Me encontré con proverbios
muy curiosos, por ejemplo, el que le tenía escrito a Aznar al que le
había dedicado varios proverbios, uno de ellos era judío y decía, "con
una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanza de volver".
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AGOSTO 2004
D. JOSE
POR ELENA G. GOMEZ
C uando conocí a D. José yo era un
joven de 19 años. Por aquellas fechas trabajaba todos los veranos en la
cafetería de mi tío Julián, en la que además de sacar algún dinerillo extra
obtenía algo más valioso: poder observar y conocer los comportamientos de
las personas.
Haciendo honor al refrán de "las apariencias engañan", cuando vi por primera
vez a D. José pensé que era el clásico jubilado aburrido que se pasaba el
día paseando, fue, lo reconozco, un análisis superficial y lejano a la
realidad.
D. José, llegaba todos los días a las 9,30 a tomar su café. Siempre pulcro
de la cabeza a los pies, educado y callado llegaba y se sentaba en una mesa
cerca de la puerta. Pedía su desayuno, abría el periódico, sacaba una
libreta y un bolígrafo, y entre noticia y noticia escribía algo en ella.
De vez en cuando, cuando entraba una mujer bonita en la cafetería D. José
levantaba la cabeza y le decía algún piropo, eso sí, siempre eran educados y
de buen gusto. Yo, cuando me di cuenta de ello y sin que él lo viese,
apuntaba sus piropos en una servilleta de papel que luego metía
disimuladamente en mi bolsillo, porque lo que D. José hacía era un arte ya
en extinción. Y tengo que reconocer que a mí cada día me caía mejor.
Todos los días cuando le servía el café charlábamos un rato, casi siempre
era de fútbol porque D. José era un gran aficionado, otras veces se
interesaba por mí, por mis estudios, por mis inquietudes. Así, poco a poco,
fui cogiendo confianza con él hasta que un día le pregunté qué era lo que
escribía en su libreta, él me miró y me contestó que en ella escribía lo que
le gustaría decir a determinadas personas. El, me dijo, era un gran amante
de los refranes y los proverbios y consideraba que muchas personas, si los
conocieran, podrían cambiar sus vidas. La verdad, continuó diciendo, es que
como no tengo ocasión de poder decirlos los escribo, así a lo mejor un día
alguien los lee y aprende algo con ellos. Yo no he podido estudiar una
carrera pero siempre tuve mucha necesidad de aprender, y desde joven tuve
gran afición a la sabiduría popular, porque en ella está la experiencia de
muchas generaciones.
Ese día, cuando se marchaba de la cafetería, se acercó hasta mí y me entregó
su preciada libreta, me dijo, "léela, pero no te olvides de traerla mañana".
Cuando me fui para casa cogí la libreta y empecé a ojear sus páginas. Había
páginas dedicadas a noticias en las que escribía cuidadosamente la fecha, un
resumen de la noticia y su comentario. Había una que decía:
Miércoles, 21 de junio de 2004, la Conferencia Episcopal exigió ayer a los
diputados católicos que votaran contra la legalización de matrimonios entre
personas del mismo sexo...", a continuación D. José escribió un proverbio
árabe: "Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego".
Luego en otro apartado de la libreta tenía un lugar dedicado a personajes de
todo tipo, desde artistas, científicos, escritores, dirigentes políticos,
etc. Aquí me encontré con proverbios muy curiosos, por ejemplo, el que le
tenía escrito a Aznar al que le había dedicado varios proverbios, uno de
ellos era judío y decía, "con una mentira suele irse muy lejos, pero sin
esperanza de volver". Otro era uno chino y decía: "El sabio puede sentarse
en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él".
Para Bush tenía también varios proverbios que no le vendrían nada mal
conocer, el primero era uno chino: "Antes de iniciar la labor de cambiar el
mundo, da tres vueltas por tu propia casa", había uno africano que decía:
"La unión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre", y otro
proverbio árabe que me gustó mucho que decía "Al perro que tiene dinero se
le llama señor perro". Para los hombres que maltrataban o mataban a sus
esposas les había escrito el siguiente proverbio árabe: "La crueldad es la
fuerza de los cobardes".
Luego, en otro lugar de la libreta tenía un sitio en el que escribía a
personas próximas a él, por ejemplo tenía dedicado un proverbio suizo a uno
de sus hijos en el que le decía, "las palabras son enanos, los ejemplos son
gigantes". Para otro hijo tenía un proverbio chino "cuando bebas agua,
recuerda la fuente". Otro estaba dirigido a su vecina, "Cuando apuntes con
el dedo recuerda que tres dedos te señalan a ti". A los que nunca
manifiestan sus emociones les había escrito un proverbio irlandés: "Las
lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se
derraman".
Y, cuando estaba en este apartado de la libreta me llevé una sorpresa,
también me tenía dedicado un proverbio para mí, un proverbio árabe que decía
"Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas".
Y así continuaba con otros...
"Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas?. Si no lo tiene ¿por qué te
quejas?". Prov. Oriental. "Si un hombre te dice que pareces un camello, no
le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate en un espejo". Proverbio árabe.
"Del escuchar procede la sabiduría, y del hablar el arrepentimiento".
Proverbio italiano.
Al día siguiente le devolví su libreta pero antes la fotocopié completa,
aquello era un tesoro que no quería dejar escapar.
Cuando terminó el verano me marché a estudiar a la Universidad pero eso no
impidió que me mantuviese en contacto con D. José, y cada vez que le llamaba
y le contaba alguna de las cosas que me pasaban, él tenía algún refrán o
algún proverbio que aplicarme, así seguí aprendiendo de él porque ya se sabe
que, "sabe más el diablo por viejo que por diablo". ∆ |