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EL ARBOL DEL BUHO

 

 

Cuando uno empieza a soñar se da cuenta de que nada en la vida es estático, que todo está en movimiento, en transformación, que el hombre está diseñado para superarse a sí mismo.

 

SEPTIEMBRE 2004

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SEPTIEMBRE
POR ELENA G. GOMEZ

El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños".(Eleanor Roosevelt)

Confieso que cada año me gusta más septiembre. Es una barrera natural que separa dos tiempos muy distintos. Con su llegada todo cambia, el bochorno y los calores del verano se transforman en un clima suave. Los cielos se vuelven más limpios, las montañas se iluminan con un color rosado que en ninguna otra época consiguen igualar. Pero sobre todo, se borran las prisas y los barullos del verano, dando paso a la serenidad de un tiempo que invita a la reflexión, a ir hacia dentro de uno mismo, a preparar un nuevo ciclo, a hacer proyectos y trazar nuevas metas.
Y es que septiembre es un mes para soñar, y cuando uno sueña lo que está haciendo en realidad es trazar un puente hacia el futuro, crear una razón y un motivo hacia el que caminar.
Por eso necesitamos soñar, y muchas veces el vacío que hay dentro de las personas se produce porque no hay sueños, porque cada uno no traza sus objetivos, sus metas.
Sin embargo, y aunque la capacidad de soñar no está en función de nada externo, no depende de nada material, ni de la situación social de cada persona, las características de los sueños sí están condicionadas por la escala de valores de cada persona.
Así, una persona materialista que sólo piensa en su situación económica y en poseer cada día más y más dinero, condicionará sus sueños a lo puramente material, mientras que una persona sensible a su entorno, dirigirá sus sueños a conseguir metas que ayuden a los demás. Uno y otro soñarán, pero el resultado, a la larga, no será el mismo.
Por eso es importante que tengamos sueños, pero también lo es que analicemos la naturaleza de éstos, que veamos hacia dónde nos conducen, que seamos conscientes de lo que implican.
Pero lo más mágico de la capacidad de soñar es soñarse a uno mismo. Ver cómo uno quiere ser, ver lo que le gusta de sí mismo y lo que necesita cambiar, crear una imagen de cómo quiere ser y caminar paso a paso y día a día hacia su objetivo.
Y cuando uno empieza a soñar se da cuenta de que nada en la vida es estático, que todo está en movimiento, en transformación, que el hombre está diseñado para superarse a sí mismo, y que sólo esto, sólo la necesidad de ser más, de alcanzar nuevas metas, de dominar su cuerpo, de descubrir la capacidad de su propia mente, es lo que da sentido a su vida.
Pero además, como los sueños están relacionados con la mente y en ésta no existen límites, uno puede ser generoso con sus sueños. Así, no tiene por qué conformarse con tener un solo sueño, sino que puede crear tantos como uno desee.
Yo tengo mi mansión de los sueños. Al principio era una casita pequeña pero poco a poco fui haciendo ampliaciones, levantando nuevos pisos, añadiendo habitaciones y complementos, porque un día me di cuenta que no era suficiente con soñar sino que tenía que hacer realidad mis sueños, y para ello necesitaba, según fuese el sueño, de otros accesorios. Por ejemplo, tengo un spray lleno de fuerza que utilizo siempre que realizar un sueño me lleva mucho tiempo y esfuerzo. Con el spray rocío los momentos de más intensidad y renuevo el objetivo por el que creé el sueño. También tengo una escoba con la que barro todas aquellas cosas que se tratan de meter por el medio del sueño, cosas que no son importantes y que me distraerían de mi objetivo. Además tengo un reconstituyente que me aporta confianza en mí misma, para cuando cometo errores, que se llama "el camino se hace al andar". En mi botiquín hay una crema antiinflamatoria compuesta básicamente de ilusión y positividad para cuando alguien a mi lado se empeña en hacerme creer que mi sueño no se puede realizar. Tengo también una sala de proyecciones donde proyecto mi vida y reviso si se ajusta o no a mis sueños.
Y tengo tres habitaciones especiales. En una es donde guardo mis sueños personales, aquellos que dependen sólo de mí, donde están mis metas y objetivos. Al lado hay otra donde están sueños relacionados con los demás. En ella hay espacio para las personas que forman parte de mi vida, para aquellas que están siempre a mi lado y para otras que pasan temporalmente por ella.
La última habitación es la habitación más especial. En ella está el Sueño, con mayúsculas, ése que rige todos los sueños de todo el mundo, ése que nos lleva a volar hacia otro tiempo y a otra dimensión, el que nos hace infinitos, pequeños y grandes a la vez, es una habitación que aparentemente tiene las paredes en blanco pero que si te concentras bien puedes ver que están escritas, llenas de ideas, de proyectos, de sueños del Soñador, y todo está lleno de magia, porque todo es infinito, y en el Sueño hay sitio para tus sueños, hay espacios en blanco para que cada uno de nosotros podamos escribir. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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