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MARZO 2004

MILENIO MUJER

GABRIELA ACHER
-Humorista y escritora-

GABRIELA ACHER

Esta actriz de comedia afincada en Buenos Aires se ríe ante todo de sí misma, lo que le ha valido los premios Martín Fierro y Estrella de Mar, en televisión y teatro respectivamente. Siempre a la búsqueda de nuevas perspectivas de la realidad, recientemente ha publicado el libro Si soy tan inteligente... ¿por qué me enamoro como una imbécil?, donde afirma en clave de humor que el romanticismo que anula a muchas mujeres es un invento interesado de la sociedad patriarcal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"La amistad de las mujeres produce una endorfina que se llama oxitocina, fundamental para la
alegría y la supervivencia, que se produce cuando las mujeres están juntas"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


"Ser mujer es algo muy poderoso, un cuerpo femenino es lo más cercano a la divinidad que existe en la tierra"

 

 

 

 

Texto: Marta Iglesias
Foto:  (c) Alejandra López


Pero no encontraremos en estas páginas un feminismo radical, sino más bien caricaturas de mujeres que despiertan una sonrisa y alguna que otra reflexión. De hecho por su lucha a favor de la igualdad entre mujeres y hombres, Gabriela Acher ha recibido el premio Elvira Rawson.

-En tu libro tratas el romanticismo como una enfermedad, ¿qué capacidades anula en las mujeres?
-En principio nos anula nuestra propia personalidad, creo que muchas veces nos anula el raciocinio y sobre todo nos aliena de nosotras mismas. Somos capaces de hacer cosas que no tienen que ver con nuestra naturaleza.

-Afirmas que el enamoramiento es algo cultural...
-Absolutamente.

-¿Y cómo se va transmitiendo de generación en generación?
-Yo creo que es algo que se transmite por las madres, pero fundamentalmente por la cultura. No te olvides que esta cultura nos ha hecho a nosotras dueñas del amor y a ellos dueños del dinero. No sé si hicimos un buen negocio (risas). Si Dios le dio la billetera a los hombres y el útero a las mujeres no estamos bien paradas en la vida.

-Sólo queda el consuelo de que no fue Dios, sino nosotros quienes hicimos el reparto.
-No, claro, la Diosa no hubiera hecho algo semejante.

-¿Consideras que Dios es femenino?
-Creo que el Dios es tan femenino como masculino, pero si tengo que buscar una imagen de Dios, una mujer pariendo me parece mucho más cercana a la creación que ninguna otra imagen. Yo creo que viene una época de lo femenino, un nuevo mundo más feminizado pero por una necesidad de equilibrio. El mundo está muy inclinado hacia lo masculino, es muy patriarcal y las mujeres no tenemos ni siquiera una imagen divina en ninguna cultura, en ninguna religión y esto ha disminuido mucho nuestro alimento espiritual como mujeres. Hemos tenido siempre que responder a una imagen masculina, Dios es un señor con barba que nos juzga desde lo alto. Empezando por ahí, tenemos el condicionamiento cultural de las religiones, y de las leyes que nos han hecho creer que por más que seamos exitosas en lo profesional, sintamos que nuestra vida no está completa si no somos exitosas en el amor.

-¿Qué se esconde tras la figura idealizada del príncipe azul?
-Para mí el príncipe azul tiene que ver con una princesa escondida en una torre a la cual hay que salvar de algo. Pero ésta es una imagen antiquísima que no tiene nada que ver con las mujeres de hoy. Necesitamos nuevos mitos y nuevas imágenes de mujeres poderosas y exitosas en la vida y en el amor, porque hoy en día parecería que las dos cosas no se pudieran juntar. Los mitos antiguos del príncipe azul ya nos aprietan de sisa a las mujeres de hoy.

-¿La búsqueda de ese príncipe azul idealizado desvía a las mujeres de la verdadera búsqueda, la de ellas mismas?
-Por supuesto. Es una anestesia cultural creada para que no nos ocupemos de nosotras mismas. El miedo del hombre hacia el feminismo es infantilismo en realidad. Ellos tienen el deseo de una mujer madre por siempre ocupada totalmente de ellos, entonces cuando la mujer se ocupa de sí misma ellos tiemblan. En cambio yo creo que tenemos que crear nuevos vínculos, nuevas relaciones más igualitarias, donde un hombre y una mujer puedan ser cada uno completos en sí mismos. Además las mujeres siempre vamos a querer amar, es parte de nuestra naturaleza, cosa que el varón desconoce y por eso le hace temer. Es algo tan excelso lo que pasa en el cuerpo de la mujer que el varón ha necesitado apoderarse de ese milagro y esconderlo dentro de casa, y eso nos ha alejado de nuestro propio poder. Ser mujer es algo muy poderoso, un cuerpo femenino es lo más cercano a la divinidad que existe en la tierra.

-En esta búsqueda pendiente de la condición femenina. ¿Qué papel juegan las mujeres que tenemos a nuestro alrededor?
-Un papel primordial, porque la cultura también nos ha hecho creer que las otras mujeres son competidoras, ya que si el hombre es lo más importante en nuestras vidas, el resto de las mujeres son un peligro. Pero ahora me parece que culturalmente está apareciendo una especie de espíritu de raza de las mujeres, que es reconocernos en las otras. Porque las mujeres, si bien no somos todas iguales, nos pasan las mismas cosas. Un cuerpo de mujer te condiciona a ciertas experiencias de la vida, que son intransferibles al otro sexo. La vida marca muy fuertemente el cuerpo de la mujer y eso nos hace más cercanas a la vida que el varón. Por eso yo pienso que si en un futuro las mujeres pudiéramos manejar este mundo nunca lo podríamos hacer peor que los varones; no sé si alguien lo podría hacer peor (risas). Entonces yo apuesto por un futuro de mujer.

