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ABRIL 2005
El mito de
la España Católica (II)
EL
MITO
DE LA ESPAÑA
CATOLICA
Texto: Carolina
Fernández / Fotos: Fusión
U n día sí y otro también el tema
de la Iglesia está en primera página. Su progresiva y evidente pérdida
de poder y de influencia en la calle pone nerviosa a la jerarquía y les
impulsa a decir cosas fuera de contexto y que además revelan su talante
autoritario y despótico, fruto de muchos años encumbrados en el poder,
creyéndose los intermediarios divinos entre un Dios que nadie acaba de
comprender del todo y unos hombres que bastante tienen con sobrevivir a
los avatares de la vida cotidiana.
Y la realidad es que mucho se habla de la Iglesia y del catolicismo,
pero fuera de los ritos religiosos, más tradición que auténtica fe, el
católico practicante es una rara especie en vías de extinción. Así lo
dicen las encuestas, así lo dice la calle, y así lo aseveran los templos
casi vacíos, las vocaciones casi extintas y, sobre todo, la reacción
popular contra unas ideas, unos valores, que chocan contra toda lógica
humana y que cada día cuentan con más detractores.
El tema de la Iglesia, su historia, sus verdades y sus mentiras, da para
mucho, y no hizo más que empezar. Al fin y al cabo estamos ante un
derrumbe contemplado en las profecías, una caída que tiene mucho que ver
con la evolución mental de los ciudadanos, con la búsqueda de nuevos
caminos espirituales y con el derecho a disponer libremente de la
libertad de cada uno, sin vivir permanentemente bajo la amenaza del
pecado como si fuéramos delincuentes escapados del "paraíso".
El hombre es libre por diseño y por naturaleza, y no necesita
intermediarios para conectar, sentir, interpretar o amar a su Creador.
Todo ello es algo personal, muy personal y muy interno, nadie ni nada lo
puede sustituir.
Pretendemos con este reportaje llamar a las cosas por su nombre y, sobre
todo, poner en tela de juicio la legalidad de una institución que se
autoproclama de origen divino, pero que tal origen ofrece muchas dudas.
Luego, que cada uno, libremente, saque sus propias conclusiones.
Más
del 80% de españoles se declara católico en las encuestas, pero a la
hora de la verdad, una inmensa mayoría no sigue los dictados del
Vaticano, no cumple con sus preceptos y sigue los rituales más por
costumbre que por fe. Entonces ¿por qué seguimos pensando que España es
un país católico?
H ace cincuenta años se declaraban católicos el 98% de
los españoles. Hoy esa cifra se ha reducido al 82% (CIS, 2002). Sin
embargo, es una cifra aparente. Sólo un 19% cumple con la principal seña
de identidad de la comunidad católica: la misa semanal. Otros se
desmarcan claramente de lo que establece la Iglesia en temas tan
polémicos como el aborto, los anticonceptivos, las relaciones
prematrimoniales o la homosexualidad, entre otros. "En cuestiones
como el matrimonio gay la Iglesia se queda sola, por no hablar de
patrones en la moral sexual, que para la mayoría de la sociedad resultan
totalmente incomprensibles" afirma Antonio Gómez Movellán, miembro
de la asociación Europa Laica.
Que la institución no atraviesa un buen momento, es evidente. La
sociedad avanza deprisa, mientras que lo que viene de Roma mantiene
posturas estáticas contra viento y marea. Eso pasa factura, para
empezar, en el número de católicos fieles a las doctrinas tal cual se
exportan del Vaticano. Se origina así un curioso fenómeno que describe
el sociólogo Alberto Moncada en su libro "Religión a la carta", y es que
las personas interesadas en practicar o creer en algo trascendente
confeccionan su propio "menú", eligiendo retales de un lado y de otro,
en función de su propia conveniencia y de su personal concepción de la
vida: "Hay católicos que creen en el cielo pero no en el infierno.
Hay católicas que van a misa y se casan por la Iglesia pero usan
preservativos e interrumpen sus embarazos". Y eso en un marco de
apertura y libertad, es decir, sin sentimiento de culpabilidad por estar
'errando el camino', algo que para el sociólogo Moncada es un signo de
la madurez de una sociedad que no acepta la imposición. El pecado tiene
un ámbito cada vez más reducido en las conciencias de los españoles, que
no ven problema en declararse católicos, y luego, en la vida cotidiana,
distanciarse de la moral que impone la Iglesia. "Hay temas en la vida
social y política española, como los anticonceptivos, que ya no son ni
siquiera un debate. Es algo que la Iglesia católica perdió. Ellos siguen
insistiendo, pero saben que están predicando en el desierto más
absoluto", comenta Antonio Guirado, presidente de Gais Positius.
