-De su abuelo a usted mismo se ha roto una cadena
donde los ancianos eran el grado máximo de autoridad, ¿por qué?
-Se debe sobre todo a la aparición tanto del capitalismo como de la
democracia y los modernos medios de comunicación. Cuando no había
todavía capitalismo industrial ni democracia, las posiciones de poder
estaban en manos de los que controlaban la propiedad de las familias,
que eran los mayores de cada linaje familiar, por lo que se dependía de
los patriarcas. Pero cuando llega el capitalismo industrial, la mayor
parte de la economía pasa a ser de mercado de trabajo. Son los adultos
que ganan dinero trabajando quienes sostienen a las familias, y los
mayores ya no son los titulares del poder familiar. Esto también pasa
con el poder político, que al ser electivo los votantes suelen elegir a
candidatos políticos de entre 40 y 50 años, mientras que antaño la mayor
parte de las organizaciones estaban dominadas jerárquicamente por la
antigüedad. Por último también influyeron los medios de comunicación,
porque cuando la cultura era sobre todo oral el saber colectivo estaba
depositado sólo en la memoria de los mayores. Pero ahora la actualidad
se concentra en los periódicos y eso está al acceso de los jóvenes,
quedando obsoleta la memoria del pasado que estaba depositada en los
recuerdos de los mayores.
-La vejez acarrea mayor experiencia, ¿por qué esto no se
valora en la actualidad?
-Porque la experiencia del pasado ya no sirve para el presente. Si
hace un siglo las vidas duraban 30 años, hoy duran casi 90, y pasan
tantísimas cosas que aquello de tu infancia ya no te sirve en absoluto
15 años después, sobre todo por culpa de las nuevas tecnologías.
Entonces sólo los que están atentos a la actualidad presente, a la
pequeña pantalla y las primeras páginas de los periódicos, son capaces
de seguir el ritmo de cambio social, pero a costa de olvidar un poco el
pasado.
-¿Nos empeñamos en alargar los años de vida, en lugar de
mejorar los que tenemos?
-Como hemos controlado las causas de mortalidad infecciosa, tenemos
una vejez muy prolongada pero muy achacosa. Pero yo creo que hay que
enfrentarse a la incapacidad, y si tenemos que estar en silla de ruedas,
no por eso la vida deja de merecer la pena. Hay que mantener a ultranza
la autonomía personal, porque lo que es horrible es que una persona
mayor pase a depender moralmente de los demás. Ésa es la única
incapacidad que a mí me asusta. Por eso espero que se generalice la
eutanasia, el derecho a disponer de la propia vida antes que perder la
autonomía moral. Porque si pierdes la memoria, la lucidez, la capacidad
de pensar, eso ya no es una vida digna, es mejor morirse. Y eso en el
futuro se irá generalizando, sobre todo cuando lleguen las nuevas
generaciones de viejos, que ya no serán como las actuales. Unos viejos
que habrán vivido toda su vida al día y serán capaces de seguir el ritmo
del cambio social, con otro nivel de estudios, a la última en nuevas
tecnologías... Los actuales jóvenes cuando sean viejos no se parecerán
en nada a los viejos actuales.
"Las viejas del
futuro, que ya habrán tenido una vida con independencia del varón,
levantarán su voz muy por encima de sus coetáneos masculinos" |
-¿Son ellos 'El poder gris' de su libro?
-Sí. Son estas próximas generaciones de mayores que no sólo
resistirán la discriminación que hoy sufren, sino que serán más activos,
imponiendo otra nueva forma de relación entre los mayores y los demás.
En lugar de ser una relación de sumisión como es la de hoy, vivirán una
relación de igual a igual con el resto de la sociedad.
-Generalmente cuando hablamos de viejos los vemos a
todos iguales, pero usted afirma que no hay una vejez sino muchas clases
de vejeces. ¿A qué se debe esa división?
