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El mercado demanda, las escuelas forman. "Los intentos de liberalizar la educación en todos sus tramos forman parte de la globalización más agresiva defendida por instituciones como el Banco mundial o la OMC".

NOVIEMBRE 2004

PROFESORES ¿AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS?

Se encuentran cansados, desgastados y sin ilusión por el trabajo. La lucha de algunos profesores es a veces titánica. Les toca batallar entre unos alumnos desmotivados, padres despreocupados y una administración que no colabora tanto como sería necesario. Son muchos los que manifiestan públicamente su desencanto con la profesión. Son los profesores "quemados".
Texto: Carolina Fernández / Fotos: Fer

¿VOCACIÓN U OBLIGACIÓN?
Transmitir conocimientos, educar en valores, potenciar la imaginación, enseñar a pensar. Dar clases y ayudar a formar a las generaciones jóvenes. Ser profesor requiere grandes dosis de ilusión. Eso para empezar. Diríamos que hace falta entrega, capacidad de escucha y de diálogo, flexibilidad, firmeza, curiosidad, intuición y mucho, mucho trabajo dentro y fuera del aula. Y sin olvidarnos de unos conocimientos actualizados en tal o cual materia, listos para ser transmitidos a un grupo de alumnos que, normalmente, no querrían estar sentados en un aula escuchando al profesor. ¿Se puede pedir más? Pues sí. La escuela se coloca en el punto de mira cada vez que surgen problemas en la esfera de los jóvenes: drogas, racismo, violencia, marginación. Muchas veces la sociedad mira hacia el maestro exigiéndole funciones que los padres no realizan, o pidiéndole que sea capaz de contrarrestar la grandísima influencia de los medios de comunicación. Están en una incómoda posición intermedia, y se quejan: "Si las cosas salen bien, es que los alumnos son inteligentes; si salen mal, es que el profesor es malo". Las aulas son un punto donde confluyen muchos factores, que no siempre están relacionados con la enseñanza. Los niños y adolescentes son un espejo. Sus carencias son las carencias de su entorno. Muchas familias no saben/ no pueden/ no quieren ocuparse de la educación integral de unos chavales, que, en la mayoría de los casos, llegan a las aulas con una idea de su futuro bastante desdibujada y con poca motivación. El esfuerzo y la disciplina no son valores en alza. La sociedad les propone a cambio un modelo de ocio pobre y sin alternativas. El consumo es exaltado como un valor en sí mismo: tanto tienes tanto vales. A los profesores les toca, pues, lidiar con sus alumnos, los padres, la administración y, en ocasiones, sus propios compañeros; asumir trabajo administrativo y burocrático, trabajar fuera del horario lectivo, renovar conocimientos, sumarse al ritmo de actualizaciones que marcan las nuevas tecnologías. Y llegar a su trabajo a punto, listos para impartir una clase atractiva que no arranque los bostezos del auditorio. A pesar de todo lo nombrado, no es una profesión que cuente con un gran reconocimiento social. Y seguimos sumando: si bien en un pasado la enseñanza era una dedicación vocacional, hoy cada vez más es una opción a la que se ven abocados muchos profesionales por exigencia del mercado, es decir, cuando otras puertas se cierran, la docencia es lo que queda. Para muchos no es, pues, el futuro que habían soñado para sí mismos; una clase llena de adolescentes no es precisamente el lugar donde querrían estar.
Este sobreesfuerzo tiene un coste emocional importante que, si no se equilibra, acaba pasando factura.

"Se dice que la escuela hay que descentralizarla, flexibilizarla. Lo que se está persiguiendo en realidad es que entren en la escuela gestores que puedan comercializar con los contenidos".

 QUEMADOS
Miles de personas trabajan diariamente bajo presión y con un estrés permanente, una situación que si se alarga puede llegar a convertirse en crónica. Hablamos de médicos, enfermeras, policías, funcionarios... y profesores. Son mayoritariamente aquellos que trabajan de cara al público, relacionándose constantemente con otras personas, lo que implica una fuerte implicación emocional. Casi el 30% de trabajadores de la Unión Europea padece alguno de los síntomas relacionados con el "burn out". Trabajan "quemados", lo cual no es un mal menor, puesto que se traduce en absentismo laboral y bajas. A la Unión Europea le sale caro: unos 20.000 millones de euros cada año.
De entre todos los profesionales, los docentes conforman un colectivo con muchas posibilidades de sufrir estrés, depresión, y este síndrome, que en su origen se aplicó a los deportistas que pese a sus esfuerzos no conseguían los resultados deseados, y que ahora ha sido "adoptado" por otros profesionales.
Los problemas psicológicos son citados por ocho de cada diez profesores como principal dolencia de la profesión(1), se estima que hasta un tercio de los docentes podrían sufrir dolencias de tipo psicosocial, como el estrés, la ansiedad o la depresión(2). Aunque las cifras, dicen, no son de fiar. A veces ni siquiera se aprecian en los reconocimientos normales, o se disfrazan bajo otros nombres."Muchos profesores tienen vergüenza si lo suyo se cataloga como "psiquiatría", cualquier cosa antes que eso -apunta José María Avilés, doctor en Psicología y responsable de Salud Laboral de la confederación de STEs intersindical-. Hay montones de procesos de depresión o de estrés que se enmascaran bajo gripe, o enfermedad común, con lo cual no suman en las estadísticas. Los sindicatos tenemos las manos pilladas porque no manejamos datos reales y fiables". En la Unión Europea, la Agencia para la Seguridad y la Salud en el Trabajo ya ha dado la alarma: el 15% de las personas que trabajan en el sector de la educación afirma haber sufrido malos tratos físicos o psicológicos en su trabajo, lo cual está provocando un aumento alarmante del absentismo laboral.
Recientemente el STEs ha lanzado una campaña bajo el nombre de Por la mejora de tu salud laboral, dado el progresivo incremento de dolencias relacionadas con la ansiedad, la insatisfacción, la fatiga emocional, el estrés, el acoso, los problemas de voz, el burn out, la depresión, la culpabilización. Según denuncia este sindicato, las enfermedades de este tipo son catalogadas por la administración como psiquiatría en general. "En el mismo saco está metido un síndrome bipolar o una esquizofrenia, que un trastorno de ansiedad, o que una depresión -continúa José María Avilés-. Nosotros hemos denunciado la inexistencia de un catálogo fiable de enfermedades de bajas laborales, pero no se nos hace caso. Evidentemente si no existe un sistema pormenorizado de diagnosis y de catalogación de bajas, como en el cajón de la psiquiatría cabe todo, jamás vamos a poder tener datos que permitan afirmar que esto está aumentando o disminuyendo".
Sentirse mal pagado(3) y sobrepasado por el trabajo, estar desvinculado del centro y de los compañeros, mostrarse incapaz de hacer frente a los problemas de indisciplina y a los alumnos difíciles, o bien sentirse irritado o deprimido al acabar la jornada laboral, son, según los especialistas, síntomas claros de estrés laboral. Jordi Fernández, vicedecano de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala en una entrevista que entre las causas que desencadenan el estrés laboral docente destacan el estar pendiente de la conducta de los alumnos, captar su atención y controlar su comportamiento, tratar con la diversidad de necesidades educativas, conseguir motivarles para el estudio, hacer frente a los indisciplinados, superar los conflictos con otros compañeros y tratar con los padres. "Pero como resumen se puede decir que el estrés laboral docente surge cuando hay un desequilibrio entre los objetivos pedagógicos y los recursos de los que se dispone para conseguirlos." Para este especialista el docente quemado es una persona que se siente fatigada y sin energía, insatisfecha con su trabajo, muy crítico con su entorno laboral, pero a la vez muy resistente al cambio. Si la situación persiste, el profesor "se quema".
La cuestión ha llegado incluso a los tribunales(3). Un juzgado de Barcelona ha reconocido como accidente de trabajo el síndrome de burn out de una profesora que sufría estrés y ansiedad, y ha concedido a esta docente la incapacidad permanente absoluta para desempeñar su labor. La sentencia ponía énfasis en que esta dolencia "no surge de manera súbita, sino que es un proceso continuo", consistente en un "estrés de carácter crónico experimentado progresivamente en el contexto laboral".