"Muchos de nuestros contemporáneos contemplan a la Iglesia como una
institución anquilosada y aferrada a su propio pasado. Esta sensibilidad
no es ajena a miembros de la misma Iglesia" |
Los jóvenes universitarios tienen una baja valoración de la Iglesia
católica y no les ofrece confianza. Le dan una nota baja: 2,9 según una
encuesta realizada por Metroscopia para la Fundación BBVA. La sensación
en la calle es que la Iglesia se ha quedado atrás. No comprende los
cambios que se producen en la sociedad y se encierra en unos
planteamientos inmovilistas y anacrónicos que hacen que se distancie
cada vez más de lo que se vive en la calle. "Básicamente el problema
es que la sociedad española es una sociedad plenamente secularizada,
laica, que ve como intolerables las intromisiones de la Iglesia en temas
morales y se cuestiona si realmente hay que financiar una Iglesia o si
debemos de tener una Iglesia de tipo cuasi oficial", comenta
Movellán.
Muchos, dentro de la misma Iglesia, son conscientes de la distancia,
cada vez más grande, que separa lo que se decide y se gestiona en los
despachos de la institución, de la realidad cotidiana que viven las
personas. "La Iglesia sabe que juega en contra de la sociedad
-continúa-, que su peso no es el que tenía antes. Lo que busca, puesto
que ya no puede tener una influencia social muy amplia, es extender unas
redes de asistencia social o educación, que actualmente abarcan a 8 ó 9
millones de personas. La batalla de la influencia social ya la dan por
perdida". Recientemente una pastoral de los obispos del País Vasco y
Navarra admitía, en un ejercicio de autoanálisis, la debilitada posición
de la Iglesia. "El presente es crudo; el futuro es sombrío", así
resumen una situación a la que se ha llegado, en palabras de los mismos
prelados, por la mediocridad de los cristianos, los escándalos de
personas y grupos eclesiales, la visión corta de sus pastores y la falta
de valentía para las renovaciones de calado. "Es duro comprobar la
apatía religiosa de muchos creyentes, el rechazo de numerosos
increyentes y los problemas que unos y otros tienen con la Iglesia". Se
trata de una ruptura cultural sin precedentes. Salvo para una minoría de
cristianos que permanecen fieles a su Iglesia, la inmensa mayoría se
mantiene gracias a la pervivencia de algunos ritos, más fundamentados en
la costumbre que en la fe. Bodas, bautizos, comuniones, funerales. Son
rituales de paso que se celebran la mayor parte de las veces por la
inercia de la tradición, no por convicciones profundas. "Si se te
muere una persona ¿Qué vas a hacer? Pues un funeral. Cuando nace un
niño, salvo algunas pocas parejas que dicen que ya decidirá cuando sea
mayor, acaban bautizándolo. Y seguirá habiendo bodas mientras sea una
ilusión de la mujer el ir de blanco y oler a incienso. Es un asunto de
pura costumbre que no sucede sólo en España" afirma Alberto Moncada.
"Muchos de nuestros contemporáneos contemplan a la Iglesia como una
institución anquilosada y aferrada a su propio pasado. Esta sensibilidad
no es ajena a miembros de la misma Iglesia", reconocen los cinco
obispos que firman el documento.
"La tradición de confesionalidad está perdiéndose, ya sólo está en los
sectores religiosos más duros. En un par de generaciones esto se lo ha
llevado el viento". Alberto Moncada |
La Iglesia, pues, pierde poder y presencia social. El obispado, antaño
un importante centro de poder provincial, es hoy sobre todo un órgano
gestor que procura mantener el difícil equilibrio entre el dictado de la
jerarquía y la realidad que sus fieles viven cotidianamente.
Tradicionalmente tuvo en nuestro país la exclusiva de la espiritualidad.
Ya fuese por convicción personal o por imposición cultural, la realidad
es que durante décadas España fue la "reserva espiritual de Occidente",
definición de cuño franquista que resume una época de estrecha relación
entre el Estado y la Iglesia que todavía hoy no se ha superado del todo.
