FEBRERO 2004

EE.UU.: COMIENZA EL
SHOW

Bush ha llevado al límite el recorte de
libertades en nombre de una psicosis terrorista que, al mismo
tiempo, utiliza para reforzar el patriotismo.
|
Si algo no hay que negarle a los
yankees es su pasión democrática.
Las elecciones presidenciales son para ellos la fiesta nacional por
excelencia. Cuando aún faltan nueve meses para tal evento, el país ya
se está convirtiendo en la pista central del mayor circo del mundo.
Así, en el periodo de cuatro años que dura cada legislatura, tres son
para "gobernar" y uno para deambular por todo el país haciendo el
indio, y nunca mejor dicho porque es una tierra robada a los indios.
Este año, las presidenciales USA tienen el morbo añadido de ver si la
guerra de Irak le pasa factura a Bush o no. De hecho, nunca antes se
habían movilizado tantos "poderosos" en contra del actual presidente.
Políticos, millonarios, gentes del cine y del espectáculo, todos
aportando su dinero y su gancho popular para echar a Bush de la Casa
Blanca. Le reprochan todo, pero especialmente el que haya convertido
al norteamericano en algo indeseable fuera de sus fronteras y, sobre
todo, el que haya introducido el miedo y la represión dentro de sus
fronteras.
El ciudadano americano, en general, valora mucho la libertad.
Ellos presumen de ser la primera democracia del mundo, y eso tiene un
precio y una imagen que cuidar.
Bush ha llevado al límite el recorte de libertades en nombre de una
psicosis terrorista que, al mismo tiempo, utiliza para reforzar el
patriotismo, para vender banderitas USA y para dar gusto a las
pretensiones de las multinacionales, sobre todo a las fábricas de
armas.
Bush, cogido de la mano de su padre desde antes de presentarse a las
elecciones que ganó, también de la mano de su padre, ha sembrado las
calles de psicosis y ha llenado los bolsillos de los grandes
empresarios.
Y esos dos grandes bandos se van a enfrentar este año electoral.
El resultado dará la medida del pueblo americano, un pueblo que
premiará a Bush y a sus sueños de poder mundial, o que le castigará
por haberles roto sus sueños, su tranquilidad y su imagen externa.
Pero, de momento, se cuecen las primarias. Los presuntos candidatos
demócratas pelean entre ellos para decidir quien será el privilegiado
que se enfrente a Bush en el combate final.
Y ya hay sorpresas. Nuevas caras emergen del anonimato para disputar
los laureles. Nuevas promesas para una nación que huele a rancio, tal
vez porque los sueños imperialistas de control y dominio planetario ya
no estimulan tanto a las nuevas generaciones.
Volver a casa en una caja de madera, aunque sea tapado con la bandera
de las barras y las estrellas, ya no provoca orgasmos patrióticos, más
bien rabia, dolor y muchas ganas de que se acaben ya estas absurdas
guerras que enriquecen a los de siempre a costa de la sangre también
de los de siempre.
Las nuevas caras, como el senador John Kerry, captan ese ambiente
nacional y saben dirigir sus dardos hacia donde les duele a los
electores. Su carrera puede o no llegar hasta el final, pero su
presencia ahí es ya un síntoma de que algo se mueve.
Mientras, Bush se dedica a justificar "su guerra", a seguir
argumentando razones "convincentes" que en su día tuvieron peso pero
que ahora suenan ridículas, tales como el famoso "eje del mal".
Después de todo lo ocurrido, visto y oído en el año pasado, ya nadie
se cree mucho de los "peligros" del eje del mal, mientras que es
evidente que los Bush querían guerra a costa de lo que fuera. Más bien
parece una venganza familiar, al estilo de las mafias sicilianas, que
una razón de Estado.
Lo malo es que en su particular vendetta con Sadam involucraron a
medio mundo.
Lo dicho, el circo americano ya rueda. A nosotros, tal vez menos
impresionables ante eso de las elecciones, nos choca ver cómo se lo
toman estos yankees. Pero, ya se sabe, todo lo que llega de allí es
igual, estrafalario, infantil, bastante ridículo.
Bueno, no todo, hacen muy buen cine./
MC
|