La adolescencia es una edad compleja. "Necesitan afirmarse y tienen que medirse con otros. Forma parte de la evolución humana, pero pienso que se han traspasado mucho los límites en cuanto a la falta de respeto y a la posibilidad incluso de agredir al otro".

La relación con los alumnos juega un papel fundamental. Se han detectado casos de profesores de centros conflictivos que presentan una especie de fobia a las clases, o manifiestan su miedo a acudir a las aulas a hacer su trabajo. Esos conflictos, que muchas veces se vuelven contra el profesor en forma de coacciones, amenazas o intimidaciones, aumentan el desgaste. La indisciplina y la falta de respeto enturbian la relación y llegan a hacerla insostenible. La presión aumenta si además hay fricciones con los padres o una mala relación con el resto del profesorado. Viendo esta necesidad, cada vez más centros están introduciendo y potenciando cursos de formación del profesorado en recursos psicológicos y resolución de conflictos.
El doctor en Psicología y Pedagogía y profesor de la Universidad Complutense, Valentín Martínez Otero reflexiona sobre el tema(3). "La relación con los alumnos -dice- es uno de los aspectos potencialmente más gratificantes, pero lo cierto es que en un número significativo de casos esta comunicación está presidida por la tensión, ya sea por indisciplina de los escolares, ya porque el docente carezca de habilidades sociales. En ocasiones, la convivencia en los centros escolares se rompe hasta el punto de que el proceso educativo se convierte en labor imposible".
Pero hay más factores que influyen en el deterioro progresivo de las circunstancias en las que estos profesionales realizan su trabajo. "Desde el momento en que la educación pierde su finalidad estricta y meramente educativa y aparecen otros fines más lucrativos para que sea rentable, las condiciones empeoran, los trabajadores desarrollan su labor con más dificultad y no es casual que aparezcan síndromes, síntomas e incluso enfermedades que nosotros consideramos que son profesionales. Para saber las causas hay que abordar el tema desde su raíz, porque es muy fácil decir que el profesorado está quemado, pero hay que analizar por qué desde una perspectiva más amplia". El sindicato STEs refleja en su campaña una serie de puntos que influyen en el día a día de las aulas, por ejemplo, el descenso de la inversión en educación en los últimos años, y el modelo directivo autoritario de gestión, que obliga a los centros a depender directamente de las administraciones: los consejos escolares pierden poder, los órganos de gobierno de la universidad pierden control democrático. El poder adquisitivo de los trabajadores baja, y hay grandes diferencias entre las comunidades autónomas. En cuanto a la salud laboral, hay una total inexistencia de planes realistas de prevención y no se tiene en cuenta la perspectiva de género en una profesión eminentemente femenina. Falta reconocimiento y apoyo social. Se les pide continua formación y reciclaje, fuera del horario lectivo, cosa que no ocurre en otras profesiones; adaptación a los cambios sociales que traen, entre otras cosas, clases con mucha diversidad que requieren más atención y plantean una exigencia emocional cada vez mayor. Y eso en medio de una gran inestabilidad en el empleo. Algunos profesores viven en la cuerda floja: hoy dan lengua y mañana educación plástica; hoy tienen horas pero no saben si el año próximo se caerán de las listas.
Con todo, y en un sistema que devora las utopías, sigue habiendo profesores que mantienen la ilusión y la bandera de la vocación por encima de todo, conscientes de la importancia de la figura del maestro. Es el milagro de la enseñanza.

La relación con los alumnos juega un papel fundamental. Algunos profesores presentan una especie de fobia a las clases, o manifiestan su miedo a acudir a las aulas a hacer su trabajo. La indisciplina y la falta de respeto enturbian la relación.


