Tierra
Caminas consciente de que sólo puedes llegar si mantienes la mente fija en
el objetivo. Un paso, otro paso, encontrando tu propio ritmo, el ritmo que
te hará caminar en la senda de la vida, el ritmo que te llevará a metas que
ahora no puedes ni siquiera imaginar.
No te detienes aunque el camino algunas veces traiga dificultades, porque
sabes que cuando las superes te sentirás mejor, más tú.
Asciendes, y con cada ascenso ves más, conoces más, descubres más, y por
ello te sientes infinitamente pequeño, perdido en toda la majestuosidad que
te rodea, que se eleva sobre ti, y cuanto más alto estás, más formas parte
de todo, hasta que la piedra y tú sois uno, hasta que te pierdes y te fundes
con lo que te rodea, entonces comprendes que desde tu infinita pequeñez
también puedes sentirte parte del todo y en ese todo sentirte grande.
Pequeño y grande a la vez, así es como quieres sentirte cada segundo de tu
vida.
Agua
Sumergido en la profundidad del mar piensas qué mundo tan maravilloso se
abre ante ti.
Un mundo de silencio, de color, de movimiento.
Un mundo desconocido y misterioso.
Un mundo que tiene su propio precio, el tiempo, y que te concede tan sólo
unos instantes en los que puedes ser uno con él y con él, sentir que tu
cuerpo es ligero, sentir que no posees nada, que nada te aprisiona, que nada
te encadena.
Abres tus manos y entre los dedos se escapan todas aquellas cosas a las que
tú habías dado tanta importancia. Cierras la mano para agarrarte a alguna
pero no puedes, ellas se marchan, se marchan porque son efímeras, irreales,
fruto tan sólo de la ilusión, una ilusión tejida en los tiempos, una ilusión
que desvirtúa la realidad.
Sumergido en la profundidad del agua comprendes que la verdad de lo que ves
no está en su reflejo sino dentro, mucho más dentro, y que para poder
descubrirla tienes que sumergirte en ella.
Sin dejarte confundir por la apariencia de las cosas, de las personas, de
las situaciones, y entrando en la profundidad de todo cuanto te rodea, así
es como quieres vivir cada segundo de tu vida.
Aire
Sueñas que vuelas porque sientes que vuelas.
Vuelas con tu mente por el espacio que creías estaba vacío cuando en
realidad está lleno de vida, lleno de esferas que, como tú, se creían solas.
Esferas que forman parte de un todo porque son el todo también.
Esferas de color y sonido, esferas que se entremezclan, chocan, se
superponen, mundos que están dentro del mundo, un mundo por descubrir.
Sueñas, vuelas y descubres lo que eres, descubres que eres mente, una mente
que forma parte de la mente y que contiene dentro de sí todo cuanto necesita
para vivir, para experimentar, para crear.
Y con tu mente te mueves en el tiempo y descubres que en realidad no existe,
que puedes viajar al pasado de tus recuerdos, que puedes crear tu futuro,
porque todo está en tu mente.
Eres un soñador, hijo de un soñador, parte de un soñador, y soñando cada
día, cada instante, así es como quieres vivir cada segundo de tu vida.
Fuego
Regresas a tu origen. Te sientes en el vientre de tu madre, eres una forma
diminuta que flota en un universo, tu universo, su universo.
Y a pesar de ser tan pequeño sientes como si el peso de tus vidas estuviera
concentrado en un punto que se mueve en tu interior, un punto que late y que
tiene vida propia.
Un punto centro que te mantiene unido a otro tiempo, a otro estado, y que te
recuerda que eres eterno, que eres más, mucho más que un trozo de carne.
El punto centro late, tiene vida, tiene sonido, el sonido de los
antepasados, el sonido de la vida que nunca se detiene, aquella que va más
allá de nuestro entendimiento, aquella que te hace sentir que siempre fuiste
tú, aunque hayas tenido muchos tus.
Un sonido que te hace comprender que tu vida es una sucesión de vidas, y que
todas ellas están enlazadas entre sí.
Un sonido que te hace valorar cada instante de tu vida, porque cada vida es
la suma de muchos pequeños instantes.
Un sonido que te hace comprender que no vas, sino que regresas, que no
aprendes, sino que recuerdas, que no naces, sino que renaces.
Renaces en cada persona que te rodea cuando sabes entrar en su interior,
despojarte de tus prejuicios, de tus gustos, de tus ideas y la ves tal y
como es.
Renaces cada día de tu vida, porque cada día es una nueva oportunidad para
soñar, para crear, para subir por encima de ti.
Renaces de la tierra, porque eres tierra, eres madre, padre e hijo, eres
creador y creado.
Renaces del agua, porque eres como el agua que se mete por todos los
rincones de la vida.
Renaces del aire, porque eres aire y te mueves por el espacio infinito de la
mente.
Renaces del fuego, porque eres eterno. ∆