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JUNIO 2004
EL GRUPO
S i
el hombre pudiera penetrar en la Mente del Creador, del Uno, descubriría que
el individuo no existe, ni como concepto ni como proyecto, que sólo existe
el Grupo, y dentro de la conciencia absoluta del Grupo, el individuo, cada
uno, se realiza y evoluciona en la medida que piensa como Grupo, que
desarrolla sus cualidades para el Grupo y que participa, en todos los
niveles, en el progreso y evolución del Grupo.
En la Mente del Uno existe un Sueño, y con el Sueño un Plan, y dicho Plan
contempla a la humanidad como un Todo, y también a las diferentes criaturas
que completan el diseño de la creación.
Todo ello en conjunto, todos los Reinos, están regidos por una mente grupal,
y cada uno por separado está cuidado y guiado por Mentes menores al servicio
de la Mente Una.
Si observamos el comportamiento de los reinos menores, es fácil comprobar la
evidencia en sus hábitos, instintos y conductas, la existencia de un patrón
común a las diferentes especies o variedades.
Ahí no existe el comportamiento individual ajeno al colectivo o a su Grupo
particular.
Pero si nos referimos al reino humano, ahí ya existe la tendencia
individualista, consecuencia de poseer, a diferencia de los demás reinos,
una mente capaz de tomar decisiones, y esas decisiones no siempre van
orientadas dentro de lo que es la conciencia grupal, es más, casi nunca van
en esa dirección.
Es entonces la Mente la causa de la potenciación del comportamiento
individualista, incluso de la provocación de actitudes orientadas a hacer
daño al Grupo, al colectivo grupal.
Eso es así porque la Mente aún es un instrumento, muy poderoso, que no se
sabe controlar, o dominar, o aplicar en el seno del Grupo.
La Mente en el hombre es la herencia de su Creador, es lo que va a convertir
a la criatura hombre en un Dios. Pero mientras eso ocurra, también es un
arma de doble filo que puede potenciar tanto lo positivo como lo negativo,
que puede crear para el desarrollo y beneficio del grupo o que puede
volcarse en dar satisfacción al propio egoísmo o interés personal.
Pero si el origen de todo es la Mente del Uno, que sólo contempla al Grupo,
el fin último será la existencia de esa misma Mente en el hombre. El largo
camino entre los dos polos implica el desarrollo de la humanidad, la
dualidad permanente, los pares de opuestos, el conflicto, y todo ello para
desarrollar el Poder que va implícito en la Mente del Uno.
Por eso, la historia está llena de individuos que buscaron el Poder a costa
de lo que sea, pero incluso para fines tan egoístas tuvieron que rodearse de
un Grupo.
Así, el Grupo es una realidad absoluta presente en todos los niveles de la
evolución. No es algo a construir o fabricar, es algo que ya existe y que
sólo necesita que sea aceptado, comprendido, asimilado y llevado a la
práctica, a la vivencia, por las mentes incipientes de los hombres.
No existe nada, absolutamente nada, que pueda desarrollarse fuera de la
energía grupal. Otra cosa es la consciencia de dicha realidad y su
consecuente utilización creativa.
Si observamos el estado evolutivo actual de la humanidad, observaremos que
se está en un momento de crecimiento y necesidad de la conciencia grupal.
Los hombres tienden cada vez más a agruparse, porque ya descubrieron las
ventajas de dicha actitud.
Pero falta que se vea, que se entienda, que dicho comportamiento es
sencillamente una actitud emanada de la condición de Hijos de un Dios, de
Hijos de una Poderosa Mente que "piensa" como Grupo, que "sueña" como Grupo,
y que no existe ninguna otra actitud que pueda progresar.
El hombre necesita ahora sentirse Hijo de Dios por la comprensión y vivencia
de las "ventajas", de los "regalos", de las "facilidades" que van implícitas
en la conciencia grupal.
Entonces se sentirá una criatura "cósmica" porque no sólo contemplará a la
humanidad como un Todo, sino que hará extensiva su consciencia al resto del
Universo, al resto de la Creación.
Entonces verá que este Planeta es un átomo en un Cuerpo Cósmico, sujeto a
las leyes del Cosmos, dependiente de ellas, y que en dicha Creación no se
mueve una hoja sin que la Gran Mente lo contemple, lo autorice.
Pero a pesar de lo que algunos pretenden con sus "filosofías", ese aspecto
no hace al hombre más prisionero, más zombi, sino por el contrario lo hace
más libre, porque en el proyecto del Creador está contemplado que el hombre,
la criatura hombre, sea un Dios Libre y Creador, y eso sólo lo podrá
conseguir desarrollando su Mente dentro de la gran Mente, participando de la
conciencia Grupal, colaborando para que la familia humana sea un Todo unido
y coherente, porque sólo eso puede ser, porque es lo único que está
contemplado y lo único posible.
El resto son las consecuencias del "viaje", del desarrollo del proyecto,
pero nunca, nunca, podrá evitarse que todo llegue al objetivo final, a la
consumación del Sueño.
Y eso, para el hombre que ama la libertad, es el mejor regalo que se le
puede dar, la confirmación de la victoria final.
La humanidad es un Grupo en la Mente del Uno y un día lo será también en la
expresión, en el plano físico. ∆ |
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