NOVIEMBRE 2004
TOMAS ABELLA
FOTÓGRAFO
Dice este fotógrafo que lo suyo está en los genes. Nieto de un
represaliado de la Guerra Civil que se ganaba la vida como retratista,
Tomás Abella dejó sus estudios de Biología por la fotografía más
comprometida.
Estos días publica EXIT (Ed. Blume), un libro sobre la inmigración que
muestra las causas de los flujos migratorios y acompaña los primeros
pasos de los emigrantes hasta que consiguen un empleo.
Texto: M. Iglesias
Años de
inmigración
-Comenzaste en el 87 en Nicaragua y has desarrollado
principalmente tu trabajo en Hispanoamérica, ¿qué esconde ese continente
que, pese a la situación que vive, nos atrae tanto a los españoles?
-Sí, generalmente he trabajado allí y ciertamente nos atrae mucho,
pero hay una cierta contradicción: en teoría sí que nos llama la
atención muchísimo América Latina pero, en comparación con Francia y los
países de la Francophonie a los que allí dedican páginas en los
medios de comunicación, en España no se tiene interés ni se realizan
análisis sobre la situación de América Latina en los medios.
-¿Qué te gustaría denunciar en voz muy alta?
-Me lo pones difícil... son tantas cosas. En fin, ¿cuántas personas
pueden habitar el planeta en igualdad de condiciones? ¿Hacia qué modelo
vamos? ¿Qué rumbo llevamos? Porque esta sociedad de consumo habita en
una ilusión que no se puede sostener de espaldas a tres cuartas partes
de la población mundial. Por tanto, habrá que encontrar nuevas
soluciones a los retos que nos encontramos en nuestras sociedades
contemporáneas. Así que, ¿hasta dónde vamos a crecer, hasta cuándo, para
qué y cuántos van a ser beneficiarios de ese desarrollo? Igual es que
somos muy hipócritas y de alguna manera intuimos que ese desarrollo va a
ser imposible para la mayoría de la humanidad. Y si eso no somos capaces
de ponerlo encima de la mesa, pues el futuro tiene muy mal aspecto.
-Acabas de publicar EXIT sobre la inmigración, ¿qué te
queda dentro de este trabajo?
-La reflexión es que quizás por primera vez en la humanidad tenemos
una concepción más o menos global de cuál es la situación que viven
otras personas en otros países. Y yo he constatado que cuando la pobreza
extrema se vuelve insostenible la gente se marcha. Por tanto yo creo que
toda la gente tiene todo el derecho a intentar buscar alternativas a una
situación que encuentra insostenible.
-¿Somos hipócritas con los inmigrantes porque no
queremos que vengan a trabajar aquí y luego los empresarios les dan
trabajos que ningún español acepta, aprovechando la situación?
-Claro. Lo que se dice es una cosa y luego se hace otra muy
diferente. Fíjate que todos los que denuncian esta situación de
inmigración como avalancha son los mismos que defienden las leyes de
mercado como las perfectas para la asignación de recursos. Entonces si
hay aquí inmigrantes que en su mayoría están trabajando -de una manera
legal o no-, eso quiere decir que hay un mercado de trabajo que asimila
a toda esta mano de obra exterior porque es necesaria. Posiblemente sin
ella algunos sectores productivos de nuestro país no serían competitivos
en los mercados internacionales. La política del PP durante los ocho
años parecía muy perversa pero era genial: por una parte se cumplían las
expectativas de estos sectores económicos a base de mano de obra en gran
parte explotada, y después cada cuatro años podían utilizar la cantinela
electoral de que la inmigración estaba relacionada con la delincuencia.
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