"No es que España fuera católica, sino que estaba obligada a ser
católica, que es diferente -explica Antonio Guirado-. Y además bajo pena
de ser excluido de la sociedad. Los homosexuales hemos padecido prisión
hasta finales de los setenta. Y esto no era sólo porque el dictador
fuera malo, sino porque además era católico. La Iglesia jamás dijo que
aquello fuera injusto". Actualmente el abanico se ha abierto, y la
Iglesia Católica tiene que competir en un mercado más amplio, con otros
dioses tanto espirituales como materiales. Según la cifras de la Iglesia
el 97% de los españoles están bautizados. La asociación Europa Laica no
se cree este dato. En las últimas encuestas de CIS sobre religiosidad en
España el número de españoles indiferentes rozaba el 39%. Si sumamos los
indiferentes, los no practicantes y los ateos nos acercamos al 70 %. Y
la cifra es aún mayor entre la población joven. Según una reciente
encuesta realizada por la Fundación BBVA, los universitarios creen que
la Iglesia está anticuada en temas sexuales. Los jóvenes aprueban la
vida en pareja sin casarse, la reproducción asistida, el matrimonio
homosexual, la adopción por parte de homosexuales, la eutanasia, el
aborto, la maternidad o paternidad sin pareja estable. Aunque un 45% se
declaran católicos, apenas un 11% pisa la Iglesia una vez al año.
En las últimas encuestas de CIS sobre religiosidad en España el número
de españoles indiferentes rozaba el 39%. Si sumamos los indiferentes,
los no practicantes y los ateos nos acercamos al 70 %.
Con estas cifras, el sacerdocio no parece una ocupación con futuro. El
número de sacerdotes se ha reducido en más de un 30% en los últimos
cincuenta años, y la edad media del clero español ronda los 65 años. La
Conferencia Episcopal admite que actualmente cuentan con un número de
seminaristas bastante menor que hace veinte años, una realidad que
asumen con preocupación, pero "también con esperanza". El número
de alumnos en seminarios mayores ha ido descendiendo progresivamente en
las dos últimas décadas, "aunque lo importante -puntualiza un
portavoz de la Conferencia Episcopal- no es el número, sino el tipo
de jóvenes sanos y buenos que tenemos, y que este deseo de servir a la
Iglesia sigue existiendo entre los niños y jóvenes de nuestras
comunidades cristianas". Este deseo tiene cifras. En el curso actual
ingresaron en los seminarios mayores un total de 281 nuevos alumnos en
toda España, la cifra más alta en los últimos diez años. Con ellos se
contabiliza un total de 1524 alumnos preparándose para un posible
sacerdocio. En algún momento se dijo que había seminarios que empezaban
el curso sin seminaristas, pero la Conferencia Episcopal no ratifica
este punto. Tampoco ven problemas en el horizonte para poder atender
convenientemente las parroquias, debido a la sequía de sacerdotes.
"También los laicos tienen una función importante. Muchas veces el
sacerdote tiene que hacer funciones que perfectamente podría hacer un
laico o un seglar comprometido con la parroquia, de modo que de momento
no se contempla ese problema".
En palabras del Ministro de Justicia López Aguilar, no existe otro país
en el mundo donde haya una financiación tan generosa con cargo a los
presupuestos del Estado. |
La Iglesia española es muy conservadora, posiblemente una de las más
reaccionarias de Europa. En España, durante los ocho años de gobierno
del Partido Popular vivió un cómodo periodo de complicidad con las
instituciones. La política del gobierno, afín a los valores que defiende
la Conferencia Episcopal, favoreció en muchas ocasiones los intereses de
la Iglesia. Coincidieron con facilidad tanto en objetivos como en
métodos. "Cuando ganó el PSOE -comenta Antonio Gómez Movellán-
la Iglesia, que fue tan dependiente del PP, estuvo durante todo un año
jugando a la desestabilización del triunfo electoral. El medio más
utilizado ha sido, como sabemos, la cadena COPE. Ahora parece que ya
está remitiendo, porque la Iglesia, lógicamente, siempre tiende a pactar
con el gobierno establecido. La reunión que recientemente se ha
mantenido con la vicepresidencia va en este sentido: limar asperezas y
mantener en definitiva el status quo".
Y es que las relaciones con el gobierno socialista tienen otro cariz.
