ué le
supone ser miembro de la Real Academia de la Lengua Española? Aún no lo sabe. No
cree en las cosas trascendentales. La vida se construye poco a poco. "Voy más
bien a aprender y eso es algo muy importante".
Este escritor santanderino tiene aspecto de lobo de mar. Como esos que han
vivido mil aventuras y luego, con una pipa humeante en la mano te las cuentan
con la misma intensidad con la que las vivieron en su día.
La realidad nos devuelve a un Alvaro Pombo rebelde, sincero y transgresor. Un
torrente de ideas, palabras y reflexiones que dejan entrever su apasionante
mundo interior.
-Al día siguiente de su ingreso en la Real Academia de la Lengua, leí en
algún medio la siguiente declaración suya: "Espero influir para reventar el
diccionario y hacerlo implosionar para engrandecerlo". ¿Sabía la Academia a
quién abría sus puertas?
-Eso suena más terrible de lo que quise decir. No soy ninguna bomba viviente, ni
ningún terrorista de la lengua. Lo que quise decir es que -no sólo yo-, sino
todos los escritores tenemos que trabajar la lengua desde dentro, de la misma
manera que trabajamos nuestras propias vidas, que también tienen que
explosionarse o implosionarse, reventar y dar fruto. Lo que podemos hacer los
individuos empíricos con la lengua es relativamente poco. La lengua funciona en
primer lugar por grandes masas, por movimientos tectónicos que por un lado son
un poco autónomos, y por otro funcionan también por la colaboración de muchos
escritores. Con la lengua se debe hacer lo mismo que con uno mismo: debe
destruirse para llegar a ser de nuevo. Si la semilla no muere, no da fruto. Eso
es lo que quise decir y no esa frase solemne de "voy a implosionar...". Eso,
puede usted escribirlo, son en realidad tonterías. ¡Apunte usted, tonterías!
-Si la lengua, como el ser humano, es algo vivo y por tanto evoluciona, ¿qué
cree usted que le faltaría a nuestro idioma para poder dar un salto hacia
delante?
-Una cosa que le falta o por lo menos debería de incrementarse es la
cooperación de todas las hablas españolas, de todos los países donde se habla el
español: Chile, Perú... para así enriquecer al idioma. Y creo que eso lo saben
perfectamente los actuales directores de la Academia y los Académicos, y están
en ello. Ahora mismo se acaba de publicar o se publicará en breve, un
diccionario de 7.000 dudas, un diccionario hispanoamericano.
-¿No existe desde siempre cierto temor a modificar el idioma, a los cambios?
-Si me habla usted de miedo, le diré que yo no lo tengo.
-No me refería a usted sino a la Institución...
-Yo no conozco a la Institución pero si tiene miedo, mal hecho. Acabará
pasándole lo que a la Iglesia o a la Jerarquía Católica que tienen miedo y por
eso van de mal en peor. Las Instituciones deben de ser valientes y si yo puedo
influir de alguna manera en la Academia será para eso, para que sea valiente. El
espíritu de la voz, la Voz es más fuerte que todos nosotros. De la misma manera
que lo que tiene que hacer la Iglesia Católica española es ver el Espíritu del
Señor y no esas cobardías de las que hace gala. La Iglesia está asustada y por
eso está así. No hay que tener miedo a nada. ¡Adelante con todo!, ése es mi
criterio.
-Ha comentado en alguna ocasión que era un cristiano rebelde...
-Soy un cristiano de base, un cristiano de Jesús de Nazaret.
-... herencia de su maestro Laín Entralgo...
-Y de otros muchos cristianos españoles, auténticos católicos profundos que
fueron machacados por la estúpida Jerarquía Católica española.
-La religión y la Iglesia son temas presentes en varias de sus novelas.
¿Hacia dónde van dirigidas sus críticas?
-Mis críticas van dirigidas contra la Iglesia institucional que olvida la fe
en Jesucristo. Cristo no fue nunca obispo, ni cura. Era sólo Jesús de Nazaret.
Reventó la institución de su época para crear una institución más poderosa de la
verdad, llena de fe y de humildad.
-¿Qué le une a usted con la Teología de la Liberación, tema de fondo en una
de sus obras?
-Pues lo que me une es que se trata de gente que dio el callo y lo está
dando. Se dejaron de leches y de teologías... La teología no es más que un
remediavagos, lo que importa es la acción como decía Buda. Buda que está unido a
Jesús de Nazaret y también con Sócrates, Mahoma, Gandhi por un profundo cordón
umbilical. Bien, pues todas estas personas están marcadas por la acción. Y en
ese sentido, la Teoría de la Liberación es una Teoría de la Acción, como deja
bien patente Gustavo Gutiérrez, fundador de la Teología de la Liberación, en su
libro "En busca de los pobres de Cristo". Texto por el que fue perseguido y
anulado.
-¿Cómo es su Dios?
-Soy cristiano porque nací en un mundo cristiano. De Dios no sabemos nada.