La educación
una mercancía

Esas eran las intenciones de la Organización Mundial de Comercio cuando en noviembre de 2001, en la Conferencia Ministerial de Qatar, trazaron las líneas de un nuevo camino para la educación: el liberalismo económico aplicado a la escuela, los sistemas educativos de cada nación trabajando con las grandes empresas, cuyas inversiones empezarían poco a poco a marcar, a partir de entonces, el rumbo de los programas de formación. Es decir, el mercado demanda, las escuelas forman. En su día, representantes de la Federación de Enseñanza de CC.OO. denunciaron que "los intentos de liberalizar la educación en todos sus tramos forman parte de la globalización más agresiva defendida por instituciones como el Banco mundial o la OMC.(...) La educación no puede ser tratada como una mercancía, ni quedar expuesta a la desregulación por parte de los gobiernos nacionales en beneficio de las inversiones especulativas transnacionales. Una vez más, mantenemos que la educación es un derecho universal y es responsabilidad básica de los Estados poner a disposición de todos los ciudadanos los recursos financieros necesarios, para que los niños, los jóvenes y los adultos dispongan de igualdad de oportunidades educativas de calidad".
Es un proceso lento pero inexorable. Algunos le han llamado la "macdonalización de la enseñanza", y no es para menos. Al igual que la cadena de hamburguesas, comercializa lo que la gente quiere consumir (¿o lo que viene bien al mercado?) y sus menús son uniformes. La misma cheeseburguer se come en Madrid o en Moscú. Los mismos programas educativos en distintos países. La oferta se estandariza. Los temarios se hacen cada vez más uniformes, pensando en las necesidades del mercado y en el beneficio. Un alumno es una inversión que debe ser rentable. Por eso las asignaturas de ciencias humanas están de capa caída. ¿A qué empresa le interesa la investigación en filosofía? "Importa mucho que un alumno sepa montar un cable con un receptor, pero no importa tanto darle una formación general o humanística. El objetivo es formar trabajadores que tengan competencias específicas, que sepan hacer su trabajo y sean fácilmente usables. Son los trabajadores kleenex", explica José María Avilés. La privatización de la educación, se quejan sus detractores, hará más patentes las desigualdades sociales y las oportunidades de acceder a la educación, que lleva camino de convertirse en un suculento negocio. En Estados Unidos, país pionero en estas tendencias, es habitual que los paquetes pedagógicos de algunas escuelas estén subvencionados por alguna gran firma comercial, que evidentemente vela para que los programas educativos concuerden con sus intereses. Allí las dos principales firmas que se dedican a la comercialización de la educación superior, Apollo y Sylvan Learning, cotizan en bolsa.
En España empezamos a ver esta tendencia. "Para facilitar esta introducción de las empresas y de los intereses económicos en el mundo de la educación se está empleando un lenguaje muy equívoco. Se dice que la escuela hay que descentralizarla, hay que darle más autonomía, flexibilizarla, etc. Lo que se está persiguiendo en realidad es que entren en la escuela gestores que puedan comercializar con los contenidos", denuncia Avilés.
La Universidad, y dentro de ella la investigación, es el plato más apetitoso. "La LOU es la plasmación pura y dura del triángulo empresa, Universidad y administración. De otra manera no sería posible que consiguiera los logros que se pretenden". En primaria y secundaria nos encontramos con la LOGSE: la clasificación del alumnado en itinerarios, es decir, la segregación del alumnado. Los alumnos más exitosos siguen un camino y los menos exitosos enfilan sus pasos hacia tareas de mercado menos cualificadas. En FP, se está viviendo "la desregularización total y absoluta, lo formativo por lo comercial, al perder los centros formativos la capacidad de titular, a favor de las empresas".
Esta es una tendencia generalizada, consecuencia directa de la globalización económica, y que se puede apreciar en distintos países independientemente del distinto signo político de sus gobiernos. "A nivel europeo, da igual que miremos a un Estado o a otro, porque las dos grandes opciones políticas, la conservadora y la socialdemócrata, en el fondo no discrepan de esta filosofía. Quizás la socialdemócrata maquilla un poco más esta tendencia para que sea menos grosera de cara al exterior, mientras que a la conservadora no le importa tanto que se vea tanto y que sea tan sangrante", opina José María Avilés.

Los problemas psicológicos son citados por ocho de cada diez profesores como principal dolencia de la profesión.

