Foto: Luis Magán. El País
Vivimos dentro de un capitalismo de ficción que no
tiene como objetivo la producción de bienes, sino la producción de
realidad. Una "segunda realidad" basada en la distracción, en la
felicidad, en la imagen... Nada es lo que parece.
Vicente Verdú ha dedicado cuatro años de su vida a explorar esta realidad
de ficción y nos lo ha contado -a través de mil ejemplos- en su último
libro, "El estilo del mundo" (Anagrama)
"Hoy en día se aceptan nuevas
democracias, no porque cumplan con la Declaración de Derechos Humanos,
sino porque han sido designadas por el Banco Mundial o el Fondo Monetario
Internacional"
Foto: Anagrama
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Texto: Mariló Hidalgo
Sin duda, Verdú
ha realizado un buen trabajo de investigación. Este escritor y periodista ha
viajado a las profundidades de la sociedad contemporánea y desde ahí ha
observado sus reacciones. A muchos, sus conclusiones les conducirán a una
reflexión profunda.
-Empiezas el libro explicando cómo el capitalismo al principio estaba
encaminado a proporcionar bienestar social y ahora se esfuerza en ofrecernos
bienestar psíquico, produciendo esa realidad que tú llamas de ficción. ¿Qué hay
tras ese escaparate y qué papel juega el individuo?
-Al quedarse como el sistema absoluto, el capitalismo se ha convertido en la
sociedad, en el sistema, en el mundo por antonomasia y desde ese poder omnímodo
desarrolla con más capacidad y eficacia sus trabajos de manipulación y
explotación. Antes eran más visibles al contrastarlo con otros ideales ahora ya
desaparecidos. ¿Qué papel desempeña el individuo? Pues se encuentra en una
situación de más individualismo que nunca y lo que busca es salvarse en
solitario, y eso precisamente favorece el poder del sistema. Porque la falta de
fuerza de las organizaciones tradicionales como los sindicatos u otros partidos
con ideología, la debilidad de todas estas asociaciones hacen que el sistema
tenga más poder frente a las oposiciones y, por supuesto, gane cuando se trate
de enfrentamientos individuales.
-¿Qué papel juega el consumo en este capitalismo de ficción?
-El discurso actual gira en torno al consumo, a hacer imprescindibles los
objetos que nos proporciona. A que el individuo no se sienta manada, sino único.
El capitalismo de ficción procura alimentar a cada persona la impresión de ser
alguien. No se preocupa tanto por la mercancía como sí por la idea que ésta
aporta. No se valora su utilidad sino lo que significa. El artículo es el que
habla y dice cómo eres.
-Comentas que el sistema fomenta el individualismo y no obstante dices que
todo tiende hacia una homogeneización.
-Todo tiende hacia la homogeneización porque ahora mismo el mercado es
planetario y para ello hay que buscar producciones que sean rentables a esa gran
escala. Y no sólo las producciones en sí, sino digamos los gustos, estilos de
vida, valores, etc. Todo tiene que hacerse planetario para que circulen
mercancías, capitales, ofertas, mensajes publicitarios, y proporcionen
beneficios.
-Dices que este capitalismo de ficción no es consecuencia de las leyes de
economía como sería de suponer, sino que es una creación política para asegurar
el control.
-Ésa es una idea que ya expone Pierre Bourdieu. Esta globalización que se ha
producido no es una globalización espontánea y fatal. Ha seguido las guías de
unos intereses económicos concretos. Las normas y reglas que impone el Banco
Mundial a un determinado país para ayudarle a una financiación, aplazarle la
deuda o simplemente para aceptarlo en la comunidad internacional tienen que ver
con unos intereses de las multinacionales. No es por tanto un fenómeno natural
que por sí solo se regule. La clase de interrelación que se establece y que está
dominando el mundo, obedece a unos intereses políticos y económicos y están
representados en esos organismos internacionales.
-Parte activa en este montaje lo tiene EEUU, un país que aseguras está
viviendo uno de sus momentos más regresivos. ¿A qué está recurriendo EEUU ahora
para mantener su liderazgo en el mundo?
-EEUU está atravesando una crisis de imagen importante y hoy eso de la
imagen es la cristalización de un valor, de un proyecto y de una función de
liderazgo. Justo ahora se encuentra en regresión pero creo que será episódica
porque pronto habrá un cambio con otro presidente capaz de restaurar la imagen
perdida.
-Siguiendo con las imágenes, hablemos de otra contradicción. En la historia
nunca han existido tantos países que se denominen democráticos y nunca han
estado los valores democráticos tan pisoteados. ¿Nos encontramos también ante
una democracia de ficción?
-Sí, y pienso que eso ocurre igual que con la cultura o el arte, a cualquier
cosa llaman arte. Hoy en día se aceptan nuevas democracias, no porque cumplan
con la Declaración de Derechos Humanos, sino porque han sido designadas por el
Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Y en ello, EEUU ha adoptado
por su cuenta el papel de instaurar democracias allí donde le conviene. Por
ejemplo en Irak, con dos palos y un sombrajo ya pretenden que exista una
democracia.