Hablo de Jesucristo que es el Dios que conocemos todos a través del Nuevo
Testamento. Lo que sabemos de Dios es a través de Jesucristo. Las Iglesias que
se creen que saben algo, en realidad no saben nada: le codifican, le convierten
en una especie de mamón, atontadito, hijo de la Virgen María, con un padre que
se llama San José y luego le colocan en los altares haciendo el ridículo. De
Dios no se sabe nada, hay que entrar en la gran noche del espíritu, desde el
silencio, desde la humildad. ¿Cómo vas a amar a alguien que no ves si no eres
capaz de amar al prójimo a quien ves?
-Fue una de las primeras personas que abordó el tema de la homosexualidad en
serio, en una de sus obras. Hablamos de la década de los 70.
-En 1977 publiqué un libro, con prólogo de José Luis Aranguren que se
llamaba "Relatos de la falta de sustancia". La mitad de esos relatos trataban el
tema de la homosexualidad. Salí del armario ya en aquel año.
-Una apuesta arriesgada por aquel entonces... ¿Qué pasó a partir de ese
momento?
-No sé. Ahora creo que han mejorado las cosas y supongo que he contribuido
un poco a esta mejora. A ver si somos capaces de aprovechar las ventajas que han
venido con los tiempos. Ventajas o desventajas, porque a veces en la persecución
y la incomprensión se aprende más que en la facilidad.
-Y como dice usted, la Iglesia sigue sin estar interesada en revisar la moral
sexual especialmente en lo referente a la homosexualidad.
-No sé si le interesa o no, es que no lo hace. Siguen diciendo lo mismo de
toda la vida. Siguen diciendo todavía que no hay que usar el condón, que hay que
mantener la castidad, siguen diciendo que el aborto es un mal...
-¿A qué temen?
-Temen a perder el poder, a convertirse en lo que ya se están convirtiendo
lentamente, en una secta cristiana más. Porque si no tuviesen miedo, entrarían
en una discusión tranquila, profunda, no en debates y en peleas.
-¿Por qué hablan tanto de control y tan poco de liberación sexual?
-La sexualidad humana tiene que estar bajo control, pero ese control debe
ejercerlo cada individuo. La sexualidad y el amor humano es una fuerza poderosa
que tiene que estar como otras muchas cosas, bajo el control de la inteligencia
humana que es la que tiene la capacidad de controlar o dirigir.
-El Colectivo de Gays y Lesbianas ha presentado ante el Obispado de Madrid
más de 1.200 renuncias a la fe católica. ¿Qué opinión le merece este hecho?
-Me parece bien y yo querría añadir también mi renuncia y entonces serían
1.201 renuncias, y no por hacer daño, sino por hacer ver hasta qué punto nos
están ninguneando y tratando de un modo que no debería de ser. ¿Es que no somos
hijos de Dios? Tienen miedo, son cobardes y temen al qué pasará... No pasará
nada. Animo a la Iglesia Católica, a la Jerarquía, a que se deje de miedos y que
se una alegremente a las grandes corrientes espirituales del momento.
-En su discurso de ingreso en la Academia comentaba que la verdad había sido
sustituida en nuestra sociedad por un efecto de verdad que parece que a todos
nos convence. ¿Cómo salir de esta irrealidad que nos están vendiendo?
-Eso no se puede contestar rápidamente. No existen soluciones globales, hay
soluciones individuales. Cada uno debe de examinar por sí mismo dónde se
encuentra, qué falta de verdad tiene en su vida. Ese es el primer paso. No
existe nada que sustituya a la reflexión personal. No hay fórmulas que
solucionen los problemas. Es verdad que estamos sometidos a la publicidad, las
tonterías de los políticos y todo lo demás, pero el recurso es pensar y hacernos
responsables cada cual de sí mismo. Sé que esto que digo puede parecer un
tópico, pero lo creo sinceramente.
-¿Qué le supone ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua?
-No creo en las grandes trascendencias. En principio me supone un cambio los
jueves en el horario de trabajo. El resto lo veremos poco a poco. Estaré con un
círculo de personas admirables, muy sabias y el contacto con ellas -aunque sólo
sea una vez por semana-, será sin duda muy provechoso. Voy más bien a aprender
muchas cosas que a enseñar, y eso es algo muy importante. En cuanto a mi
aportación... ya se verá.
-¿Qué ha ganado usted con los años?
-He ganado tranquilidad y posiblemente sabiduría práctica, por lo menos.
Creo que soy mejor persona ahora de lo que era hace treinta años, que era un
tonto de capirote. La vida es una experiencia que si uno está lúcido, le
enriquece.
-¿Alvaro Pombo siempre ha tenido "Una ventana al norte"(*)?
-Soy una persona muy sensata, mucho más que los protagonistas de mis
novelas. Pero yo tengo una ventana al norte porque soy de Santander, y todos los
que somos de allí la tenemos. Pero también tengo los pies en la tierra y soy muy
sensato. Aunque parezca mentira, soy de las personas que menos ventanas al norte
tienen...
-No obstante, no es usted persona con fama de "morderse la lengua"...
-Soy una persona que trabaja con disciplina cuatro o cinco horas diarias y
que tiene los pies en la tierra. No veo a nadie, no tengo relación con la
tontería del mundo literario madrileño, el mundo gay o cosas por el estilo. Soy
más bien de filosofía que de literatura. Para mí es muy importante el estado de
reflexión. No soy para nada un bohemio. ∆