-¿Qué puede hacer una mujer por otra mujer?
-Puede hacer muchísimo. En principio reconocerse en todas las mujeres. A mí esto me ha pasado a través de mi humor. Cuando empecé a escribir mis propias experiencias con humor me di cuenta de cómo esto repercutía en las otras mujeres y tomé esta conciencia de raza, de saber que todas las mujeres somos lo mismo en un punto. Debemos reconocernos en las otras, tenemos que compartir nuestras experiencias y tenemos que hacer sentir nuestra voz en el mundo. Hace un tiempo me pasaron un informe que afirmaba que las mujeres viven más porque tienen estos vínculos con las otras mujeres. La amistad de las mujeres produce una endorfina que se llama oxitocina, fundamental para la alegría y la supervivencia, que se produce cuando las mujeres están juntas. Así que además la amistad femenina, el vínculo entre las mujeres, produce algo que nos hace vivir más.

-Tu libro plantea que el romanticismo no es innato, sino que se alimenta desde sectores masculinos para que las mujeres no despierten. ¿Por qué?
-Por miedo. El patriarcado nació por miedo. Si vos estás seguro de vos mismo no necesitás someter a nadie. La necesidad de someter viene del miedo al poder del otro. Mi teoría es que el hombre primitivo se debe haber asombrado muchísimo de lo que pasaba en el cuerpo de la mujer y no debe ni siquiera haber sabido cuál era su participación en eso. Entonces ese miedo hizo que redujera por la fuerza física a la mujer porque en ella sucedía algo que él no comprendía, y esto sigue sucediendo, aunque mucho más sutilmente. Para los varones la mujer es un misterio insondable. Entonces la necesidad de dominio del patriarcado tiene que ver con el miedo al poder de la mujer.

-Un poder relacionado con la creación.
-Por supuesto, no hay otra relación posible. El patriarcado nos hizo creer en otras cosas: en el poder de la fuerza, en el poder del dinero... Para mí es un poder obsoleto, un poder que ya ha demostrado que es más destructivo que creativo. Es un poder que no tiene futuro para la humanidad.

-Hablas de la creación física, pero dentro de las mujeres sucede algo similar.
-Por supuesto, no te quepa duda. Pero lo que tenemos dentro ha estado reprimido por siglos, utilizado durante siglos y condicionado por mensajes de lo que se supone que deberíamos ser. Ellos nos dijeron qué era ser una mujer, qué era lo femenino, cómo debíamos sentir, lucir, ser y pensar. O sea que nosotras no tuvimos posibilidad de ser. Históricamente, la mujer empieza a ser ahora y el mundo va a ser otro cuando las mujeres empecemos a mostrar nuestras experiencias y éstas sean incorporadas a nuestro inconsciente colectivo. Miraremos con los dos ojos, cuando hasta ahora estuvimos mirando con un sólo ojo, el del patriarcado. Cuando las mujeres seamos una masa crítica en el mundo y hagamos sentir nuestro poder auténtico, todos miraremos con los dos ojos y veremos otro mundo.

-¿Hacia dónde deben mirar las mujeres para descubrirse?
-El exterior, incluso lo más aparentemente moderno y liberador, es una nueva trampa más sutil. Así que tenemos que buscar dentro, porque hasta ahora las mujeres nos seguimos viendo en la mirada de otro. No nos vemos a nosotras mismas. Por eso yo digo que lo primero que quiero que suceda es que nos devuelvan nuestras cabezas, porque no sabemos lo que somos ni sentimos. Hay que empezar a mirar adentro, conocerse, amarse a una misma, reconocerse, mirarse de verdad, no como te miran los otros, no como te miró ni tu mamá siquiera, ella menos que nadie (risas).

-Afirmas en tu libro que el milenio que empieza es mujer. ¿Qué pautas darías para que cada una lo inicie?
-Yo lo primero que digo es que nadie te da poder, una lo toma. No esperemos permiso de las personas que amamos, llámense padres, hijos, maridos, amantes; tomémoslo. Esa es una de las primeras recomendaciones que hago: recuperemos nuestro poder porque lo primero que hacemos las mujeres cuando estamos intoxicadas con romanticismo es entregar nuestro poder una vez más, y esto no hay que hacerlo.

-¿Cómo te planteas la vida en coherencia con esto que conoces?
-Mi vida ha cambiado totalmente porque es la primera vez que no renuncio al amor -que es algo fundamental en la vida de las mujeres y no va a dejar de serlo-, pero que amar no significa convertirme en otra persona y entregar todo mi poder como ser humano. Ese precio no hay que pagarlo más.

-¿Qué aporta el humor a la hora de enfrentarse a las dificultades?
-Para mí el humor fue la supervivencia, mi salvoconducto, me salvó de mí misma, me salvó de no ser una víctima, porque cuando pude reírme de mi propio dolor, de mis propias angustias, contradicciones y equivocaciones, salí del lugar de víctima, puse la cámara en otro lugar, y cuando se hace esto se ve otra película. Y eso fue lo que me pasó con el humor. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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