Uno de los primeros pasos del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero
fue romper una de las leyes más mimadas por la anterior legislatura, La
ley de Calidad de la Enseñanza, atendiendo el clamor de una gran parte
de la sociedad, además de poner en marcha otras medidas que se refieren
a otros tantos temas que hacen saltar los fusibles de la jerarquía, como
el divorcio, el aborto, o la nueva ley de matrimonios, que proporciona
igual estatus legal a las parejas del mismo sexo, y que ha sido muy bien
recibida por amplios sectores de la sociedad. Además, el Gobierno ha
reconocido que la Iglesia Católica recibe en España un trato preferente
y promete que el tema será sometido próximamente a revisión, aunque no
se han fijado fechas. Se hablará, por supuesto, de la financiación, uno
de los puntos más delicados y que más furias desata. España es un estado
declarado aconfesional en la Constitución, sin embargo el Estado aporta
cada año millones de euros en diferentes conceptos. En palabras del
Ministro de Justicia López Aguilar, no existe otro país en el mundo
donde haya una financiación tan generosa con cargo a los presupuestos
del Estado. El Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales Jesús Caldera, ha
reconocido que el hecho de que el Estado aporte ayudas a esta confesión
religiosa "se tendrá que acabar algún día", y que deben ser los fieles
los que a través de diferentes mecanismos sostengan su Iglesia.
Actualmente esto está muy lejos de suceder, porque la generosidad de los
donativos no alcanza para cubrir los gastos de la institución.
El número de sacerdotes se ha reducido en más de un 30% en los últimos
cincuenta años, y la edad media del clero español ronda los 65 años.
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Este giro en la política del Gobierno ha desatado las iras de la
jerarquía católica, que ha irrumpido en la vida política para enjuiciar
las decisiones del ejecutivo. Hasta de Roma han llegado las críticas. El
mismo Juan Pablo II, antes de sus sucesivas convalecencias, tuvo fuerzas
suficientes para censurar al gobierno socialista y afirmar que no se
pueden arrancar las raíces cristianas de España. El Gobierno pide
respeto y la Iglesia se queja de su situación. El PP, por boca de su
secretario general Angel Acebes, denuncia una campaña de provocación y
agresión a los católicos. Tras la victoria electoral del Partido
Socialista, la Iglesia ve que su privilegios históricos pueden correr
peligro y decide asumir el papel de víctima de la situación. Las
relaciones con el Gobierno se hacen especialmente crispadas y obligan a
la vicepresidenta Fernández de la Vega a mantener conversaciones con la
Conferencia Episcopal para tratar de rebajar la tensión entre las
instituciones.
Pero esta feroz lucha de poderes se produce a unos niveles que no
influyen en la vida cotidiana de millones de españoles católicos y no
católicos. Para el sociólogo Salvador Cardús, éste "no es un tema que
preocupe especialmente, y en lo cotidiano no se vive como algo
problemático. Por ejemplo, las escuelas de carácter confesional, al
menos en Cataluña, no son beligerantes en lo religioso. Los padres
buscan un buen nivel en la enseñanza y las escuelas no aprietan más de
lo que deben para no quedarse sin clientela. La gente ha resuelto el
problema no desde arriba, sino desde abajo, buscando la no
confrontación".
Caminamos pues hacia una sociedad laica. En palabras de Alberto Moncada:
"La tradición de confesionalidad está perdiéndose, ya sólo está en
los sectores religiosos más duros. En un par de generaciones esto se lo
ha llevado el viento". ∆ |
¿Por qué
no les gusta el sexo?
El rechazo al preservativo resulta incomprensible para la mayoría
de la sociedad, que ve en él no sólo un eficaz método anticonceptivo,
sino además, la mejor prevención posible contra el sida.
Y a no pueden prohibirnos leer,
tampoco les queda el poder de la hoguera. Ahora sólo les queda el poder
del control sexual". Antonio Guirado, portavoz de Gais Positius, es
tajante. Que la Iglesia se distancia de la calle, es un hecho. Y es en
los temas relacionados con la vida sexual de las personas donde la
brecha se hace cada vez mayor. La rigidez de los planteamientos de la
jerarquía, contrasta con una sociedad que avanza y que pide apertura,
comprensión y respeto a todas las opciones. "La jerarquía católica
hace bastante tiempo que ha perdido contacto con la realidad. Como sigan
así, los feligreses se les van a ir poco a poco", advierte Paco
Ramírez, portavoz de la Federación Colegas. La Iglesia no admite las
relaciones prematrimoniales, no tolera las relaciones sexuales si no son
con el fin de la procreación, por lo tanto abomina de la planificación
familiar y de cualquier práctica que no tenga como fin último la
reproducción. Y qué no ha dicho sobre la homosexualidad. La posibilidad
del matrimonio homosexual, por ejemplo, causó una profunda división, y
provocó declaraciones fuera de tono por parte de miembros de la
jerarquía católica, que auguraron que la sociedad española iba "hacia un
desorden moral y social sin precedentes". El rechazo al preservativo
resulta incomprensible para la mayoría de la sociedad, que ve en él no
sólo un eficaz método anticonceptivo, sino además, la mejor prevención
posible contra el sida. "En la lucha contra el sida la Iglesia es
responsable de millones de muertes y de mucho dolor en todo el mundo
-acusa Antonio Guirado-. Quizás no tanto en nuestro país pero sí en
los países en vías de desarrollo, donde el peso de la Iglesia Católica
es muy importante. Decir no al preservativo hoy día es estar en contra
de la vida. Creo que si Cristo viviera recomendaría el uso del
preservativo porque es la mejor manera de amar al que tienes al lado".
