a UE ha
suscrito el Protocolo de Kioto. Ha acatado la emergente justicia penal
internacional. Ha defendido la abolición de la pena de muerte o se 'ha mojado'
en lo relativo al contencioso palestino-israelí. Esta sería la imagen de la
Europa de las causas justas, pero existe otra que esconde elementos mezquinos en
el desarrollo de su política y una franca sumisión a los dictados
estadounidenses.
Partiendo de esta idea, Taibo desarrolla en su último libro "No es lo que nos
cuentan", una crítica a la Unión Europea realmente existente (Ediciones B).
-¿Qué es Europa en estos momentos y qué peso específico tiene en el panorama
internacional?
-La UE es uno de los tres grandes núcleos del capitalismo global. Creo que
su relieve económico difícilmente es discutible. En el ámbito de su inserción
internacional creo que hay dos circunstancias distintas. La UE despliega una
política comercial común que no es edificante, ya que se asienta en la
ratificación de los elementos más negativos de la lógica de la globalización
capitalista. Por otro lado, en el terreno político carece de una diplomacia
común, algo que algunos analistas interpretan como elemento saludable, ya que de
emerger esa política común probablemente obedecería a reglas del juego
impresentables como son las de EEUU.
-Europa versus USA. ¿Realmente ambos bloques están tan alejados?
-No lo creo. En las esferas de poder de la UE no hay un proyecto alternativo
al de los EEUU. Es muy significativo por ejemplo que Francia y Alemania hayan
bajado mucho el tono de la contestación de la política norteamericana que
exhibieron hace dos años. Y otro ejemplo más cercano: si bien el presidente
Zapatero retiró los contingentes militares presentes en Iraq, no ha seguido
ninguna medida adicional que contribuya a fortalecer la idea de que hay una
ruptura objetiva con respecto a una relación de supeditación.
-¿Qué hay detrás de ese retrato romántico de una Europa volcada con las
causas justas y con los valores?
-Hay una adulteración dramática de la realidad que merece la pena
desmantelar. Esta falsedad se asienta en la sugerencia de que sigue existiendo
un modelo de capitalismo social europeo distinto del norteamericano. Tenemos que
preguntarnos si al cabo de dos decenios de políticas neoliberales desplegadas
por todos nuestros gobiernos, tiene sentido seguir manteniendo esta ficción.
Otro de los datos que dibujan un mito de la UE es el que sugiere que a su amparo
no hay mayor problema con los derechos y libertades, ignorando los efectos
dramáticos que han tenido legislaciones antiterroristas y normativas draconianas
aplicadas a los inmigrantes. Un tercer mito es el que sugiere que la UE por su
cara bonita es un agente internacional comprometido con la causa de la justicia,
de la paz y la solidaridad en abierta ignorancia de que, por ejemplo, lo que
Francia hace en Africa Subsahariana no es más edificante que lo que EEUU
protagoniza en Oriente Próximo.
-Has comentado alguna vez que al proyecto de la UE le sigue faltando alma y
eso se ha demostrado por ejemplo en la fría adhesión del pueblo al Tratado
constitucional. ¿Qué quieres decir con falta de alma?
-Hablamos de un proyecto tecnocrático, burocrático, alentado por las élites
fundamentalmente económicas. Y eso quiere decir que falta todo lo demás:
participación popular, entusiasmo, debate abierto. Carencias que han sido
evidentes a lo largo de las semanas previas a la consulta popular de la
Constitución europea.
-Las críticas coincidían en señalar que esta Constitución se había elaborado
de espaldas a los ciudadanos. ¿Cómo conseguir que la UE avance hacia fórmulas
realmente democráticas?
-Sinceramente, creo que la UE no quiere avanzar hacia fórmulas genuinamente
democráticas. El déficit democrático es una especie de condición sine qua non
para que las cosas sigan funcionando de acuerdo a las claves que se han
desplegado históricamente. Si la población participase en la toma de decisiones,
si discutiese críticamente el proyecto de la UE se empezarían a exhibir
hendiduras tan graves que nos encontraríamos ante un escenario completamente
diferente.
-¿Cómo se puede prescindir del espíritu democrático cuando ha quedado patente
el poder del pueblo en la calle, haciendo sonar su voz?
-El problema aquí es que la ciudadanía no necesariamente no está de acuerdo,
sencillamente, pasa. El escenario es distinto. Es más fácil de manejar la
desidia que la oposición franca. Era difícil encarar una situación donde la
mayoría de los ciudadanos se oponían a una guerra en Irak. Ahora ni se oponen,
ni aplauden, sino que prescinden de cualquier tipo de discusión.
