AGOSTO 2004
EL MUNDO ES UN PAÑUELO
Usar y tirar. Esa es la consigna. Y si el
débil se resiste, entonces es un terrorista, porque no quiere
dejarse hacer.
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Sí, bueno, más bien un kleenex usado, porque eso
es lo que hay, las consecuencias de usar y abusar de las cosas y
luego tirarlas en cualquier sitio, simplemente porque ya no sirven.
Porque, desde una mente puramente materialista, las cosas tienen
valor si nos aportan algo, no por sí mismas, y cuando ya no pueden
aportarnos nada, cuando ya no podemos extraer nada de ellas,
entonces simplemente su valor desaparece como por arte de magia.
Y así, el planeta entero está lleno de cosas sin valor, tiradas,
usadas o malusadas, usadas a medias o exprimidas hasta la última
gota, hasta la última esencia.
Pero lo tremendo de este planeta, no sé en otros, es que lo mismo
ocurre con las personas. El ser humano tiene un valor en función de
su aprovechamiento, de su utilidad. Los niños, por ejemplo, no son
muy útiles, por eso cada día se hacen menos. Los viejos, los
mayores, no son nada útiles, por eso cada día estorban más.
Quedan los de en medio, los que pueden ser exprimidos, los que
poseen energía, fuerza, muy útil para aprovechamiento de los
carroñeros del mundo. Estos requieren entonces un tratamiento
especial. Se los convence con el "sueño" del consumismo, del estado
de bienestar. A mayor capacidad de consumo mayor nivel, más
importancia, más categoría. Son los esclavos del sistema, los que lo
sostienen. También son la carne que alimenta los juegos de guerra de
los poderosos, esos conflictos inventados que justifican la
existencia de multinacionales de armamento que a su vez se nutren
con mano de obra barata sacada de donde se fabrican las guerras.
Pero, volviendo al kleenex, o sea, al mundo, Amnistía acaba de
denunciar la violación masiva de niñas y mujeres en Sudán por parte
de la guerrilla. Son mujeres-niñas kleenex, o sea, para usar y
tirar. Luego no tienen ningún valor, ni siquiera en sus aldeas,
porque son repudiadas por estar ya usadas. Claro... ¿a quién se le
ocurriría coger un kleenex usado del suelo?
La ONU lo sabe, el ejército de Sudán lo sabe, lo contempla y lo
permite. Pero nadie va a hacer nada.
Como tampoco van a hacer nada contra el terrorismo israelí apoyado
por Bush, ése que quiere librar al mundo del terrorismo. Tal vez
porque el pueblo palestino es un pueblo kleenex, o menos, porque no
tiene mucho que dar, mucha capacidad de uso.
A este paso el planeta entero va a estar atascado por la
imposibilidad de librarse de tanto kleenex usado.
La idea nazi era construir una raza pura y para ello había que
librarse de la contaminación de las otras, de las impuras. Las
cámaras de gas lo intentaron, pero no dieron abasto. Los nazis, no
todos, desaparecieron de la escena mundial, pero su idea sobrevivió
camuflada entre otras propuestas políticas, algunas enmarcadas bajo
la bonita palabra de democracia.
Los judíos que sobrevivieron a las cámaras de gas se llevaron
consigo la idea y la aplicaron a su teoría sobre la supervivencia.
Bush utilizó el 11-S para aplicar la misma idea, algo que ya bullía
por la cabeza de su padre. La disculpa en este caso, como en el de
Sharon y los suyos, es la defensa de los intereses patrios. O sea,
como los nazis pero cambiando las cámaras de gas por bombas
inteligentes, por asesinatos selectivos.
Pasado y presente son uno. Se funden en torno a un proyecto
selectivo donde el más fuerte se quiere sacudir de encima al más
débil.
Usar y tirar. Esa es la consigna. Y si el débil se resiste, entonces
es un terrorista, porque no quiere dejarse hacer.
A las niñas de Sudán, si pretenden huir de los violadores les rompen
las piernas. Es otro método igual de práctico.
Y así en todas partes. Sólo cambia la forma, porque el método es el
mismo. Ya lo usaron los nazis y antes que ellos otros muchos.
Pero todos se acaban estrellando contra su propia ambición, contra
su falta de escrúpulos, contra sus propias miserias. ¿Hasta cuándo?
Nadie lo sabe. Pero a las niñas violadas de Sudán, con las piernas
rotas y el alma deshecha, ya les da igual.
Y también a muchos millones de seres humanos que yacen en la basura
después de ser usados y tirados por los que se creen poderosos.
Por cierto. ¿En Sudán no hay petróleo, verdad...?/
MC
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