El
cambio en la cúpula de la jerarquía española no parece traer
muchas esperanzas. |
La Iglesia pregona otra fórmula: contra
el sida, castidad, y discrepa de la comunidad científica cuando alega
que no se ha demostrado tal efectividad a la hora de evitar el contagio
del síndrome. "Consideramos muy, muy peligroso el tema de la
prohibición del preservativo incluso para factores de riesgo. Con ello
están contribuyendo a la desinformación, sobre todo en países del tercer
mundo. Eso es un delito. En un futuro, como hace poco hicieron, van a
tener que pedir perdón por esto y también por otras cosas, como por
ejemplo el trato que están dando a los homosexuales en el mundo",
señala Paco Ramírez. Este último punto está causando un profundo
malestar entre este colectivo. "Nosotros consideramos que la Iglesia
puede tener su ideología y estar en contra de la homosexualidad, y
entendemos que debe de existir la libertad de expresión, pero de ahí a
llegar a los insultos y a algunas afirmaciones que están haciendo desde
la jerarquía católica, hay mucho trecho. Muchas de esas afirmaciones son
de carácter delictivo". De hecho, la Federación Colegas ha
denunciado a la jerarquía católica ante la Fiscalía General del Estado,
en base a un delito de incitación a la fobia y a la discriminación.
"Creemos que hacer este tipo de declaraciones es muy peligroso, porque a
veces no se quedan sólo en lo dicho, sino que pueden provocar que
determinadas personas lleguen a la violencia". También el partido de
Los Verdes hizo una petición ante la Fiscalía , que no ha prosperado.
"El único medio que nos han dado es la querella criminal, que parece que
es la única manera de pararle los pies a la Iglesia. A ello tendremos
que acudir si se siguen produciendo este tipo de declaraciones. Creemos
que ya es hora que desde el Gobierno tome cartas en el tema, pero parece
ser que no conviene llegar a los extremos de demandar a la Iglesia por
parte del Gobierno".
El cambio en la cúpula de la jerarquía española no parece traer
muchas esperanzas de que el trato cambie. "Deseamos que el "talante"
también se haga notar ahí -comenta Paco Ramírez-, aunque creemos
que la Iglesia católica va a seguir pensando lo mismo y los mensajes
seguirán siendo tal cual: ofensivos y denigrantes para la comunidad
homosexual". Por cierto que entre la comunidad homosexual también
hay católicos, que viven sin problemas ambas realidades, a pesar de la
posición de la Iglesia. "Muchos de ellos están en grupos de
cristianos de base -continúa Ramírez-. Ellos tienen su fe, tienen
sus creencias y lo viven intentando luchar contra la jerarquía día a
día, intentando que la Iglesia cambie". "Ellos evidentemente tienen un
trabajo ímprobo -continúa Antonio Guirado- que es el de
normalizar la homosexualidad dentro de la Iglesia. Desafortunadamente
muchos acaban desligándose de la jerarquía porque no pueden aceptar que
el mensaje de Jesús que ellos entienden tenga nada que ver con esa
estructura de poder que es la Iglesia católica". ∆ |
Educación
El
campo de batalla
Por motivos evidentes, la Iglesia católica siempre ha tenido un
especial interés en tener la mayor presencia posible en las aulas.
E s en el terreno de la educación
donde se ha desarrollado una de las confrontaciones más importantes. El
punto álgido fue, durante la pasada legislatura, la polémica Ley de
Calidad de la Enseñanza, promovida por la ministra Pilar del Castillo.
"Era un proyecto que ponía el énfasis en el privilegio, y no en la
oferta de posibilidades, un proyecto que no creía en un modelo
igualitario" comenta el sociólogo Salvador Cardús.
