Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 

 

EL ARBOL DEL BUHO

 

 

Ellos están también prisioneros, prisioneros de una historia que un día les contaron, prisioneros de su papel de fuertes, de dominadores, de poderosos, de emisarios de "dios".

 

DICIEMBRE 2005

buho.jpg (22462 bytes)
LOS HIJOS DE EVA
POR ELENA G. GOMEZ

Estabas sentado al final de la barra del bar. Escondido tras una jarra de cerveza observabas cuanto te rodeaba. Estabas solo, te gustaba la soledad, hace tiempo que habías aprendido a convivir con ella y se había convertido en tu amiga, en tu confidente.
A pocos metros de ti se encontraban tres chicas jóvenes sentadas a una mesa. Hasta ti llegaban sus risas y comentarios. Tú, con disimulo las miraste y viste que eran muy jóvenes, demasiado jóvenes para la conversación que estaban manteniendo. Ellas ironizaban y se burlaban de los chicos y de su poca capacidad para hacer el amor, por decirlo de una forma delicada.
Pidieron otra ronda de cervezas y su conversación aumentó de volumen y de intensidad. Ahora ya no sólo juzgaban a sus "chicos", ahora se metían con todos los hombres insultándoles, llamándoles débiles, acojonados, niñatos, y entre risa y risa, y jarra y jarra de cerveza se fijaron en ti y pronto te convirtieron en la diana de sus estupideces.
Por un momento estuviste tentado de acercarte a la mesa y decirles que eran unas niñatas estúpidas, pero eso era tanto como reconocer sus tonterías y su ignorancia, así que pagaste y saliste del bar.
Te fuiste paseando tranquilamente, pensando en aquellas niñas, porque en realidad eran eso, unas niñas, pensando cómo todo se estaba degradando, cómo unas niñatas estaban pisoteando el esfuerzo de muchas mujeres, auténticas mujeres que habían luchado contra una sociedad machista, una sociedad que durante muchas generaciones las había despreciado, mujeres que habían dejado claro que la mujer es digna sencillamente por ser mujer y que su capacidad es muy superior a lo que ellas mismas creen.
Pensaste que lo que estaba empezando a ocurrir quizá fuese un fenómeno inevitable, y que las hasta ahora esclavas pasasen a ser las dueñas, y los dueños, los esclavos. Pero muy dentro de ti esperabas que no fuese así, y confiabas en que la mujer supiera ver en el hombre lo que realmente es, un ser que necesita de su apoyo para dar un salto a otra dimensión. Porque sabías que en realidad ellos están también prisioneros, prisioneros de una historia que un día les contaron, prisioneros de su papel de fuertes, de dominadores, de poderosos, de emisarios de "dios".
Seguías caminando muy despacio y pensabas que quizás ahora más que nunca se necesitaba que esas mujeres que antes habían luchado por la igualdad, ahora lucharan por educar a la propia mujer, o por lo menos educar a sus herederas, unas herederas que tienen la responsabilidad de no caer en el mismo error de los hombres, de no creerse superiores, de no apartar sino de enseñar, porque no dejaría de ser absurdo que ahora las mujeres pretendiesen que los hombres fueran como ellas querían, porque eso significaría que realmente ellas tampoco habrían salido de ese juego absurdo que mantiene enfrentados al hombre y a la mujer, significaría que ellas tampoco son capaces de ver que sólo juntos se puede construir un futuro distinto.
Futuro, un futuro que ya está escrito, un futuro en el que el hombre tendrá que aprender a soñarse.
Y empezaste a soñar al hombre, y te imaginaste a un hombre fuerte que no tiene la necesidad de competir con los demás hombres para demostrar que él es el más fuerte. Que no necesita sentirse por encima de los demás, sino junto a los demás. Que no desconfía de los otros, sino que camina con los otros. Un hombre mentalmente fuerte. Un auténtico guerrero que deja sus armas y que ya no lucha por poseer, por dominar, por controlar, sino por ser un nuevo guerrero, un guerrero que desea conquistar otros espacios, los espacios de su mente.
Y soñaste a un hombre capaz de decir lo que realmente piensa, capaz de manifestar sus sentimientos, capaz de ser sensible. Un hombre que siempre se siente niño, y que se siente confiado porque cree en su padre.
Un hombre que se siente responsable de su vida y respetuoso con la tierra.
Que se siente eternamente un alumno y que quiere y necesita aprender y descubrir todos los secretos de la vida, de la existencia.
Un hombre sin fronteras, sin razas, sin separaciones, porque en realidad sabe que es parte de un todo, de un universo, de un infinito.
Y cuanto más lo soñabas más difícil te resultaba separarlo de la mujer, tal vez porque en el futuro, en ese futuro que se acerca, el hombre y la mujer, la X y la Y, de esa cadena que llamamos genética, son uno.
Elevaste tu mirada y entre los edificios viste cómo una estrella fugaz cruzaba el cielo. Y una vez más sentiste que en realidad todo forma parte de un viaje, de un largo e infinito viaje que se llama evolución.
Llegaste a tu destino, abriste la puerta y desde el fondo oíste una voz que te decía... ¡Buenas noches Adán...! ∆ 

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA