
Esto de Europa, por cierto,
me parece una abstracción interesante. Uno dice: en Europa pasa esto, y
se queda tan ancho, como si Europa no fuera enorme y los demás fuéramos
lerdos. |
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SEPTIEMBRE 2004

EN PRIVADO
POR ELENA F. VISPO
G uardo desde hace tiempo un recorte de
periódico con unas explosivas declaraciones de Alfredo Sáenz, vicepresidente
segundo y consejero delegado del Santander Central Hispano (SCH), realizadas
en junio de este año en un almuerzo del Club Financiero. Especifico lo del
almuerzo porque las perlas que soltó este hombre sólo se pueden justificar
después de una opípara comida y un par de botellas de vino, si no, no se me
ocurre. Aunque viendo cómo se las gasta el SCH, pues a lo mejor el tipo
estaba sobrio y entonces me asusto.
Las conclusiones del evento vinieron a ser, según dijo Sáenz, que es
imprescindible "desmontar el estado de bienestar europeo" a muy corto plazo.
El hombre, muy discreto él y consciente de la burrada que estaba diciendo,
afirmó que esto hay que hacerlo ya, no en un plazo de quince años, y que
"para mí es clarísimo, aunque seguramente nadie me hará caso, pero os
aseguro que hay una tremenda preocupación en Europa sobre esta cuestión",
arengó a sus compañeros de almuerzo. Esto de Europa, por cierto, me parece
una abstracción interesante. Uno dice: en Europa pasa esto, y se queda tan
ancho, como si Europa no fuera enorme y los demás fuéramos lerdos. Lo de
hablar del país, o continente en este caso, se ha puesto de moda. Perdonadme
la insustancialidad, pero yo creo que desde que Rosa ganó Operación Triunfo
y se convirtió en Rosa de España, ahora a la gente se le llena la boca:
España me quiere, España me vota, España me comprende. Con lo cual a mí me
entra complejo de paria, porque aunque yo soy española porque lo dice mi
carné de identidad, no termino de querer, comprender y mucho menos votar a
esa gente. Ni en un concurso de la tele ni en unas elecciones generales. En
fin, supongo que son reminiscencias del PP, y así les va.
En lo que estaba: que este imperfecto estado de bienestar que tanta sangre
ha costado conseguir, está caduco. "O mejoramos estructuralmente nuestros
mercados laborales y financieros, y acomodamos nuestros niveles impositivos
a los de aquellos países que nos van a hacer la competencia, y acomodamos
nuestra práctica regulatoria a conceptos mucho más liberales, o realmente
vamos a tener un problema". Traducción: que no hay quien compita,
especialmente ahora que han entrado diez nuevos países en la Unión Europea.
Normal. Con el chollo de la deslocalización ahora una empresa puede montar
el chiringuito donde le sea más rentable, que es por supuesto donde les
dejen pagar una miseria a la gente, a cambio de que trabajen como esclavos.
Lógicamente, y según Sáenz, en los países "desarrollados" (nótense las
comillas, por favor) deberíamos subirnos al tren. En vez de pelear porque
los demás suban el nivel, bajémoslo nosotros.
Las reformas urgentísimas que propone Sáenz pasan por "seguridad social,
subsidios, horas trabajadas, subsidio de desempleo, movilidad..." es decir,
todo de todo. Supongo que es muy fácil decirlo para él, que no sólo tiene
millones en el banco, sino que tiene un banco entero, pero explícale tú al
pringao que se deja los huesos trabajando que tiene que empezar a pensar en
un seguro médico privado, un plan de pensiones y un petito debajo del
colchón por si tiene la mala pata de quedarse en paro.
Lo preocupante del tema es que Sáenz no está como una regadera, sino que
mucha más gente piensa lo mismo. El otro día escuché a un hombre joven, que
se autoproclamaba comunista, afirmar sin rubores que lo mejor era privatizar
las pocas empresas estatales que quedan. Un descerebrado, sí, pero también
tiene derecho a opinar. Es lo que tiene la democracia.
Si te paras a pensarlo, pocas empresas estatales quedan. La Sanidad está
casi privatizada, de hecho. Correos ídem. RENFE más de lo mismo. Que una
cosa es abrir una empresa a los accionistas y otra muy parecida es dejarla
en manos de empresas privadas mediante concesiones y subcontratas. A la
larga, viene a ser lo mismo. Esto, insisto, son restos de la política del PP,
pero también es una tendencia global, o como dice el amigo Sáenz: es lo que
hay en Europa. A ver que hace ZP con el tema, ya que está hiperactivo,
aunque mucho me temo que ZP no es Lourdes, y que hace falta mucha fuerza
para parar este tren. Como siempre, la tendencia la vamos a marcar los
ciudadanos de a pie, que ya está visto que cuando nos ponemos somos
terroríficos. Pero pronto. Que cualquier día de éstos vamos al médico de la
Seguridad Social y nos cobra un euro por mirarnos la tensión. Y eso sí que
no. ∆ |