JULIO 2004

CREACION, DESTRUCCION

Todo lo que existe está en constante movimiento. La vida es una consecuencia de ese movimiento y está regida por ciclos, ciclos que identificamos como "vida-muerte", periodos de existencia que se suceden unos a otros y durante los cuales transcurre la evolución.
Pero más allá de la comprensión actual de la humanidad, en realidad lo que rige todo es la Energía más poderosa de la creación, Energía que "provoca" un permanente ritmo de creación-destrucción, ritmo que se sucede a velocidad vertiginosa a nuestro alrededor, en nosotros mismos y en todo el Universo del que formamos parte.
En realidad, el Universo entero es una creación mental sostenida por una poderosa Mente. Dicha Mente "funciona" en un nivel o estado de existencia fuera del tiempo, lo que hace que cuando en el nivel de existencia donde los mortales nos movemos ocurren cosas, éstas ya no existen en la Mente, o mejor dicho, son ya pasado, o también, ya han sido destruidas para dar paso a nuevas creaciones.
Esto, que puede parecer incomprensible para la mayoría, es sencillo de comprender si lo aplicamos a nosotros mismos, a nuestras propias creaciones y en nuestra limitada existencia dentro del tiempo.
Cuántas veces hemos creado proyectos y cuando estos se están desarrollando y llegando a otras personas, a nosotros ya nos quedan anticuados y estamos pensando ya en su renovación o destrucción.
En cualquier caso nosotros estamos sometidos a la influencia del apego, del sentimiento, lo que impide que el aspecto destructor que llevamos dentro, como herencia del Creador, del Uno, funcione a la velocidad necesaria para evitar rodearnos de cosas inútiles.
Pero eso no ocurre así en la Mente del Uno y, por tanto, en las Entidades que colaboran con El, tales como los Elementos o los Devas creadores y destructores de las formas.
Vivimos por tanto inmersos en un constante movimiento creador-destructor, movimiento que a veces rechazamos por el apego, pero que sin su actividad permanente la vida no sería posible.
Si observamos con detenimiento dicho movimiento, veremos que cada vez que algo se destruye, algo nuevo surge para imprimir un aspecto más avanzado en la vida. Es la renovación constante, implícita en la existencia, como herencia o expresión de la naturaleza "especial" del Creador, del Uno.
Dicha necesidad de renovación constante nos transmite una parte de la naturaleza de Dios, del Creador. Para comprender ese aspecto tan peculiar debemos elevarnos por encima de la esclavitud de los sentimientos, conectar con la verdadera naturaleza del amor y, con ello, intentar comprender los "motivos" o "razones" ocultas en la Mente del Uno, del Creador.
También para ello debemos ir más allá de los límites irreales de la muerte, dejar de mirar hacia ella como el fin de algo, o de todo, y ver que es tan sólo una puerta que nos comunica con otro estado de existencia, porque en realidad la muerte "destruye" un estado de vida en la expresión, pero conduce a otro estado superior, todo ello dentro del movimiento creación-destrucción.
Con todo ello, el hombre actual, debería estar ya preparado para comprender dichos conceptos, porque el planeta entero está ya dentro de un ciclo destructor que afectará a toda la humanidad, y eso es ya evidente a todos los niveles para quien quiera oír, ver y comprender la realidad que nos rodea.
Pero mientras la humanidad entra en el ciclo o tiempo destructor, en la Mente ya están creadas, diseñadas, las bases del futuro, bases de una Nueva Humanidad que se levanta sobre la experiencia "buena" y "mala" de la actual.
Así fue siempre y así seguirá siendo, porque todo ello es consecuencia de la Necesidad del Creador, y es su Mente la que canaliza esa Necesidad, y son sus criaturas las que evolucionan dentro del movimiento creado por Su Mente.
El hombre debe aprender a mirar más allá de lo aparente, porque detrás se esconde lo nuevo, lo que aún no se manifestó pero que ya existe en Su Mente.
La diferencia entre Su Mente y nuestra mente, y que afecta a la comprensión de la Vida y su movimiento, es la velocidad. ∆