Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 

 

EL ALEPH

 

La izquierda es hoy una élite aburguesada que lejos de imprimir aliento a los principios que propugnan, no hacen sino adormecerlos.

JULIO 2004

aleph.jpg (11914 bytes)
LA NUEVA IZQUIERDA
POR JOSE ROMERO SEGUIN

Las palabras más hermosas, las que desde siempre han comprometido a los hombres en las empresas más solidarias y justas con que se haya dignificado la condición humana. Esas que han forjado los más tolerantes y filantrópicos talantes se han convertido, y no por casualidad, en meros complementos, pura marroquinería: bolsos, cinturones, zapatos y barata bisutería, siempre a juego con los ropajes sociales de una élite en su mayoría burócrata con leve mezcla de profesionales liberales: médicos, abogados, catedráticos, profesores, escritores, periodistas de prestigio, ingenieros, arquitectos, actores de fama, toreros de escuela, notarios, registradores de la propiedad, jueces, fiscales; y un largo etc. de hombres y mujeres que cubiertas suficientemente sus necesidades económicas, no hallan mejor modo de mostrarse distintos y distinguidos que éste de apropiarse de la elegante y siempre bien acogida filosofía progresista, más liberal por cierto, que comunitaria. Y hasta ese punto nada parece que se pueda objetar, pues bienvenida sea toda iniciativa que nos mueva en este esencial sentido. Pero la cuestión no estriba como puede parecer, en la pose sino en el compromiso, no en la predica sino en el ejemplo, y es ahí donde se produce el fraude, estos sectores sociales se limitan a una militancia ficticia, de café y tertulia, luego se va cada uno a lo suyo, es decir, a un gratificante, considerado socialmente y bien remunerado puesto de trabajo y de allí a su cómoda vida, alejada de las penurias que aquejan a los curritos sin pedigrí, a los marginados, a todos aquellos que perdidos en las cloacas de sus ciudades son explotados por personajes sin escrúpulos. Hombres y mujeres que maltratados y alienados en la vida civil, se mueren en la desesperante intrascendencia de una existencia alejada de los exquisitos placeres de la cultura y de las artes en todos sus ámbitos de expresión. Hombres y mujeres que se han de conformar con oír a los señores de la progresía poner el grito en el cielo sin levantar los pies de la moqueta, contra los grandes males que asolan a la humanidad, sin el menor atisbo de abstracción que no sea la de utilizar absolutos: el hambre en el mundo, la injusticia, la falta de libertad, la intolerancia, la ecología, el imperialismo, el integrismo y cualquier otro que no les comprometa más allá de facilitarles el relumbrón intelectual o el campechano talante de hombre de bien.
La izquierda es hoy una élite aburguesada que lejos de imprimir aliento a los principios que propugnan, no hacen sino adormecerlos, y lo que es peor, someter la esperanza de verdaderos cambios sociales a la extraña métrica de su exquisita retórica, para nada asequible a la mayoría social.
Así nos encontramos perdidos en medio de una sociedad militante en lo superficial y desmovilizada completamente en lo esencial. Guiada en su devenir hacia los auténticos cambios sociales por una legión de acomodados que se hallan más que a gusto en esa placentera ubicación, que les permite sin obligarles a renunciar a nada, ser comunistas o socialistas de mercedes, piso en el centro o adosado en barrio residencial, hijos estudiando en colegios de pago o en el extranjero, personal de servicio fijo o por horas y chalet en la playa. Sin que tal dispendio les sea reprochado o criticado, porque para algo son de izquierdas.
Y porque es así, está el mundo laboral como está, está la educación como está y está la justicia como está. Y un país donde no existen derechos laborales, donde se manipula y utiliza la educación con fines partidistas, la sanidad anda por los pasillos y la justicia es un jodido negocio, no es un país democrático, sino un país acomodado en la resignación, perdido en la desesperanza. Un país que está necesitado de hombres y mujeres capaces de comprometerse de verdad con la renuncia que exige la ecuanimidad social y la sana redistribución de la riqueza.
Hoy todos gritan: "no nos falles Zapatero". Lo hace el currito y el empresario, el soldado y el general, el chorizo y el banquero, pero cabe preguntarse, y si por una vez fuésemos nosotros los que no le fallásemos, los que estuviésemos a la altura de las circunstancias poniendo a su lado la generosidad, la tolerancia y la solidaridad y no sus opuestos. Y es que somos nosotros los que tenemos el deber de hacer de Zapatero un verdadero milagro, él es sólo un tipo bien intencionado que como muchos de nosotros entiende que las cosas no tienen por qué ser así de brutales, estancas y broncas, y que a través de la palabra se puede llegar al total y racional entendimiento. Pero no nos engañemos, él como nosotros no va a pasar de ahí si no cuenta con la voluntad decidida de todos a la hora de ser como él, fervientes y sinceros defensores de un nuevo talante en nuestras relaciones sociales. Y para ello debemos dejarnos de poses y pasar al compromiso, de horrorizarnos entre horas, para militar minuto a minuto en defensa de la libertad, la justicia y la solidaridad, aunque ello nos lleve a poner en la picota a nuestros más sagrados mitos sociales. No podemos permitir que se haga del supremo compromiso humanista que a todos compete, un mero producto o tablero sobre el que una élite exhibe sin pudor la utillería de ese talante de diseño y para la ocasión. ∆

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA