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El Rainbow Warrior navegando en las islas Marshall (2001)
Foto: (c) Greenpeace/Dorreboom

AGOSTO 2004

"Llegará un tiempo en que los pájaros caerán del cielo, los animales de los bosques morirán, el mar se ennegrecerá y los ríos correrán envenenados. En ese tiempo, hombres de todas las razas y pueblos se unirán como Guerreros del Arco Iris para luchar contra la destrucción de la Tierra". En nombre de esta leyenda de los indios cree norteamericanos se bautizó como Rainbow Warrior -Guerrero del Arco Iris- al buque insignia de Greenpeace.

GREENPEACE
LOS GUERREROS DEL ARCO IRIS

Fueron los impulsores del activismo medioambiental. Las imágenes de sus acciones directas han impactado en nuestras retinas y han recorrido el mundo. Pueden presumir de que en estos treinta años de trabajo han conseguido cambiar la percepción de la humanidad respecto al medio ambiente, aunque aún queden muchas cosas por hacer. Hablamos de la organización ecologista internacional Greenpeace: Los guerreros del Arco Iris.
Texto: Mariló Hidalgo

Su arco iris está presente en todo el mundo; tienen oficinas en 38 países. Trabajan unidos en torno a un objetivo: asegurar la capacidad de la Tierra para conservar la vida en todas sus formas. No se paran ante nada ni ante nadie; las imágenes de sus acciones de protesta desde los barcos, colgados en las chimeneas, manifestándose en las calles, han dado la vuelta al mundo. No se arrodillan ante gobiernos, empresas o partidos políticos, ya que no aceptan donaciones o subvenciones de ningún tipo. Son independientes. Se financian exclusivamente con las aportaciones de sus cerca de tres millones de socios repartidos por todo el mundo. Se alimentan de la fuerza que generan los miles de personas que apoyan este sueño que hoy es una realidad: Greenpeace.
Saben que queda mucho por hacer y aprovechan su cumpleaños para recordar que necesitan seguir contando con todos.
Cómo han cambiado las cosas en esta organización ecologista desde que aquellos activistas antinucleares canadienses se unieran en 1971 para formar "Don't make a wave Committee" (Comité "No provoquéis un maremoto"), y protestar contra las pruebas nucleares que los EEUU llevaban a cabo en Alaska (Canadá). Una zona sísmicamente inestable, por lo que muchos temían que aquellas pruebas pudiesen provocar un maremoto. Para ello este grupo de intrépidos fletó un viejo pesquero, el Phillys Cormack y se dirigieron al lugar de las pruebas para impedir con su presencia la explosión nuclear. Nunca llegaron a su destino ya que los guardacostas estadounidenses se lo impidieron por no tener los papeles en regla. La prueba se realizó y aunque no hubo maremoto, sí hubo mucha publicidad de aquel hecho que provocó enérgicas protestas en la calle. Ante tanta presión EEUU no tuvo más remedio que anunciar que aquella sería la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona.

Acción de Greenpeace en las obras de construcción de una planta incineradora en Bilbao en 2002
Foto: (c) Greenpeace/Pedro Armestre

La desorganización, improvisación, exceso de buena voluntad, falta de mente y desunidad entre los diferentes grupos que existían en aquellos momentos, dieron paso después de años de intenso trabajo y coordinación, a la organización internacional que hoy tenemos ante nosotros.
Greenpeace es una organización ecologista, económica y políticamente independiente. "Nuestro objetivo -señalan en su página web(*)- es proteger y defender el medio ambiente, interviniendo en diferentes puntos del Planeta donde se cometen atentados contra la Naturaleza. En la actualidad Greenpeace lleva a cabo campañas para detener el cambio climático, proteger la biodiversidad, acabar con el uso de la energía nuclear y de las armas, y fomentar la paz. Cuantos más seamos en Greenpeace, más podremos hacer en defensa del Medio Ambiente, ya que la financiación para llevar a cabo nuestras campañas depende exclusivamente de las aportaciones voluntarias de socios y simpatizantes". La independencia y la no violencia son ejes claves en sus actuaciones por tierra, mar y aire. Pero vamos a conocer quiénes son, cómo se mueven y qué líneas de actuación tienen estos Guerreros del Arco Iris.

