Existe un antes y un después de las elecciones catalanas. El triunfo del
tripartito de izquierda y la derrota de CIU después de 23 años de gobierno
conservador, ha levantado el malestar general entre la clase política. Luego
llegan las conversaciones de Carod Rovira con ETA. Todos estos elementos son
sometidos a análisis por el sociólogo Marcos Roitman Rosenmann.
-¿Qué puerta abrió el tripartito catalán que hizo saltar la alarma
a la mayoría de la clase política de este país?
-El triunfo supuso el fin de una etapa que cubre toda la transición. Su
ocaso conlleva una redefinición de alianzas y de estrategias políticas a
medio y largo plazo para los dos grandes partidos, el PSOE y PP. El paso de
CIU a la oposición y el ascenso de Izquierda Republicana son síntomas del
agotamiento de una forma de interpretar el Estado de las Autonomías. La
dinámica de acuerdos fáciles y de intercambio de espacios de poder entre la
Generalitat y el Gobierno Central, acaban por diluirse y dan paso a una
nueva dinámica caracterizada por el conflicto de intereses entre quienes
configuran el tripartito y la forma de interpretar los Pactos de Estado. Sin
lugar a dudas, es un punto de inflexión que también afecta a las formas de
tratar el problema vasco. El tripartito, mucho más cercano a las tesis del
PNV, puede terminar por abrir espacios políticos donde queden en entredicho
las acciones realizadas desde el Parlamento para criminalizar cualquier
conducta nacionalista construida al margen de la idea españolista diseñada
por el PP y apoyada sin grandes problemas por el PSOE. Ése es el peligro.
-Se filtra una información desde el CNI asegurando que Carod Rovira ha
mantenido conversaciones con ETA. ¿Por qué tanta descalificación cuando
otros políticos hicieron lo mismo en otro tiempo?
-El problema no estriba en filtrar información o haber hecho lo mismo.
La diferencia radica en quiénes toman la iniciativa, ya que sus objetivos y
sus principios rompen la unidad del pacto antiterrorista. Significa un acto
de valentía y voluntad política para dar una salida al conflicto vasco.
Aceptar la existencia política de ETA es ya un gran avance, en tanto
reconoce a sujetos sin los cuales cualquier estrategia será siempre fallida
y limitada a su exterminio físico. Cuestión más que criticable, si
consideramos que en treinta años de pensar de esta manera, sólo se han
conseguido más sentencias condenatorias y ningún avance en la solución del
conflicto.
-¿Qué lectura tiene este hecho dentro del contexto actual?
-Esta pregunta tiene dos perspectivas. El seguimiento de personas cuya
manera de pensar se distancia de lo políticamente correcto es síntoma de un
proceso de involución política. ¿Quién o quiénes autorizan a espiar al
margen de la ley? Asistimos a la transformación de los servicios de
inteligencia en nuevas Gestapo, en tanto que el Gobierno marca
objetivos y los servicios de inteligencia se encuentran con las manos libres
para realizar cualquier acción delictiva. Sabedores que son apoyados por una
autoridad que participa de dichos métodos campan por sus fueros,
sobrepasando peligrosamente el Estado de Derecho. La otra perspectiva es
aquella de la guerra preventiva en la lucha contra el terrorismo mundial. En
ésta cabe todo: mentira, farsa, traición y asesinato. Sólo con observar el
grado de cinismo para justificar un ataque a Irak en función del peligro por
armas de destrucción masiva y ahora saber de su inexistencia, nos muestra
hasta dónde se puede llegar para realizar planes calenturientos y fuera del
derecho internacional. Llevado al plano interno, cualquier justificación es
buena aunque ésta sea falsa.
-El tema del terrorismo vuelve a primera línea. Se celebra un Congreso
Internacional de Víctimas del terrorismo. Artistas que no participan del
discurso de determinadas plataformas o asociaciones de víctimas, son
criticados y censurados. ¿Peligroso momento para una democracia?
-Cuando hablamos de terrorismo y sus víctimas, pensamos en una
definición amplia del concepto que abarque todo tipo de terrorismo:
político, social, cultural, económico y militar. Sin embargo, su uso
maniqueo en poder de quienes se arrogan su representatividad es de por sí un
acto ideológico con fines bastardos. Mal vamos cuando los representantes,
con el odio y la descalificación hacia otros, o con la exclusión deliberada
de algunas víctimas, se vetan políticamente para participar de sus sesiones,
eso supone en sí otro acto de terror, mucho menos visible, pero igual de
condenable. Si por alguna causa llegaran a ejercer el poder, lo harían a
través del miedo, la coacción, la presión violenta y la descalificación.
Como muestra, basta la actitud que tomaron con el director de cine Medem y
su obra "La pelota vasca". Respecto a si son un peligro para la democracia,
la respuesta es sí; desde el momento que niegan la libertad de expresión y
se arrogan los censores de aquello que es y no es terrorismo.
-¿Qué papel están jugando en todo esto los partidos mayoritarios PP y
PSOE? ¿Qué ganan con ello?
-Los partidos mayoritarios se mantienen firmes con la monarquía.
Recordemos que su origen es espurio y de difícil justificación para quienes
lucharon contra la tiranía franquista. No olvidemos que hemos pasado del
Caudillo por la gracia de Dios, al Rey por la gracia de Franco. Más allá de
ser republicano o monárquico, lo cierto es que se busca por todos los medios
lograr una continuidad a la dinastía borbónica. Nada hace pensar que tras
ese reinado no pueda haber un refrendo sobre la forma de Estado. En el siglo
XXI que existan personas que no puedan ser juzgadas por cometer delitos al
declararlas no sometidas a la ley, es ya una anomalía, cuando no, una
bofetada al orden democrático de mandar obedeciendo. Las leyes no sólo deben
ser buenas y justas sino que deben aplicarse a todos sin distinción. Los
reyes y su familia por lo visto, no. ¿Qué ganan estos partidos? Su propia
continuidad y gozar sin grandes sobresaltos de un poder compartido. En esto
el estar dispuesto a todo con tal de no cuestionar la monarquía, es su carta
de supervivencia. ∆