-Otra de las cosas con las que juega este capitalismo de ficción es con la
felicidad: hacernos alegres y felices como si fuésemos niños. El ocio, la moda,
parece que van dirigidos a mentes infantiles, ¿nunca ha estado la sociedad tan
puerilizada como ahora?
-Una sociedad que elimina la tragedia de su vida porque le molesta y en
cambio apoya el optimismo como un valor para sentirse bien, al final acaba
instalándose en un estado de felicidad permanente que corresponde a una
mentalidad infantil. No tiene en su mente los graves problemas que asolan al
mundo, las contradicciones, etc. A ello también contribuye la cultura, que en
vez de ir dirigida a la reflexión profunda, es una cultura de distracción que es
lo que a los niños se les ofrece.
-¿A alguien le importa lo que la gente piense, reflexione o critique?
-Ten en cuenta que todo esto se ofrece en relación a una demanda. Los
norteamericanos han estado desde la Segunda Guerra Mundial produciendo
entretenimiento, que es la cultura número uno en EEUU. No es que ellos hagan una
manipulación de la conciencia, y que en ese vacío infundan la distracción, sino
que atienden el lado más sensible del individuo para buscar apartarle de los
problemas. Esto llevado a los extremos hace que lo más importante en nuestras
vidas sea la diversión: divertirse hasta morir.
-¿Y crees que sacar la cabeza de este montaje -que explicas con todo detalle
en el libro-, es la necesidad de la gran mayoría?
-No. Creo que una creciente minoría está dándose cuenta de que vivimos esta
ficción y quiere sacudirse este mundo de mentiras, falsedades y trivialidad. Y
lo quiere hacer porque cree que esto está contribuyendo a arruinar su dignidad
como ser humano. ¿Cómo hacer para resolver la situación? Ahí radica el problema.
El mundo del otro lado está en manos de un poder hoy por hoy incombatible. Antes
cuando estaba el comunismo, había una alternativa y uno incluso lo utilizaba
para acentuar las contradicciones del capitalismo y luchar por ello. Pero ahora
es una lucha desoladora porque hay manifestaciones contra la guerra, el
Prestige, pero luego eso se apaga porque no hay nada que hacer después. No se
trata de decir solamente "no", sino de ofrecer alternativas. Otro mundo es
posible pero no sabemos cuál. Es necesaria una nueva utopía.
-Dices que "el mundo está pendiente de un proyecto histórico que reúna
realmente a los seres humanos".¿Qué valores debería de incluir este proyecto?
-Una de las cosas que ha hecho a la especie progresar es la cooperación.
Frente a todo este individualismo, la cooperación aportaría muchos más
beneficios desde el punto de vista humano. Ya lo dicen los estudios, somos más
felices en relación directa a nuestro grado de relación con los demás. Contacto,
diálogo. Valores que antes eran exclusivos de las mujeres como la afectividad,
comunicación, se extiendan y formen una red eficaz para sembrar la sensibilidad.
Hacen falta otros aspectos que están vivos en la mujer -y ahí no quiero pecar de
feminista-. Lamentablemente, el sistema está muy inclinado hacia el beneficio
económico, en detrimento de otros valores como la cultura. La sociedad se podría
apoyar en otros pilares más dentro del ser humano, que no sean tan superficiales
como los que nos ofrecen cada día.
-¿Qué papel juega la cultura como arma?
-Este sistema nos induce a comprar cosas, amueblar la casa, etc. Pero si vas
a ver, lo que nos hace ser felices no es amueblar la casa sino amueblarnos
nosotros. La cultura no es un asunto ornamental, es un arma, es el alimento a
partir del cual uno tiene la sensibilidad más acentuada, alertas más despiertas,
capacidad de interpretación y reflexión. La cultura está desprestigiada porque
cultura no da más dinero. Llegará un momento donde la sociedad, hastiada de
bienes, tomará estos derroteros. En Europa hay personas que aceptan una bajada
de salario a cambio de más tiempo libre.
-Mantienes una postura bastante pesimista sobre el tema.
-Si me preguntas cómo veo el futuro inmediato te diría que ese modelo
americano está aún en fase de expansión y que la ley del dinero es todavía un
modelo imperante con mucho recorrido.
-¿Cómo mira al mundo cada mañana alguien que es consciente de esta ficción?
-Vivimos como ésos de la película de Matrix. Llega un punto en que no sabes
que existe otra realidad y vives ésta como si lo fuera, porque las claves para
sobrevivir están dentro de ese lenguaje de ficción. Por ejemplo, miras la guerra
de Irak y ves que todo fue montado en base a una ficción: ni tienen armas de
destrucción masiva, ni eran un peligro terrorista... Todo esto te demuestra que
el mundo se está infectando de ficción por todas partes. ∆
Otras obras del autor: "El planeta americano", "Días sin fumar" y "Héroes
y villanos" de Anagrama, "China Superstar" de Aguilar, "Señoras y señores" de
Espasa. Vicente Verdú escribe regularmente en El País. |