 

 MADRE TIERRA

"Damos gracias a nuestra Madre, la Tierra que nos sustenta.
Damos gracias a los ríos, los arroyos que nos proporcionan el agua. Damos gracias a todas las plantas que nos proporcionan los remedios contra nuestras enfermedades. Damos gracias al maíz y a sus hermanas las habas y las calabazas, que nos dan la vida. Damos gracias a los arbustos y a los árboles que nos ofrecen sus frutos. Damos gracias al viento que mueve el aire y atrapa las enfermedades. Damos gracias a la luna y a las estrellas que nos alumbran cuando se marcha el sol. Damos gracias al sol, que ha mimado la tierra con mirada complaciente..."
(Indios Iroqueses)

El barco "Meltemi", que transporta madera de Liberia, procedente de los bosques más antiguos de Africa, es bloqueado por activistas del Rainbow Warrior. En la foto, el activista español Josevi, después de pasar la noche en lo alto de la grúa del barco. (Valencia. Marzo 2002)
Foto: (c) 2002-Greenpeace/Daniel Beltrá

Para la defensa de estos valores tan presentes en las tribus indígenas, el ejército de Guerreros del Arco Iris cuenta con voluntarios, activistas, tripulantes, trabajadores y miles de socios en todo el mundo que a lo largo de más de treinta años de vida de la organización internacional, han brindado su apoyo y trabajo a este sueño. Un trabajo para el que cuentan cada vez con menos tiempo, a juzgar por los últimos acontecimientos.
Cuando Greenpeace Internacional iba a celebrar su 30 aniversario en septiembre de 2001 y el Rainbow Warrior entraba en Nueva York, tiene lugar el atentado contra las Torres Gemelas. Justo en este año, cuando Greenpeace España celebra su 20 aniversario tiene lugar la tragedia del 11-M en Madrid. El tiempo para luchar por la defensa de nuestro entorno y por la paz, se agota y aún queda mucho por hacer, pensaron. Sólo hay que echar una ojeada a nuestro entorno.
"Cada dos segundos -señala Miguel Ángel Soto, de la Campaña de Bosques de Greenpeace- desaparece una superficie de bosques primarios equivalente a un campo de fútbol". ¿Qué importancia tiene este hecho? Pues bosques primarios son esas grandes superficies forestales donde el hombre afortunadamente aún no ha intervenido y que sirven para garantizar la supervivencia de la especie humana y animal. "A pesar de que los bosques primarios -apunta Soto- sólo cubren el 7% de la superficie terrestre, mantienen a la mitad de las especies de plantas y animales terrestres de todo el mundo. Además, son el hogar de comunidades indígenas y poblaciones tradicionales". La desaparición de estos bosques a causa de explotaciones forestales, petrolíferas, mineras u otras infraestructuras acarrea también otros problemas que ya se están sufriendo, ya que los bosques además de ser fuente de materia prima, ayudan a controlar las inundaciones, protegen y alimentan el suelo o fijan el gas carbónico. En este sentido Greenpeace trabaja allí donde estos bosques están amenazados, coordinándose con oficinas de la organización en todo el mundo. Trabajan de forma continuada en la Amazonia Brasileña, Tasmania (Australia), en la Cuenca del Congo, Liberia, Argentina, en la Patagonia (Chile), Costa oeste de Alaska y Canadá. Y aunque son muchos los logros que han conseguido -políticas de conservación, espacios protegidos, reconocimiento de los derechos de los indígenas- aseguran que aún queda mucho por hacer.
Otro tema candente dentro de la organización es el de la seguridad alimentaria a raíz de la introducción de productos alterados genéticamente. "No se pueden autorizar cultivos modificados genéticamente mientras no se demuestre que no suponen un riesgo para la salud y el medio ambiente", señalan en una campaña que tienen en marcha sobre los transgénicos. Desde la organización quieren dejar claro que ellos no se oponen a la investigación en laboratorios, ni están en contra de las aplicaciones médicas de la ingeniería genética, pero "muchos de los genes que las multinacionales desean que consumamos proceden de plantas, animales u otras sustancias -señalan en su página web- normalmente ajenas a la alimentación humana: bacterias, virus, ratones, ratas, mariposas e incluso, escorpiones. ¿Y cuáles son los peligros potenciales para la salud pública que puede tener la introducción de estos genes en nuestra alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos (carne, huevos, pescado, lácteos)...?". Se ha demostrado que generan resistencia a antibióticos, aumentan el potencial alergénico, provocan toxicidad en nuevas proteínas, etc. Por ello Greenpeace exige que se respete el derecho a elegir a los consumidores -indicando en las etiquetas qué productos han utilizado transgénicos para su elaboración o contienen derivados de animales alimentados con transgénicos-; que se impongan medidas para separar las cosechas modificadas de las convencionales; que se aplique la legislación en esta materia y que se exijan responsabilidades a las empresas causantes de las graves contaminaciones genéticas que ya se están produciendo. En su campaña sobre Ingeniería Genética dan también a conocer un catálogo de productos alimentarios con y sin transgénicos que ellos mismos han elaborado.

 

 LA FLOTA VERDE

Phyllis Cormack, Cedarlea, Vega, Sirius, Moby Dick, Rainbow Warrior, Gondwana, Solo... son los nombres inseparables de la historia de Greenpeace. Con un arco iris pintado en su casco, han surcado los mares de todo el mundo y se han convertido en el símbolo de la organización. Son la "temida" Flota Verde.

El Rainbow Warrior era un antiguo barco pesquero adquirido por la organización en 1978 que protagonizó también el hecho más doloroso que se recuerda en toda la historia de Greenpeace. Cuando en 1985 se encontraba en Nueva Zelanda ultimando los preparativos para partir hacia la zona del Pacífico donde Francia realizaba sus ensayos nucleares, los servicios secretos franceses colocaron dos bombas en el casco y lo hundieron. El tripulante portugués Fernando Pereira murió en el atentado. Un Tribunal Internacional condenó a Francia a pagar una indemnización a Greenpeace y ese dinero permitió a la organización adquirir un nuevo barco que fue bautizado como Rainbow Warrior II, para continuar con las campañas de su predecesor, entre ellas continuar con la oposición a las pruebas nucleares francesas en el Pacífico. A la botadura de este segundo barco se le unió un lema: "Nunca podrás hundir un arco iris".
Hoy, la Flota Verde la componen cinco barcos -Artic Sunrise, Beluga, MV Greenpeace, Rainbow Warrior II y Zorba- que surcan los mares de todo el mundo trabajando en diferentes campañas: Rumbo a la Antártida, para defender al último continente virgen; poner en marcha campañas para denunciar e impedir pruebas nucleares; investigación del impacto de la Guerra del Golfo; estudio y documentación de todas las agresiones que se producen en el Mar del Norte, Mediterráneo, Cantábrico, Pacífico, Atlántico, etc. La tripulación está compuesta por personas de diferentes sexos y nacionalidades, altamente cualificada y con experiencia en diferentes campos. Capitán, marineros, ingenieros, electricistas, operadores de telecomunicaciones, responsables de campañas, equipos científicos e incluso periodistas (encargados de dar a conocer a la opinión pública tanto el alcance de las agresiones que se están produciendo como las acciones de protesta de la organización ecologista), se entremezclan como si de un arco iris se tratase, para hacer realidad el compromiso hecho en el tiempo. Para ello cada uno de estos barcos está debidamente equipado según la tarea que tengan encomendada: sistemas de comunicación vía satélite, laboratorios fotográficos, ordenadores e instrumentos para medir la calidad de las aguas y analizar sustancias específicas, etc.

Miembros de Greenpeace limpian una playa afectada por el vertido del Prestige. El gobierno les comunica que no necesitan ayuda y que no les entregarán los contenedores solicitados para retirar el fuel.
Foto: (c) Greenpeace/Pedro Armestre

La campaña de océanos, en la que colabora parte de esta Flota Verde, trabaja por ejemplo, para lograr el uso sostenible y socialmente responsable de los recursos del mar. La organización lleva denunciando hace años el túnel sin salida al que se dirigen las flotas pesqueras industriales: los efectos de la contaminación de los océanos; el efecto devastador del cambio climático para la vida del mar, pero como dice el responsable de esta campaña, Sebastián Losada, "no nos han escuchado. En los últimos años no ha habido cambios significativos en la forma en la que los gobiernos hacen frente a esta crisis de los océanos. Las grandes flotas industriales han seguido recibiendo generosas subvenciones; las flotas ilegales continúan eludiendo todo control; los modelos de acuicultura industrial más destructiva -como el langostino tropical- siguen expandiéndose, etc. Desde la Cumbre de Río se han negociado acuerdos internacionales, pero el estado de los océanos continua empeorando y muchos compromisos se quedan en mera declaración de intenciones".
Dentro de esta Flota Verde, el rompehielos Artic Sunrise, estuvo durante un mes en la Patagonia y Chile investigando la extensión y rapidez con la que los glaciares están desapareciendo. Sus estudios confirmaron que un gran número de los mayores glaciares de la Patagonia, como San Quintín y Upsala, han disminuido su espesor y han retrocedido kilómetros durante los últimos años. Sin ir más lejos, en nuestro país, la mitad de los glaciares que existían en Pirineos en 1980, han desaparecido. Estos hechos provocan graves problemas a las personas que dependen de los glaciares para garantizar su suministro de agua potable. Y no sólo eso. El 40% del alimento de la humanidad proviene de tierras regadas con agua proveniente de esos glaciares de montaña. Glaciares que además desempeñan el papel de reguladores del clima. Desde la organización advierten que la combinación de todos estos efectos puede tener resultados catastróficos.

 

 AIRE VITAL

"Fue el viento lo que les dio la vida.
Es el viento que sale de nuestra boca ahora lo que nos da la vida.
Cuando deja de fluir, morimos.
En la piel de la yema de los dedos vemos el rastro del viento;
nos indica el viento que soplaba cuando fueron creados nuestros antepasados"
(Indios navajos)

Después de la tierra y el agua, debemos hablar del aire. El aire que respiramos, que nos envuelve, nos acaricia, nos renueva... En este momento la cantidad de CO2 en la atmósfera va en aumento, así como la temperatura media del planeta. Ambas cuestiones están relacionadas con el efecto invernadero. Pero también hay otros agentes que contribuyen a aumentar la contaminación que estamos soportando. Greenpeace advierte de la peligrosidad de los vertidos de las industrias químicas, "en la mayoría de los casos -señala Sara del Río, responsable de la campaña de Tóxicos- se conoce poco o incluso nada, sobre sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. Estamos alcanzando una 'crisis química' sin precedentes ya que las sustancias químicas están fuera de control, se están diseminando por nuestro medio ambiente, contaminando nuestros hogares e incluso a nosotros mismos. Durante años la industria química ha convencido a los gobiernos de que el riesgo de contaminación era pequeño y los gobiernos nos han querido convencer de que la ley nos protegía frente a las sustancias químicas más peligrosas". El resultado, según Greenpeace es un incremento a gran velocidad de la incidencia de varios tipos de cáncer, infertilidad masculina, enfermedades en el sistema reproductor y alteraciones en el nacimiento que ya se están produciendo. Y si para reducir todas estas emisiones de CO2 nos hablan de los beneficios de la industria nuclear, no contaminante... ¡Desconfiemos! Greenpeace trabaja desde hace años para que se abandone este tipo de energía en todo el mundo. Es peligrosa, contaminante y con un impacto muy negativo en la salud y medio ambiente. ¿Cuál es entonces la solución? Apostar por el ahorro de energía y las energías renovables, únicas que podrían reducir las emisiones de CO2.
Son muchas las alteraciones que se están produciendo en nuestro planeta y no todas ellas son de efecto inmediato. Podríamos encontrarnos ya ante ese día de mañana tan anunciado y no lo sabríamos hasta después de cinco años, aseguran algunos expertos.

 

Comparando una vista antigua con una imagen actual, se aprecia el retroceso de los glaciares. Noruega.
Foto: (c) Greenpeace