Aulas en conflicto
La agresividad en las aulas no ha dejado de aumentar en los últimos diez años, hasta llegar a duplicarse el nivel de violencia en los colegios entre compañeros. Esa es la voz de alarma que da la pedagoga Nora Rodríguez en el libro Guerra en las aulas. Según sus datos, entre cuatro y seis niños de cada diez son víctimas de ataques (físicos y psíquicos) o de intimidaciones por parte de otros niños de la clase, mientras que hace diez años, la cifra de agredidos por algún compañero violento no era más que de uno o dos de cada diez.
Para Eva Carulla, trabajadora social especialista en resolución de conflictos, es importante no hacer un análisis simple de este problema, reduciéndolo sólo al ámbito escolar, puesto que los alumnos reciben otras muchas influencias. "A través de películas, de vídeo juegos, de la prensa, la radio, se está mostrando un modelo muy defensivo para afrontar los conflictos, que es atacar al otro. Lo que tratamos de proponer en mediación es otra manera de hacerlo, partiendo de que cada uno de nosotros tenemos muchos recursos para enfrentarnos a este tipo de situaciones, en vez de recurrir siempre a este único modelo de defensa y ataque". La adolescencia es una edad compleja en la que las personas se construyen a sí mismas. "Necesitan afirmarse y tienen que medirse con otros. Esto está bien y forma parte de la evolución humana, pero pienso que se han traspasado mucho los límites en cuanto a la falta de respeto y a la posibilidad incluso de agredir al otro".
Cada vez que se producen situaciones de este tipo en las aulas, la vista se gira hacia los profesores: "No tienen una preparación técnica en gestión de conflictos ni muchas veces en habilidades sociales". Eso lleva a carencias, a que no sepan qué hacer cuando se encuentran con determinadas reacciones de los alumnos. "El profesorado realmente está viviendo una situación muy difícil, porque además de dar sus clases tiene que abordar la educación en comportamiento, en habilidades, en gestión de conflictos, y no están preparados para esto. Queda todo en función de la persona y de su manera de ver la educación. Hay quienes se ciegan mucho en la disciplina muy autoritaria, muy punitiva. Es cierto que cuando las personas viven una situación difícil tienden a cerrar posiciones, pero no podemos polarizar y defender que sólo hay una manera de hacer las cosas. Es la combinación lo que funciona".
Ante esto, la figura del mediador se plantea cada vez más como una posibilidad válida para superar este tipo de situaciones. "La mediación escolar cada vez tiene más demanda y más necesidad, y esto es gracias a profesores que están muy implicados y que ven que su manera de hacer no funciona, que sigue habiendo conflictos, más agresividad cada vez, y que no tienen herramientas para gestionarlos. Ven la necesidad de buscar alternativas. Una de ellas, la mediación".
Cataluña es pionera. Gracias a un programa de la Generalitat, hay profesores que forman a otros profesores, y éstos a sus alumnos. Si no es suficiente se echa mano de entidades externas que también se dedican a la resolución de conflictos. "En las aulas hay muchas situaciones cotidianas que tienen que ver con la falta de respeto, con la intolerancia. En los últimos años estamos viendo que se junta gente de muchos orígenes geográficos. Esto está provocando conflictos muy fuertes. Una vez por ejemplo me encontré en un aula en la que los de China estaban en contra de los de origen africano, y a su vez contra los de origen catalán o español. Era un juego de poderes para ver quién podía más. Los profesores no están preparados para afrontar esto".

"Estamos en un momento en que los padres son muy permisivos. El alumno tiene de todo, se le consiente todo, por eso no son capaces de valorar las cosas. Nosotros lo estamos viendo todos los días"