Conviene recordar que la privatización y los conciertos educativos no
son una práctica reciente. Fueron implantados por el PSOE en los años
ochenta, con la intención, en aquel momento, de crear nuevas fórmulas
para democratizar la enseñanza y hacerla más accesible. Pero fue el PP
quien masificó el sistema de concertaciones hasta llegar al día de hoy,
en que los colegios más elitistas, incluso los del OPUS, están
concertados. "La Iglesia sigue teniendo un papel fundamental en
cuanto a la capacidad de ofrecer servicios educativos. No hablamos de
contenidos, sino solamente de plazas escolares sin las cuales el sistema
público se hundiría", añade Cardús. Cierto. La escuela pública ha
sido la gran perjudicada. La política de concertaciones, especialmente
agresiva durante las dos legislaturas anteriores, ha puesto la
zancadilla al desarrollo de la enseñanza pública. El Movimiento Social
por la Escuela Pública teme además que el gobierno de Zapatero no vaya a
introducir grandes cambios en este sentido: "A lo más que va a llegar
es a dejar la LOGSE como estaba", afirma José Mª Rosell, portavoz de
este movimiento. Y continúa: "El 85% de los conciertos educativos
está en manos de las órdenes religiosas, dependiendo de las Comunidades.
En Madrid, Cataluña, País Vasco y otras comunidades han pasado ya del
50% de enseñanzas no universitarias concertadas. Si tenemos en cuenta
que más del 80% de las concertaciones no con para centros laicos, sino
que está en manos de órdenes religiosas, vemos que la Iglesia tiene una
capacidad de control ideológico sobre la juventud muy importante".
"Independientemente de lo que cada uno pueda pensar, creemos
que la religión no debe estar en la escuela porque no es su
lugar" |
Las clases de religión son un punto importante de discrepancia. El
gobierno del Partido Popular había logrado establecer como obligatoria
la enseñanza de la asignatura religiosa, estableciendo una optativa para
aquellos que no deseasen recibir instrucción católica. Eso causó un
enfrentamiento social entre las organizaciones laicas, y algunas
asociaciones de padres, que reclamaban el derecho de sus hijos a
estudiar religión. Recientemente, el Consejo Escolar del Estado ha
pedido al Gobierno que retire la religión de las aulas, y que quede
fuera del currículum y del horario escolar. Este Consejo es un órgano
representativo que recoge la opinión de padres y profesores de la
escuela pública y privada, así como representantes de la administración
educativa, sindicatos, universidad y otros estamentos. Según este
organismo, que es meramente consultivo, la enseñanza confesional no
debería ser evaluable "por formar parte de las convicciones personales y
privadas de las personas". En la misma línea, tampoco acepta que se
establezca una alternativa para aquellos alumnos que no deseen cursar la
materia religiosa."La situación con la logse era un poco rocambolesca
-explica José María Rosell- mientras unos alumnos tenían clase de
religión, a otros había que inventarles una asignatura para que la
cursaran. De entrada es discutible que eso se haga en la escuela, y más
en las escuela pública, con dinero público, pero es que encima que haya
que penalizar al resto de los alumnos inventándonos una materia, es un
poco exagerado". El Consejo escolar pide, además, que se revisen los
acuerdos con la Santa Sede suscritos entre 1976 y 1979. Ante esto, la
Confederación Católica de Padres de Alumnos se moviliza, alentada por la
Iglesia y respaldada por el Partido Popular, para recoger firmas a favor
de la asignatura de religión. "Independientemente de lo que cada uno
pueda pensar -comenta José María Rosell-, creemos que la religión
no debe estar en la escuela porque no es su lugar. La escuela es un
ámbito para transmitir conocimientos, y la transmisión de creencias y
valores tiene que estar muy medida. Pero aún admitiendo que haya gente
que piense que tiene que estar, tiene que haber dos mínimos. Uno: que
quien lo quiera que lo pague, porque no es de recibo que la transmisión
de esas ideas se haga con dinero público. Y dos, que no se puede
penalizar al resto de los alumnos, es decir, que quien no quiera esas
clases no se vea obligado a una alternativa". ∆ |
Juan
José Tamayo Teólogo
"Lo de que España es
mayoritariamente católica es un mito"
Ha sido uno de los primeros en advertir sobre la
división que vive la Iglesia católica actualmente y la fuerte ruptura
entre los mensajes que emite la jerarquía y las prácticas de los
cristianos "de a pie", que cada vez se distancian más de la doctrina
oficial.
"Yo creo que se puede decir que
lo de que España es mayoritariamente católica es un mito. Vivimos sobre
un mito que no responde a la realidad y con el que hay que terminar,
pero no porque haya que acabar con el catolicismo, sino porque la
realidad va por otros caminos"
"La tendencia al control del pensamiento de los teólogos por parte del
magisterio eclesiástico, de la congregación para la doctrina de la fe y
de los obispos, hace de la función teológica una misión imposible"
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-En España gran numero de católicos no siguen
al pie de la letra los dictados de la Iglesia y viven un catolicismo adaptado a
sus propios criterios. ¿Esto puede entenderse como madurez espiritual, o por el
contrario es fruto de la crisis y de la confusión de valores?