 EL DIA DE MAÑANA
 ES HOY

¿Y si el tan nombrado cambio climático no fuese progresivo sino rápido, violento e irreversible? En torno a esta idea el director Ronald Emmerich acaba de estrenar "El día de mañana", película con la que -según sus palabras- piensa contribuir a la derrota de Bush en las próximas elecciones. Una película por tanto polémica en EEUU donde se la ha tachado de catastrofista y exagerada, a pesar de que son muchos los científicos que apoyan las tesis que en ella aparecen; tesis que también forman parte de un informe secreto del Pentágono, -ocultado por EEUU- y obtenido y publicado por The Observer, donde se advierte que la desaparición de los glaciares por el calentamiento del planeta producirá una subida de los mares que anegará multitud de ciudades; otras sufrirán un descenso brutal de las temperaturas; sequías, hambre, conflictos nucleares, revueltas en todo el mundo... Y todo ello, señala el informe, puede producirse antes del 2020. Con independencia de las fechas hay un hecho que ya se puede constatar y es que las "anomalías" que se están registrando en los últimos tiempos parecen repetirse cada vez con más frecuencia, hecho que Greenpeace no quiere pasar por alto. Por ello, acaba de lanzar una web gemela a la oficial de la película donde muestra la realidad del cambio climático. Fotografías unidas en un trailer nos muestran sin ningún tipo de efectos especiales, lo que ya está ocurriendo en nuestro planeta. Los efectos de este cambio climático ¿serán progresivos o repentinos? "Las alteraciones del clima no se sufrirán de la misma manera en todo el planeta -señala Emilio Rull, responsable de Cambio Climático de Greenpeace-, sino que cada ecosistema los sufrirá en su aspecto más débil. Igualmente el calentamiento global y las alteraciones en el clima pueden llevar a paradojas como que parte de la zona norte de Europa se pueda enfriar debido a la paralización de las corrientes del Golfo en el Atlántico Norte. Esto provocaría un enfriamiento que podría llevar al norte de Europa a una glaciación; aunque este brutal descenso no descarta que el calentamiento del planeta aumente también la temperatura media, cuestión también apuntada entre los expertos". Se trata de alteraciones en la temperatura media del planeta que llegan en un momento determinado a provocar profundos cambios ambientales. Alteraciones que tienen entre otros, un principal culpable: la administración Bush, que además de negar el problema, desde siempre ha bloqueado el Protocolo de Kyoto, único mecanismo existente a nivel internacional para hacer frente a esta grave crisis. Hablamos de una administración que traza sus líneas de actuación escuchando únicamente al lobby del petróleo donde precisamente Bush, su familia y gran parte de su gabinete tiene muchos intereses. Y he aquí la paradoja que están denunciando algunos científicos: cómo el presidente norteamericano puede considerar por un lado el calentamiento global del planeta como una falacia, mientras que por otro, el Pentágono se está preparando para guerras climáticas...

 

JUAN LOPEZ DE URALDE
Foto: Claudio Alvarez

 

JUAN LOPEZ DE URALDE
Director Ejecutivo de Greenpeace-España

Este vasco lleva en la sangre el espíritu de lucha. Desde que era estudiante ha participado activamente en la defensa del medio ambiente, a través de distintos grupos y plataformas ecologistas. En 1987 da un salto a Greenpeace Internacional como director de campañas, especializándose en tóxicos. Desde hace tres años, Juan López de Uralde es el Director Ejecutivo de Greenpeace-España.

-¿De qué pasta estáis hechos los "Guerreros del Arco Iris"?
-Esta es una organización compleja donde no todos estamos hechos de la misma pasta porque también desempeñamos labores diferentes. No somos ni héroes ni malvados. Somos gente normal que nos damos cuenta de que la actividad humana está destruyendo el medio y hacemos todo lo posible por frenarlo. Somos optimistas, persistentes en nuestras denuncias y tenemos mucha fortaleza, necesaria para enfrentarnos a todo lo que se nos viene encima. Por otro lado, en los activistas existe además un componente muy importante de generosidad. Cada uno encara personalmente la consecuencia de las acciones en las que también participa voluntariamente. En definitiva, se asume un riesgo personal por defender un bien común como es el medio ambiente y esto forma parte de la leyenda.

-¿Qué te propones hacer al mando de Greenpeace que no haya hecho tu predecesor?
-Estamos en un siglo nuevo, donde se va a resolver en dos o tres décadas la cuestión ambiental, bien sea para bien o para mal. El Greenpeace que queremos hacer es un Greenpeace mucho más participativo. Tenemos actualmente más de 85.000 socios en España -en estos tres años hemos crecido bastante-, pero estos socios nos comentan que quieren hacer algo más que pagar una cuota. Queremos un Greenpeace donde 100.000 socios sean 100.000 activistas. Ese es uno de nuestros objetivos y estamos trabajando para ello.

"Queremos un Greenpeace donde 100.000 socios sean 100.000 activistas. Ese es uno de nuestros objetivos"

-Si tuvieses una cita con Cristina Narbona, la ministra de Medio Ambiente, ¿qué puntos llevarías en tu agenda para hablar con ella?
-La realidad es que dialogamos bastante. Recientemente hemos hablado de la situación de las costas españolas, a raíz de un informe que elaboramos sobre el tema y que refleja una situación realmente alarmante. Pero también habría otros temas: el agua, cambio climático, el poner fin a la energía nuclear, etc.

-Greenpeace España acaba de cumplir veinte años. Sopla las velas y pide un deseo.
-Que en el 25 aniversario podamos decir eso de 100.000 socios, 100.000 activistas.

