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ABRIL 2005
EL EMBROLLO VASCO
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Al final, las urnas volverán a mostrar un apoyo masivo al PNV,
demostrando así que los vascos
siguen siendo y serán siempre nacionalistas. ¿Es qué alguien cree
que eso va a cambiar? |
Estamos ante las elecciones quizá más
importantes de la democracia al Parlamento vasco. Son muchas las cosas que
están encima de la mesa, y tiene de especial el momento que se vive bajo el
gobierno de Zapatero, quien apuesta por la paz, por el diálogo, por nuevas
vías y posibilidades, hasta ahora no contempladas, para que la convivencia
de todos sea posible.
Por el medio está el plan Ibarretxe, está ETA, está Batasuna, está la
postura intransigente y cada vez más radical del PP, y están, por encima de
todo, los vascos, porque es el pueblo vasco el que debe opinar, el que debe
marcar su destino, el que tiene la llave de su futuro.
En una democracia los votos mandan, aunque a veces también eso se olvida, y
esta vez posiblemente definan muchas cosas, aunque, claro, depende también
de las interpretaciones finales, porque es bien sabido que luego da la
impresión de que todos ganaron.
Zapatero apuesta por el derecho de los vascos a elegir lo que quieren ser,
lo que quieren vivir. Zapatero exige sólo transparencia, es decir, si de
verdad se está en contra del terrorismo que se denuncie, que se rechace. Lo
que ocurre es que unos y otros parece que hablan lenguas diferentes, algo
así como en la torre de Babel, hablan de diferentes cosas y así no hay quien
se entienda.
Los de fuera ven el "problema" vasco bajo una perspectiva, pero los vascos
lo ven desde otro punto de vista.
Los de fuera, incluso muchos vascos, rechazan el terrorismo como método para
conseguir algo, es más, se considera una violación de todos los derechos más
elementales, incluida la vida.
Pero muchos vascos consideran que el Estado español practica otro tipo de
terrorismo, un terrorismo que afecta a sus más elementales derechos, a su
lengua, a su cultura, a sus libertades, a su propia identidad, a imponerles
por la fuerza lo que no quieren ser ni vivir.
Cualquier acto que implique sangre, violencia, dolor, es inadmisible. Es
más, la historia se ha cansado de demostrarnos que no conduce a ningún
sitio. El derecho a la vida es sagrado.
Zapatero exige esa única condición para buscar un espacio común donde
existan soluciones idóneas para las aspiraciones del pueblo vasco y de los
demás pueblos de esta nación que es España. Decir no, de palabra y de hecho
al terrorismo. Y es una condición lógica, porque es lo que está en la mente
de todos, en la esperanza de todos, en el diseño de un futuro diferente para
todos.
Los vascos más radicales deberían reflexionar ante esta oportunidad de
reconducir sus aspiraciones, porque ya deberían saber que por la violencia
nunca van a conseguirlo, porque ni siquiera los mismos vascos, la mayoría,
apoya ese criterio.
Es una situación muy difícil, porque es una situación muy antigua, anclada
en el pasado, pero nunca gozó de la oportunidad, como ahora, de ser
definitivamente orientada, y tal vez simplemente lo único que hace falta es
que todos se reúnan, dialoguen, construyan, en un espacio nuevo, común a
todos, en un espacio mental donde las cosas se puedan ver de otro color,
bajo otra perspectiva.
Zapatero invitó a todos a reunirse en ese espacio, pero tan negativa es la
postura de los que siguen apostando por la violencia como solución, como la
de quienes se creen con la exclusiva de la España invertebrada y su
estrechez mental no les permite ver otros caminos, otras posibilidades.
Al final, las urnas volverán a mostrar un apoyo masivo al PNV, demostrando
así que los vascos siguen siendo y serán siempre nacionalistas. ¿Es que
alguien cree que eso va a cambiar?
Siendo así, es muy posible que el 18 de abril todo siga igual, lo que
significaría que algo están haciendo mal todos, porque el problema es de
todos y entre todos debe ser resuelto.
Pero la violencia no la va a resolver, es más, dará más alas y más razones a
los herederos del franquismo, a los que meterían a los vascos en un ghetto
para resolver definitivamente el problema.
Sólo que la dignidad del pueblo vasco está muy por encima de las
pretensiones de unos y otros. Y eso es de agradecer.
/ MC |
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