-Yo creo que no refleja ni incoherencia ni inmadurez religiosa, sino
todo lo contrario. Más bien lo que revela es una conciencia crítica y libre que
actúa no bajo los dictámenes de la jerarquía, sino a partir de lo que la gente
considera que es el cristianismo. Ahí es donde yo percibo precisamente esa
ruptura tan fuerte entre las normas morales que exige la jerarquía católica y la
práctica de los cristianos, que se rige por otra orientación. Esto se aprecia
claramente en dos campos: la política y la sexualidad. En el campo político, los
obispos acostumbran a elaborar documentos en fechas previas a las elecciones con
mensajes que coinciden con los programas de los partidos más conservadores. No
lo señalan con el dedo, pero sí dicen que hay que votar a un partido, como dicen
los obispos italianos, que sea "demócrata y cristiano". Los católicos no tienen
en cuenta esto, al menos no lo han tenido en las últimas elecciones, en las que
un porcentaje muy alto de católicos votó a un partido que no era el preferido
por la jerarquía.
Otro ejemplo de ruptura es el que se refiere a las normas morales sobre la
sexualidad. Ahí la moral católica es una muy rígida, muy estricta, muy
represiva, que no reconoce las relaciones sexuales más que orientadas hacia la
procreación, que no acepta las relaciones prematrimoniales, que es contraria a
los métodos anticonceptivos, y sin embargo la mayoría de los que se consideran
católicos tienen unas prácticas bien diferentes, es decir, la gente mantiene
relaciones prematrimoniales y no considera que eso sea pecado; las parejas hacen
su planificación familiar y no se atienen a los criterios de la jerarquía
católica; los homosexuales católicos siguen viviendo en pareja aún a sabiendas
de que eso está condenado por la Iglesia católica. Y lo viven sin ningún
complejo de culpabilidad.-¿Podríamos decir que se está superando el
concepto de pecado?
-Eso es lo más importante. Esa es la mayor liberación que se está
produciendo hoy dentro del catolicismo, que es la liberación de la conciencia.
Ahora mismo creo que se ha pasado de una conciencia cautiva a la conciencia
liberada, y todo eso vivido con una conciencia liberada no implica sensación de
pecado o de culpa, sino que es un ejercicio claramente liberador.
- Entonces, los españoles que se declaran católicos ¿en qué basan su
condición de tales, si no es en los dictados del Vaticano?
-Me parece una pregunta muy pertinente. La gran mayoría de los españoles
se declara mayoritariamente católicos, hasta un 75 o un 80%, pero, ¿qué
entienden estas personas por católicas cuando en las encuestas responden que lo
son? Yo creo que entienden dos cosas. Primero, que han nacido en un ambiente
culturalmente católico, pero eso no implica responsabilidad o compromiso de su
parte. Vivir en un entorno culturalmente católico no significa tener fe. En
segundo lugar también interviene el hecho de haber sido bautizados, de haber
hecho la primera comunión o haberse casado por la Iglesia. Identifican lo
católico con dos o tres momentos en los cuáles han tenido que pasar por la
vicaría, nada más. El segundo nivel es el de los que se llaman católicos
practicantes, está en torno a un 15 o un 20%. Estas personas entienden lo
católico como la práctica religiosa con cierta periodicidad: la misa los
domingos o de vez en cuando y no mucho más. El tercer nivel de católicos es un
porcentaje muy reducido: es el de aquellas personas que entienden lo católico
como una adhesión a la fe cristiana y los compromisos consiguientes desde el
punto de vista ético y social. Son un porcentaje bajísimo. En conclusión, yo
creo que se puede decir que lo de que España es mayoritariamente católica es un
mito. Vivimos sobre un mito que no responde a la realidad y con el que hay que
terminar, pero no porque haya que acabar con el catolicismo, sino porque la
realidad va por otros caminos.
-Se puede decir que toda la polémica que se genera, sobre todo en torno a
temas relacionados con la sexualidad, no tienen tanta trascendencia en la calle
como en los despachos de la jerarquía.
-Ese debate sólo está en la mente de los obispos, es decir, justamente
en aquellos que se supone que no tienen el problema porque tienen el voto del
celibato.
-¿Se trata de una lucha de poder entre instituciones?
-Bueno, pero es un poder institucional totalmente ficticio porque no
vivimos en tiempos de la edad media dentro de universos cristianos, sino que
vivimos en la edad moderna y posmoderna, dentro de universos laicos y seculares.
