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OCTUBRE 2004

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ELECCIONES USA

ELECCIONES USA

El ciudadano yankee, poseedor de una mediocre cultura, convierte el patriotismo en la razón suprema de su existencia.


Estamos ante uno de los shows más espectaculares y más significativos del circo político mundial, las elecciones en los EE.UU. Pocas veces antes tal acontecimiento tuvo tanta expectación, prácticamente llevamos todo el año oyendo hablar del tema, y eso es así por la supuesta repercusión mundial que tendrá la posible reelección de Bush.
Después de comprobar lo que hizo en cuatro años de gobierno, la posibilidad de que disponga ahora de otros cuatro pone los pelos de punta al más calvo de los espectadores. Y mucho me temo que eso vaya a ocurrir.
La estrategia que el clan Bush ha tejido en torno a la reelección de su vástago-mascota, se ha basado en los principios básicos que sostienen, como pilares, la base ideológica del pueblo yankee. Estos son, la religión, la defensa de la identidad del pueblo americano, su supervivencia ante enemigos hipotéticos, y su supremacía como líder mundial, como salvador y velador del orden mundial.
Todo ello, para el americano de a pie, supone el no va más, una razón para morir o para matar.
Y Bush encarna todo eso, o mejor dicho, Bush repite, como lorito amaestrado, todas esas consignas que su padre y los amigos de su padre le mandan repetir. Y así el ciudadano yankee, poseedor de una mediocre cultura, convierte el patriotismo en la razón suprema de su existencia, hasta tal punto que no entienden ni contemplan la posibilidad de que Dios no sea también un fervoroso patriota yankee, por eso cuando el 11-S el mayor choque que los ciudadanos imperiales sufrieron, mucho mayor que la imagen de los terribles acontecimientos, fue el hecho de que Dios hubiera permitido que algo así les ocurriera a ellos, algo impensable, incomprensible, inadmisible.
Por eso Bush vive con la Biblia en la mano, por eso cuando un ciudadano le dice "Dios le bendiga", su respuesta es... "Ya me bendijo". Y todos se quedan tan contentos, porque eso es exactamente lo que necesitan creer, lo que les da fuerza, seguridad y convicción. El resto, la política exterior, la creciente miseria interior, la conversión de la democracia en una solapada dictadura, las mentiras, los fraudes electorales, el enriquecimiento brutal de los "amigos de papá" y el odio progresivo que la nación está despertando en el mundo, todo ello no importa a casi nadie, porque lo único que posee el ciudadano yankee es un globo hinchado con los colores de su bandera y dentro un montón de mentiras que parecen verdades, que tienen que ser verdades y que quien afirme que son verdades se convierte en su guía, mentor y líder supremo.
Al fin y al cabo se trata de votar por quien me diga lo que quiero oír, y también por quien me ofrezca una seguridad ficticia, pero que necesito creerme.
Y así las cosas, puede pasar de todo el próximo 2 de noviembre, pero si no gana Bush y gana Kerry, en realidad poco o nada va a cambiar, porque ninguno de los dos pinta nada en una sociedad manejada por el poder de las multinacionales y de personajes sin escrúpulos que están dispuestos a todo con tal de amasar más y más poder.
El mundo es tan sólo el escenario de sus "juegos", un espacio para desarrollar sus sueños de poder. Las víctimas de sus guerras son "daños colaterales". Sus víctimas, en cambio, son patriotas, héroes ficticios de su ambición.
Como dijo un tal Samuel Johnson en el siglo XVIII, el patriotismo es el último refugio de los canallas.
/ MC

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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