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OCTUBRE 2004
EL SUEÑO
E l ser humano vive inmerso en el
Sueño que una Mente poderosa creó como si el protagonista de una película se
tratara, sólo que en este caso no conoce el guión, ni tan siquiera se
imagina al Soñador, al Creador del Sueño.
Pero la existencia de la humanidad se desarrolla en el Sueño, porque el
Sueño fue imaginado para el ser humano, porque el hombre y su futuro es el
argumento fundamental del Sueño, un futuro que desde este presente
conflictivo y contradictorio no se puede imaginar, pero que fue ya anunciado
por los enviados del Soñador y que muy pocos supieron comprender más allá de
las interpretaciones y desviaciones de la mente humana.
Vivir en el Sueño es como ascender una gran montaña, en cuya aventura el
escalador tiene que utilizar todas sus facultades, arriesgarse hasta llegar
al límite, luchar contra las fuerzas que tratan de desanimarle, y nunca,
nunca, considerar a la montaña como a su enemigo, sino como una entidad que
le pone a prueba, que le exige y le premia con igual intensidad.
La vida, por tanto, nunca es nuestro enemigo, porque la vida es la expresión
del Sueño, el camino y sus circunstancias, lo que te prueba, te examina y, a
cambio, te da más y más fuerzas, más y más control, más y más seguridad en
ti mismo, porque te aporta el descubrimiento de unas facultades que
desconocías, de una capacidad que no te imaginabas, te va mostrando paso a
paso el hombre nuevo que mora en tu interior y que es, al final, el objetivo
del Sueño y la Idea del Soñador, mostrar que todos somos "a su imagen y
semejanza", o sea, Dioses.
Pero la "autopista" del Sueño es muy amplia y, sobre todo, no depende del
tiempo, sino del Espacio.
Se trata de recorrer un Espacio, el que existe entre nuestra mente limitada
y la Mente del Soñador.
De la misma forma, el escalador vive en el valle y penetra en el espacio de
la montaña "soñando" con su cumbre.
Tiene que recorrer un Espacio, pero en ese Espacio existen las condiciones
que la montaña marca, impone.
El Sueño es la cumbre, la montaña, el valle y el escalador. Todo ello es
uno, porque todo está comprendido en la Mente del Soñador, y porque El sabe
que los que se conforman con vivir en el valle algún día mirarán hacia la
montaña y empezarán a sentir la necesidad de alcanzar su cumbre. Sólo es
cuestión de tiempo, pero en la Mente del Soñador ese tiempo no importa,
porque el Sueño es la conquista del Espacio y lo que éste aporta al
caminante.
Cada prueba, cada dificultad, cada examen, esconden en su interior una
enseñanza, y también un premio.
Pero no hay premio sin esfuerzo, sin riesgo, sin sacrificio. Quien persiga
la placidez de una vida cómoda, sin riesgos, está negando el principio
básico de la existencia, está negando el Sueño y autoeliminándose del
futuro.
A veces ocurre que la montaña lo pide todo, que el precio de la cumbre exige
el valor de la misma vida, pero en el Sueño vida y muerte son dos caras de
una misma existencia, dos estados que se complementan y se suceden en el
sendero infinito del Sueño. Por eso, cuando la montaña se queda con la vida,
en la búsqueda incansable de la cumbre, en realidad te está conduciendo
hacia otro sendero, más interno, donde vas a experimentar otra faceta del
Sueño, otro aspecto que complementará y enriquecerá tu existencia. Porque el
Sueño está diseñado para que el hombre se acerque más y más al Soñador, pero
es el Soñador quien decide qué es lo qué necesitas y en qué momento.
La mejor forma de comprender el Sueño es desarrollando la capacidad de
soñar, porque al soñar manejas la sustancia madre del Sueño, aquello que te
conecta con tu más pura y preciada naturaleza y que te revela tu condición
de Hijo del Soñador. ∆ |
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