El segundo mito que hay que desmontar es el supuesto poder que tienen los
obispos: poder político, poder social o poder sobre las conciencias. Yo creo que
no lo tienen, que es una ficción. A mí me parece que les preocupa más lo que
piensan los obispos a los políticos que a los propios católicos. Me preocupa que
en este país se sigue haciendo política mirando con el rabillo del ojo a lo que
piensan los obispos, cuando los católicos están actuando en conciencia tanto en
el terreno político como en el campo moral, respetando los puntos de vista de
los obispos, pero sin seguirlos.
-¿Qué opina de la preocupación del Gobierno por establecer con la Conferencia
Episcopal unas relaciones lo más cordiales posibles?
-A mí me parece muy bien que se agoten todos los cauces de diálogo y que
gobierno y jerarquía lleguen a acuerdos sobre puntos básicos. Lo que me parece
muy mal es que cualquier poder democrático, para no airar a la jerarquía
católica, que es una parte mínima de la Iglesia católica, llegue a acuerdos que
limiten la laicidad del Estado. Diálogo, todo lo necesario; negociación, toda la
necesaria, pero siempre desde el respeto a la laicidad del Estado, desde la no
ingerencia de la jerarquía católica en las instituciones del Estado y desde el
cumplimiento de los programas que el partido gobernante haya presentado.
-La Conferencia Episcopal un día abre la puerta al uso del preservativo y
al día siguiente se la cierra. ¿Qué lectura hay que hacer de esto? ¿Hay
diferencias de planteamiento dentro de la jerarquía española?
-No. Ahora mismo la jerarquía católica española es un bloque monolítico,
no tiene fisuras. Puede haber algunas diferencias mínimas, puede haber algún
obispo que tenga unos planteamientos un poco más abiertos y otros un poco más
cerrados, pero básicamente estamos en un momento de uniformidad, de pensamiento
único. No se da el pluralismo político, teológico o eclesial que hubo en la
década de los 70 e incluso hasta mediados de la década de los 80. Sobre el tema
de los preservativos, tanto la aceptación primera como el desmentido posterior
entran dentro de las diferencias mínimas que existen, porque realmente también
la aceptación primera se hizo con una serie de matizaciones que tampoco era
ninguna puerta abierta al uso del preservativo desde el respeto a la conciencia.
-Usted ha vivido la incomprensión de la jerarquía. ¿Cómo son actualmente las
relaciones de la Iglesia con la teología?
-Las relaciones entre teología y jerarquía no han sido nunca muy
cordiales, siempre salpicada de conflictos y tensiones, pero ahora mismo hay una
ruptura mucho mayor. Los teólogos reclamamos libertad de expresión, libertad de
investigación y un clima razonable para ejercer nuestro trabajo. A un
intelectual, un pensador, un estudioso, una persona que se mueve en el mundo de
las ideas, no se le puede estar limitando constantemente los ámbitos de
investigación, de expresión, la libertad de cátedra o la libertad de
publicación. Se está haciendo teología en régimen de cautividad, porque a ver
qué intelectual puede aceptar un control del colegio profesional al que
pertenece, de los órganos directivos de la Universidad, de las instancias
políticas. El intelectual necesita la libertad como el pájaro las alas para
volar. Yo pienso que ahora mismo habría que repetir, aplicado a la teología,
aquello que decía Unamuno a principios del siglo XX: Pensar, en España, es
llorar. Yo creo que a principios del siglo XXI se podría decir que hacer
teología, en la Iglesia católica, también es llorar.
Hoy, la tendencia al control del pensamiento de los teólogos por parte del
magisterio eclesiástico, de la congregación para la doctrina de la fe y de los
obispos, hace de la función teológica una misión imposible. Los obispos siguen
unas consignas de Roma que se mueven dentro de un paradigma teológico medieval.
Nosotros intentamos llevar a cabo nuestro trabajo, pero sólo podemos hacerlo
desde la libertad las personas que no tenemos una dependencia orgánica,
institucional o económica de la institución eclesiástica. ∆ |
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El mito
de la España Católica (II)
Próximo número: El mito de la España católica (II
parte)
Los acuerdos firmados entre España y el Vaticano ¿cómo nos condicionan?
¿Cuánto dinero da el Estado a la Iglesia? ¿Por qué la Iglesia margina a
la mujer y mantiene una cruzada contra el sexo? La existencia de la
Iglesia como institución ¿está basada en un hecho real o es un invento
de los hombres? |
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