-¿Cuál ha sido la última acción en la que has participado?
-Antes participaba más que ahora, ya que la gestión de la organización te exige muchísimo tiempo. Había coordinado todo el trabajo de Greenpeace con el tema del Prestige y una de las cosas que queríamos hacer e hicimos, fue denunciar la presencia de petroleros en Gibraltar y el negocio que aquello suponía. Así que allí estuvimos con uno de nuestros barcos, el Esperanza, y abordamos uno de esos petroleros. Aquella acción tuvo bastante impacto, luego he participado en otras con menor proyección.

"Tenemos asumido que somos incómodos, pero el día que dejemos de serlo no estaría justificada nuestra existencia."

-Lo que llama más la atención de Greenpeace sin duda son las acciones directas: trepar por chimeneas o edificios, zodiac en el mar... ¿Qué hay detrás de una acción de este tipo? ¿Cómo se llega hasta aquí?
-Una lucha por conseguir un objetivo: la defensa del medio ambiente. Lo primero que hacemos cuando existe una agresión ambiental es intentar hablar con los responsables, documentamos el problema. Pero cuando vemos que se llega a un callejón sin salida, que no hay voluntad de solucionar el problema, es cuando decidimos dar un paso más y realizar una acción más espectacular para así llamar la atención de la opinión pública. Luego están también los grupos de acción compuestos por activistas voluntarios y luego, muchas, muchas horas de preparación para buscar efectividad, alternativas, etc. Y como te decía antes, está también el ingrediente del riesgo que asume cada uno. Por ejemplo en el caso de la protesta que hicimos con el Rainbow Warrior en la Base de Rota contra la guerra, el Fiscal pide doce años de cárcel para cinco de nuestros activistas. El caso está pendiente de juicio y es uno de los que más nos preocupan.

-Después del 13-M dijimos adiós a la participación -en contra de la voluntad popular- de España en una guerra ilegal e injusta. ¿A qué más cosas hemos dicho adiós con este cambio político?
-En lo que a nosotros respecta se dijo adiós a una política muy arrogante, con poco diálogo, de mucho desprecio a las organizaciones sociales y a la sociedad en su conjunto. Todo se medía en base a un interés político. Cada vez que hacíamos una crítica al gobierno en vez de ver el contenido de dicha crítica, se nos acusaba de una determinada vinculación política cuando nuestra organización es totalmente independiente. Y claro, todo esto pasa factura. Cuando desprecias a tantos sectores sociales, el conjunto de la sociedad reacciona. Una sociedad amuermada puede ser cómoda a nivel político, pero es una sociedad enferma.

-¿Qué consecuencias os ha traído el estar continuamente luchando con las multinacionales, grandes empresas e incluso gobiernos?
-En primer lugar, consecuencias positivas porque hemos conseguido muchos objetivos. Por ejemplo, hace meses que luchamos contra la multinacional española Globalia, porque quería construir hoteles en parques naturales de la República Dominicana. Y acabamos de conocer unas declaraciones del presidente de Globalia, donde asegura que ya no van a hacer lo que pensaban. Por otro lado, esta lucha también nos supone una persecución sostenida, por un lado legal: cuando hacemos una protesta se intenta buscar la forma de perseguirnos, sobre todo a través de multas. Y por otro lado, mediática. A veces es complicado conseguir que determinados temas aparezcan en los medios de comunicación porque claro, estas corporaciones invierten mucho dinero en publicidad -en el caso de Globalia hablamos de la publicidad de Halcón Viajes y Air Europa-, y eso quiere decir que mediáticamente es difícil que se les pueda criticar.

"Greenpeace ha conseguido que la preocupación por el entorno forme parte de la cultura mundial".

-¿Por qué crees que el poder prescinde e incluso ningunea al ecologismo?
-Porque hay unos intereses económicos muy fuertes detrás de todo lo que nosotros denunciamos. Detrás de cada gran proyecto de destrucción ambiental hay gente que se beneficia y el poder político suele estar más cerca del poder económico que de los ciudadanos.

-¿Crees que Greenpeace ha contribuido a cambiar la visión de la humanidad respecto al medio ambiente?
Sí, muchísimo. Si algún éxito se le puede atribuir a Greenpeace es el haber conseguido que la preocupación por el entorno forme parte de la cultura mundial. Ahora estamos en la segunda fase: sabemos que le pasa algo a la tierra, así que ahora habrá que solucionarlo. Tenemos asumido que somos incómodos, pero el día que dejemos de serlo no estaría justificada nuestra existencia. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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