-Algunos critican que la UE no tenga una política exterior definida y se
resigne a ocupar un papel secundario en el panorama internacional. ¿Crees que
sería posible articular una política exterior común cuando existen intereses tan
dispares entre los países miembros?
-Es muy difícil, más aún cuando el Tratado y las normas anteriores al
Tratado reclaman unanimidad para diseñar esa política exterior. Conviene
preguntarse cuál sería el perfil de esa política exterior común en el caso de
que emergiese, y conviene también que nos liberemos un tanto de optimismos
extremos. El problema es doble: por un lado está la ausencia de esa política
exterior común pero por otro, el perfil final de esa política exterior común
-que sí existe en el terreno comercial-, estaría asentada como ahora, en el
despliegue de la lógica del intercambio desigual, en el expolio de los países
más pobres, etc. Dicho esto, a lo mejor no deja de tener alguna ventaja el hecho
de que los estados miembros de la UE no se pongan de acuerdo en este tema.
-Primero nos visita Condoleezza Rice, ahora Bush. ¿Qué hay tras esta reciente
ronda europea?
-Un gesto de agradecimiento del presidente norteamericano Bush a la mayoría
de los gobernantes de los estados miembros de la UE por el tono cada vez más
aquiescente que estos últimos están demostrando hacia los EEUU. Antes me refería
a que Francia y Alemania habían bajado mucho el tono de oposición a la política
norteamericana. Bush recoge este guante y señala que está dispuesto a abrir una
nueva etapa de cordialidad en las relaciones. A mi entender los que al final se
han bajado los pantalones han sido los gobernantes europeos y no el presidente
norteamericano.
-Dices que cada proceso de ampliación de la UE ha estado relacionado
básicamente con aspectos militares y económicos. Por el contrario la imagen que
nos venden de cada nueva ampliación es: riqueza cultural, étnica, valores, etc.
¿Cómo es la Europa que en realidad se está construyendo?
-Si te parece, voy a reformular la pregunta. ¿Qué es lo que los empresarios
europeos buscan en la Europa central y oriental? Pues mano de obra barata para
explotar, materias primas y energéticas allí donde las haya y un mercado
razonablemente prometedor. Creo que es ésta la sustancia del proceso de
ampliación por mucho que se adobe con un discurso impregnado de valores y de
argumentos aparentemente políticos. Creo que la Europa de los mercaderes está
experimentando un importante reflotamiento en los últimos años y digo esto
porque el discurso dominante parece apuntar la circunstancia contraria,
sugiriendo que la Europa de los mercaderes está reculando en provecho de un
proyecto más impregnado de valores morales y de condiciones políticas. Por
desgracia esto no es así.
-¿Qué papel real desempeña en este momento la OTAN?
-Es un elemento central de la estrategia de EEUU en orden a garantizar un
control sobre lo que ocurre en el plano militar en la Europa occidental. Lo que
pasa es que la posición oficial de los gobernantes norteamericanos parece
mostrarse cada vez menos propicia a utilizar la OTAN, quizás porque el
unilateralismo abrasivo del presidente Bush desaconsejaba activar instancias que
implicaban de alguna forma consultar con los aliados. Esto es un comportamiento
poco inteligente por parte de los gobernantes norteamericanos. La OTAN sigue
siendo un elemento central para poner en vereda eventuales tentaciones de
contestación de la hegemonía estadounidense del lado de la UE y en este sentido
ha acabado por desempeñar algunos papeles que hace años hubiese sido difícil
adjudicarle. Por otro lado, la OTAN también ha sido una pieza clave en la
defensa planetaria de la economía de mercado y, con ella, en la globalización
capitalista actual. Por eso, sigue siendo también la principal apuesta militar
de la UE.
-Después de todo lo comentado, ¿piensas que es posible una Europa diferente?
¿Eres optimista al respecto?
-No soy extremadamente pesimista. El objetivo fundamental de la campaña de
la izquierda social, no necesariamente de la izquierda política, en este
referéndum era promover una discusión crítica. No ya sobre el Tratado
constitucional sino sobre la propia UE y a mí me parece que mal que bien, hemos
sembrado esa semilla. Hay muchas gentes que empiezan a tomar en consideración si
no somos demasiado generosos con la UE y esto probablemente va a dibujar un
horizonte diferente. Pero no nos engañemos, la tarea será a largo plazo. Detrás
de esa Europa de los mercaderes y esa Europa fortaleza creo que hay otros
horizontes más estimulantes, posibles y que aún podemos procurar. ∆