-A que cada uno tiene la vejez que se merece a la luz de la vida que ha
vivido. Como no hay dos vidas iguales pues no puede haber dos vejeces
iguales. El pensar que sólo hay una clase de vejez es consecuencia del
estigma negativo que se atribuye a la tercera edad. Y por otra parte,
cada generación de viejos es distinta a la anterior. Hasta ahora
estigmatizamos a los viejos bajo la etiqueta colectiva de gente pasiva,
carga social o familiar, pero la generación futura de viejos no será
así. Tendrán mucha más experiencia asociativa, más nivel de estudios y
se negarán a retirarse, porque hay que pensar que esa generación entró
muy tarde en la vida activa. Los actuales viejos empezaron a trabajar
prontísimo, a los 13 ó 14 años, y a los 60 están ya muy quemados. Pero
las futuras generaciones desarrollarán activismos de todo tipo hasta
edades mucho más tardías. A los 75 años seguirán al pie del cañón, se
negarán a jubilarse, formarán asociaciones, reivindicarán, se
movilizarán, darán mucha guerra. Y en ese sentido otra idea bonita que
hay en el libro es que las futuras generaciones de viejos estarán en
buena medida lideradas por las viejas. La viejas actuales son la mayoría
analfabetas, han vivido toda su vida sometidas a los varones y no se
atreven a levantar la voz. Mientras que las mayores del futuro, que ya
habrán tenido una vida con independencia económica o profesional del
varón, levantarán su voz muy por encima de la de sus coetáneos
masculinos.
-Usted avanza que desaparecerá la jubilación, que
considera un concepto masculino.
-La jubilación es un concepto relativamente reciente y realmente
sólo la disfrutan los varones. Las mujeres, incluso aunque hayan
trabajado, no se jubilan nunca de la actividad en general, porque
siempre han tenido doble jornada. Si se jubilan sólo lo hacen del ámbito
público pero no del privado, y en ese sentido no hay nada tan
revitalizador como la actividad y lo que mata en muchos casos a los
jubilados es la inactividad. Ese rito de la jubilación es
inequívocamente masculino, similar al guerrero que se retira. En un
futuro ese ejemplo femenino de no jubilarse nunca se generalizará a
ambos géneros.
"Ahora se ha reducido
a los viejos a mascotas familiares, como si fueran menores
de edad a los que hay que tutelar sin decirles nunca la verdad" |
-¿Qué otras aportaciones femeninas tendrá la nueva
vejez?
-Yo espero que las mujeres nos sorprendan mucho, porque en la medida
en que las mujeres tengan protagonismo público, cuando lleguen
generaciones de mayores lideradas por las mujeres, innovarán. Así que
por tanto, no tenemos todavía indicios de cómo será esa cultura para la
vejez creada e inventada por mujeres. Hay especulaciones, como la de la
bióloga Helen Fisher, que dice que al cambiarse las hormonas con la
menopausia, las mujeres son como seres híbridos: tienen la capacidad
emocional femenina, pero al mismo tiempo la capacidad de protagonismo
masculino. En ese sentido serán capaces de ser al mismo tiempo
cooperativas y competitivas. Hasta ahora a las mujeres nunca se les ha
dejado tener protagonismo más que como madres o esposas, pero no como
personas, y se les amortizaba con la menopausia. Pero esta futura
generación querrá ser protagonista de su vida y de su sociedad hasta el
final. Eso ya lo descubriremos, y yo espero estar aquí todavía para
verlo.
-¿Cree que los nuevos viejos trabajarán hasta el final u
optarán por el ocio y el conocimiento?
-Yo creo que dependerá un poco de su trayectoria previa, porque la
vejez hay que entenderla como la etapa culminante de la vida, así que
será elección de cada persona.
-Nada que ver entonces con el presente, donde se diseña
lo mismo para todos...
-Sí, además a mí me molesta mucho tantos anuncios de pensiones. Que
te hablen del alegre retiro, de no hacer nada, del alegre jubilado que
no da ni golpe. Creo que es la imagen opuesta a lo que deberían ser los
mayores, a los que se les aniña como si fuesen bebés. La tercera edad no
es un retorno a la primera infancia, donde te conviertes en un bebé
sonriente, tontorrón y pasivo, sino que tienes que ser activo, capaz de
ejercer acciones de todo tipo e influir en tu entorno. La búsqueda de la
dignidad personal hasta el final es resistirse. Yo no quiero dar pena a
los demás. Lo que quiero es que los demás me respeten, me atiendan, o
les interese lo que yo pueda hacer y decir. Ahora se ha reducido a los
viejos a mascotas familiares, como si fueran menores de edad a los que
hay que tutelar sin decirles nunca la verdad. ¿Que tiene cáncer el
abuelito? No se le dice para que no sufra. Hombre, por favor. ∆
Enrique Gil Calvo ha escrito Nacidos para cambiar. Cómo
construimos nuestras biografías y Medias miradas: un análisis cultural
de la imagen femenina.