A mí me gustan mucho las
tierras que son ricas en positividad, confianza, sinceridad, valentía,
decisión, esfuerzo, sencillez y fuerza. Son ingredientes muy útiles para
sacar adelante hasta las plantas más difíciles y exigentes. |
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ABRIL 2004
MANUAL DE JARDINERIA
POR ELENA G. GOMEZ
E s curioso, pero nunca hasta ahora me
había parado a pensar que la primavera es la única de las cuatro estaciones
que tiene nombre femenino, quizás es por eso que es la estación del renacer,
de la renovación, del cambio, y aunque cada estación tenga su propio encanto
y magia, hay que reconocer que la primavera es especial, en ella todo
renace, y sentimos cómo la vida, que durante el invierno permaneció
aletargada, se activa, y con ella surgen nuevas necesidades de cambios, de
transformaciones.
Y es que no podemos olvidar que la naturaleza, la sabia y madre naturaleza,
siempre nos está indicando qué es lo que hay que hacer en cada momento.
Así que pongámonos un delantal de jardinería, cojamos tijeras para podar,
tierra nueva, macetas nuevas, regaderas y demás útiles necesarios y
empecemos a construir un nuevo jardín.
La primera labor que hay que hacer es revisar una a una las plantas para ver
cuáles necesitan renovar la tierra, esto significa que debemos mirar una a
una las actividades que forman nuestra vida para ver cuáles necesitan una
renovación. No te asustes si descubres que en realidad todas las facetas de
tu vida necesitan ser cambiadas, es más, preocúpate si esto no sucede,
porque significa que aceptas la rutina como algo bueno, lo cual te
convertirá en un jardinero mediocre y apagado. Este primer trabajo es el que
nos puede llevar más tiempo, pero también es el más importante porque de él
nacerán los proyectos, los sueños y las aventuras.
Ten cuidado, no te dejes sin revisar ninguna parte de tu jardín, porque
aunque algunas cosas te parezcan pequeñas y sin importancia, son
precisamente ésas, las pequeñas cosas, las que le darán un toque distinto y
peculiar.
Inevitablemente al ir mirando una a una las plantas de tu vida te habrás
encontrado con algunas que se han muerto, que ya no tienen sentido y que
tendrás que tirar. Algunos jardineros tienen la mala costumbre de
arrinconarlas en un lugar del jardín, yo no te lo recomiendo, si una cosa no
sirve para nada ¿para qué guardarla? Esa necesidad de guardar lo viejo en
realidad te está quitando espacio para crear nuevas cosas. Todo,
absolutamente todo en la vida tiene su ciclo, las cosas nos sirven mientras
cumplen su labor, luego, lo mejor, es dar paso a otras nuevas.
Una cosa muy importante a tener en cuenta es la tierra. No toda la tierra es
igual, aunque lo parezca. La tierra es el alimento sobre el que se van a
desarrollar tus futuras plantas, tus futuras vivencias y experiencias, así
que debes de cuidar la elección de los componentes de esta tierra. Una buena
tierra tiene que ser completa, rica en nutrientes, consistente y sin
enfermedades. Para ello debes cuidarla con lo mejor. Saber qué es lo que
necesita y no darle ningún componente que la perjudique. Ten en cuenta que
no te servirá de nada cualquier trabajo que realices, ni que plantes las
mejores semillas, si la tierra está enferma, sin vida, sin energía.
A mí me gustan mucho las tierras que son ricas en positividad, confianza,
sinceridad, valentía, decisión, esfuerzo, sencillez y fuerza. Son
ingredientes muy útiles para sacar adelante hasta las plantas más difíciles
y exigentes.
Y después de podar alguna que otra planta, limpiar de malas hierbas y
renovar la tierra, llega el momento esperado, la hora de plantar las nuevas
semillas. Para mí éste siempre es un momento muy especial, me parece mágico
ver cómo esas pequeñas esferas aparentemente todas iguales, contienen dentro
de sí lo que luego se convertirá en multitud de plantas complejas,
diferentes, infinitas.
Yo te recomendaría que este año plantaras semillas de una planta muy
especial, exótica y variada, su nombre es semillas de Mente, y tiene tres
variedades que se hacen imprescindibles para todo aquel jardinero que desee
salir de la mediocridad. Estas tres variedades se llaman Observación,
Control y Consciencia.
Dice un buen jardinero que la primera regla para aprender a pensar es
aprender a escuchar, así que si plantas semillas de observación aprenderás a
ver muchas de las cosas que están pasando constantemente a tu alrededor,
tanto dentro como fuera de ti, ello te permitirá adelantarte a los
acontecimientos evitando así muchas situaciones absurdas que, además, nunca
conducen a nada.
Dice también mi amigo y maestro jardinero, que con las semillas Control
aprendes a conocer y utilizar tus propias energías, porque no se trata de
reprimir sino de saber la cantidad adecuada que hay que utilizar. Sucede que
muchas veces creemos que hay que regar mucho una planta y lo que hacemos en
realidad es encharcarla hasta ahogarla. Las cosas, todas las cosas de la
vida, tienen su tiempo y su intensidad y debemos de tratarlas
independientemente, con ello aprenderás que nunca nada es igual, que cada
persona, que cada situación, aunque aparentemente sea la misma siempre es
diferente, porque en realidad no hay nada en la vida que sea plano, sólo
nosotros, con nuestra miopía, creemos que las cosas son siempre iguales.
Por último, las semillas Consciencia son las que llenarán tu jardín de algo
especial, las que te obligarán a pensar antes de actuar, a mirar las cosas
en profundidad, a no dejarte engañar por la apariencia de nada sino a ver
detrás, detrás de cada situación, detrás de cada nuevo paso.
Y así, con estas tres semillas, podrás tener un jardín lleno de experiencias
y aprendizajes que llenarán tu vida de color y de aventuras.
Ah, me olvidaba, no te olvides de poner abono en el riego cada quince días,
utiliza un abono de la marca Expresión, tiene un componente antiparásitos
que es muy efectivo porque repele a todos aquellos pulgones, garrapatas y
moscas que tratan de crecer a tu costa, ya que estos son especialmente
sensibles a la verdad, y cuando alguien les dice lo que piensa suelen salir
corriendo tapándose los oídos.
Buena suerte, feliz primavera y construye un estupendo jardín. Te lo
mereces. ∆ |