El IES Valle de Aller (Asturias) es uno de los numerosos centros en todo el territorio español que ha empezado a aplicar técnicas de mediación de conflictos. Para Marel Castañón, responsable del proyecto, la experiencia está resultando muy positiva, incluso para aquellos que no participan directamente. "El resto del profesorado ve con buenos ojos el proyecto. Hacemos cosas que luego ellos llevan a las tutorías, y que les están haciendo cambiar su esquema sobre la conflictividad, también ven que los alumnos lo van aceptando. Lo ideal sería que en un centro estuviéramos prácticamente todos los profesores involucrados, pero mientras dejen trabajar a un grupo e incluso sean receptivos, eso ya es positivo". La responsabilidad de los padres es fundamental. "Estamos en un momento en que los padres son muy permisivos. Se trata de una generación de padres jóvenes que creen que lo importante es que su hijo 'tenga lo que yo no tuve'. El alumno tiene de todo, se le consiente todo, por eso no son capaces de valorar las cosas. Esto nosotros lo estamos viendo todos los días: si sólo suspendes dos te compro una moto o la play. Si yo cuando era niña hubiese tenido todo con tanta facilidad, no sé si me hubiera esforzado. Y luego tenemos esa idea del padre que dice "es que yo soy amigo de mi hijo" Un padre no puede ser amigo, un padre tiene que ser padre, y después tendrá una relación de más o menos confianza. Eso se ha perdido, y ahora mismo es un problema grande". "Tanto en lo académico como en lo familiar, hay que establecer escalas de valor -opina Antonio Soto, presidente de la FAPAS Miguel Virgós-, recuperar el respeto, la disciplina. Todos, incluidos los padres, debemos hacer un esfuerzo para que se revise la excesiva permisividad, y el hecho de que la influencia mayoritaria la reciban los jóvenes de agentes externos a la propia familia y a los centros. Tenemos que revisar estos aspectos y recuperar la disciplina y el respeto para que esta situación no se agrave". La clave, pues, está en la combinación de todos los factores: "Yo creo que es una actividad compartida -continúa Soto-. No se puede delegar en los centros cuestiones que son propias de la actividad familiar". "A veces el profesor logra muchas cosas -añade Marel Castañón-, pero luego va a casa y aquella labor que ha hecho está perdida. La educación tiene que ser a tres bandas: padres, alumnos y profesores. Si alguno se pierde por el camino no llegamos a ningún sitio". ∆

(1) La Salud Laboral Docente en la Enseñanza Pública, Federación de Enseñanza de CC.OO.
(2) Federación de Enseñanza de UGT en Madrid • (3) Publicado por la revista MUFACE, nº 190. 2003

 

 FUSION OPINA

Se dice que el desarrollo de una sociedad se aprecia en el trato que da a sus ancianos y a sus niños. Los primeros, representan la herencia del pasado, los valores que perduran en el tiempo, la serenidad, la experiencia y la sabiduría. Los otros, niños y jóvenes, son la esperanza para el futuro, la renovación, las ideas, la frescura, la fuerza, la imaginación. Niños y jóvenes son tierra fértil en la que sembrar valores y conocimiento. Son mentes limpias que reciben impactos desde mil ángulos distintos, influencias, contrastes, mensajes de todo tipo.
Vivimos en un mundo pobre en valores, desorientado, sometido a un bombardeo constante de informaciones contradictorias. La mejor herencia para quienes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de construir la sociedad futura, es enseñarles a navegar en este complejo entramado de intereses que componen la sociedad de nuestro tiempo. Por encima de otros conocimientos, habría que enseñarles a pensar, a valorar por sí mismos lo que les ofrecen, a decidir qué caminos son los que llevan más lejos.
Pero ¿se está preparado para afrontar el reto? Los padres son el primer apoyo, el fundamental. Los profesores, el segundo. Entre ambos, se supone, se ha de ayudar a construir personas completas en todos los sentidos. Pero la realidad suele ser otra. Los hijos heredan la inmadurez de sus padres, y completan lo que les falta bebiendo de otras fuentes, que no siempre son las que necesitan. Los maestros deberían complementar la educación, pero se encuentran con la responsabilidad de improvisar en el aula para cubrir las deficiencias que se traen de casa. Si los profesores "se queman" es quizás porque se les pide que tiren de un carro demasiado pesado, y carguen con responsabilidades que no les corresponde asumir en solitario. No es un problema particular de un colectivo aislado. Es el fallo de un eslabón, que pone en peligro la cadena entera.
Y lo que se juega es el futuro. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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