo. Estoy en la misma tesitura que planteo en el libro. Consigo dedicar un tiempo en la semana a escribir, que me encanta. Afortunadamente los fines de semana consigo no trabajar. Llego a mi casa todos los días no más tarde de las ocho, que está muy bien. Pero también dispongo de horas de actividad que tengo que dedicar a cosas que no son las que a mí me gustaría hacer.

-En tus libros haces reflexiones muy lógicas y profundas. Una curiosidad, ¿cuánto tiempo dedicas a pensar al cabo del día?
-La mente la tengo bastante viva, me gusta mucho reflexionar, sobre todo cuestionar, tantear... Siempre me digo que la realidad que tengo delante es así porque alguien la ha ido diseñando o se ha ido configurando de esta manera concreta, pero podría ser de otra forma. Todo puede cambiar. El pensar es algo innato en mí que por cierto me llena bastante. No sé cuantas horas pero sí que es bastante continuo.

-¿Qué harías con el famoso frasco de los cinco minutos de libertad?
-Un ratito de lectura.

-¿Has pensado alguna vez qué representa la muerte dentro del tiempo total de nuestra vida?
-He pensado muchísimo en la muerte. Vamos a ver, la muerte es el final de la vida desde el punto de vista metafísico. En relación al tiempo para mí sólo hay esto: es lo que detiene el cronómetro desde el punto de vista existencial. La otra reflexión es si la muerte ayuda a dar un sentido a ese tiempo de vida, o no. Personalmente creo que sí. Si piensas en tu vida como que nunca acabara, seguro que empezaría a no tener sentido y acabaría siendo agobiante, y mira que a mí me encanta la vida. La muerte, aunque sea duro aceptarlo, da un sentido clarísimo al hecho de vivir.

-¿Y no podría ser la muerte algo así como un "corte de mangas" al sistema?
-El sistema no es algo tan ajeno al individuo. ¿Sabes por qué utilizo el símil de las hormigas de cabeza roja? Aparte de que tiene broma y es jocoso, tiene un motivo muy claro. La hormiga la utilizo porque parece que poco puede influir sobre el hormiguero. Falta una y parece que no afecta al conjunto. No creo que la muerte sea un corte de mangas al sistema porque el sistema es un poco el resultado de lo que todos hacemos. Aunque sea una utopía y uno solo parece que no cambia el sistema, la verdad es que entre todos al final, sí se consigue. Yo creo que el sistema es lo que nos merecemos por cómo nos gestionamos.

-Tus planteamientos y reflexiones son sencillos y parecen dar solución a cuestiones que a priori tienen apariencia de complicadas. ¿Crees que eso forma parte del engaño donde lo aparentemente complicado resulta ser muy sencillo de cambiar?
-Has dado en un punto clave y te felicito por la agudeza de tu observación. Es cierto, al final tenemos problemas muy graves que tienen soluciones muy sencillas, lo que ocurre es que las cosas obvias son obviadas. Lo sencillo a veces es muy complicado.

-¿Has sabido sacar provecho a tu "buena suerte"?
-Sinceramente, no me planteo demasiado si tengo o no tengo suerte. Soy de las personas que creo que lo que obtengo es por lo que hago, tanto para bien como para mal cuando me equivoco. Lo que me sucede me lo tomo como punto de partida para lo próximo donde quiero ir. Mirar hacia atrás es quedarse anclado y parado. Ante una situación siempre me pregunto, ¿y ahora, qué es lo que quiero? Intento vivir y aprovechar lo que me ofrece la vida. Lo vivo, procuro canalizarlo de manera adecuada, intento ponerlo en su justa medida, lo disfruto y continúo mi camino sin detenerme. Tengo una actitud optimista ante la vida. El cambio, como la buena suerte, está en las manos de cada uno. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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