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EL ALEPH

 

Si nos echamos a los brazos de los americanos, y tragamos con los más radicales islamistas es porque nuestro mundo se rige por las normas más elementales de diplomacia y las buenas relaciones comerciales y políticas.

OCTUBRE 2004

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CARTAS HIPOCRITAS
POR JOSE ROMERO SEGUIN

Querido niño iraquí:
Te escribo a ti porque encarnas en tu violada inocencia todo el dolor y la tragedia que asola a tu pueblo.
Y lo hago para decirte que este terrible silencio trufado de insana celebración, no obedece en absoluto al desprecio por tu dolor. Nos sigues doliendo hijo, y seguimos pensando que los americanos e ingleses son unos criminales, y que jamás debieron invadir tu país, y que el nuestro jamás debió participar en esa ignominia. Y es que no hay derecho a que se interfiera en vuestro destino como nación, ni se expolien vuestros recursos.
Seguimos a su vez pensando que Sadam era un sátrapa de la peor calaña, que os robó el pasado y se disponía a robaros el presente y el futuro, y que explotaba para exclusivo beneficio de él, su familia y su grupo étnico, los recursos naturales del país.
Tenemos también la percepción de que los sacerdotes islamitas que ahora reclaman independencia no tienen otro afán que el de aprovechar la guerra para situarse en el poder e instaurar una dictadura de corte religioso.
Como ves no te hemos olvidado, cómo hacerlo, gracias a tu dolor conseguimos después de unas elecciones libres echar a un presidente bigotudo y de mal talante, y poner en su lugar a uno con una sonrisa amplia, con la mirada limpia, miembro de un partido que se define como progresista y amante de la libertad. Un presidente y un partido que como pudisteis comprobar, luchó con denuedo pancarta en mano, para evitar la guerra, luego para detenerla, y finalmente retiró las tropas que teníamos allí en una supuesta acción humanitaria.
Ahora querido niño ya no salimos a la calle a reclamar paz y justicia para ti, pero no porque no lo pensemos, sino que ahora nuestro dolor se acantona en el pecho y va con nosotros y en silencio. Y es que si gritamos en la calle, nuestro presidente va a tener que seguir luchando para que se restablezca la paz, y si sigue, se va a granjear la enemistad de las grandes potencias del mundo, y eso no lo podemos permitir, porque entonces quizá nuestro presidente pierda la sonrisa, el partido que lo sustenta su talante progresista y nuestro pueblo nuevas oportunidades de seguir gozando de todos los beneficios de este criminal mundo occidental al que pertenecemos. Y eso querido niño no lo podemos permitir, porque entonces serían nuestros hijos quienes sufrirían en sus carnes y encarnarían la terrible tragedia de su pueblo, como ahora y antes, vosotros.
Pero no os preocupéis, seguiremos presionando en la ONU, para que os sea devuelta la soberanía y se os libere del demonio americano. Y llamando resistencia a los hombres que militan la ambición de los clérigos, también a los que albergan la esperanza de la vuelta de Sadam. Sabiendo eso sí, y con toda certeza, que libertadores como esos no los querríamos para nosotros, porque nuestro mundo, civilizado, laico y libre, se desharía como si fuese nieve entre sus crueles y ardientes manos, pero tenemos el sincero convencimiento de que hoy por hoy ellos son vuestra única esperanza, ellos quienes os van a liberar de la tiranía americana.
Querido niño, confía en nosotros, porque nosotros estamos con vosotros en cuerpo y alma, y si ahora callamos y elegimos las palabras justas para vuestra defensa se debe a que tenemos que preservar nuestro presidente y a su partido, porque en su estabilidad radica nuestro bienestar y en él la posibilidad de ser tremendamente receptivos a vuestro dolor y complacientes con lo incierto de vuestro futuro en manos de los lobos que lo rondan.
Ya sé que os extrañará e indignará nuestro inexplicable silencio, nuestra rabia acallada, nuestro juego de complicidades dudosas. Pero nuestro discurso intelectual es más importante que vuestra boca, y si hemos dicho que la guerra era ilegal e injusta hemos de defenderlo hasta el final y si no lo hemos dicho también, y si preconizamos la derrota de la bestia yankee debemos alegrarnos de que las bombas de la "resistencia" le disuadan y humillen. Y es que nuestro discurso aunque te parezca mentira es quien va a poner las bases de la futura convivencia y está necesitado por ello de los primordiales y sólidos argumentos, de una razón exenta de intervencionismo y capaz de generar opinión. Nuestra guerra está en ganar la razón intelectual porque nuestro único conflicto es ese justamente, el de tener la razón, el de pertenecer al bando de los que estuvieran por la paz, llamada no intervención, contra los que estuvieron de acuerdo con la guerra, llamada intervención.
Y si nos echamos a los brazos de los americanos, y tragamos con los más radicales islamistas es porque nuestro mundo se rige por las normas más elementales de diplomacia y las buenas relaciones comerciales y políticas. En una palabra, que tenemos que estar con los nuestros, para no terminar como vosotros. Y es por ello y por preservar la seguridad por lo que ya no gritamos: "no al intervencionismo imperialista y no al extremismo islámico".
Como ves nuestras contradicciones no son sino pura hipocresía. En un mundo diseñado bajo esas coordenadas no es que ésta sea necesaria, sino que es vital. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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