Lo femenino es moverse por
un espacio sin fronteras físicas, sociales, ni mentales, porque para la
sustancia todo forma parte de sí, todo está dentro de ella y por tanto
todo le pertenece |
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OCTUBRE 2003
UNA PUERTA HACIA EL FUTURO
POR ELENA G. GOMEZ
D icen que el Futuro es para aquellos
que son capaces de soñar. Y que cuando ese sueño está en la mente de muchas
personas poco a poco se va haciendo realidad.
Y ese sueño y las personas que lo están soñando ya existen.
Y los soñadores son personas inquietas e inconformistas, personas que no
admiten la tiranía del imperio, la prepotencia de los que se creen dueños
del planeta, personas que no se quedan de brazos cruzados y que están
viviendo una revolución, una revolución que no tiene nada que ver con las
armas ni las luchas, sino con un cambio interno y profundo, un cambio que
afecta incluso a su propia estructura básica, a su ADN.
Y el sueño es una puerta que conduce hacia el futuro, una puerta que tiene
escrita una palabra: LO FEMENINO.
Pero cuando se habla de lo femenino no se está hablando sólo de la mujer,
sino de algo que está en el interior de ella pero que afecta tanto al hombre
como a la mujer.
Lo femenino es la sustancia y la sustancia es la madre y la madre es
sensible a todo lo que está dentro de sí.
Si hablamos de femenino hablamos de sensibilidad y la sensibilidad es la
percepción desde dentro de todo lo que está dentro de la vida, de las
personas, de lo creado.
Poder romper la barrera mental del género, destrozar las imágenes creadas
sobre hombres y mujeres, imágenes que condicionan las relaciones y la propia
evolución de las personas, es adentrarse en la más apasionante de las
aventuras, la de soñar lo femenino.
Porque lo femenino es moverse por un espacio que no posee fronteras físicas,
sociales, ni mentales, porque para la sustancia todo forma parte de sí, todo
está dentro de ella y por tanto todo le pertenece.
Lo femenino es constante movimiento, constante transformación, porque lo
femenino no admite la retención, no soporta la rutina, la inercia, porque
necesita hacer de cada momento un instante distinto, único e irrepetible.
Lo femenino es sentirse parte activa de la creación, no admite la pasividad,
ni la actitud sumisa y resignada que muestran aquellos que en su interior
temen la fuerza que está dentro de lo femenino.
Lo femenino es no tener necesidad de que los demás estén pendientes de uno
mismo, porque en el interior sabe que sólo llena aquello que se hace por los
demás.
Lo femenino es generosidad, es caminar por la vida sin necesidad de poseer,
porque desde lo femenino se comprende que la vida es evolución y la
evolución muestra que todas las cosas son temporales y que su valor está
sólo en función de su utilidad.
Lo femenino es complicidad, es saber jugar en la vida y valorar esas
pequeñas cosas cotidianas que hacen de la relación un mundo lleno de
sorpresas y descubrimientos. Un mundo siempre joven y renovado.
Lo femenino es magia, la magia de entrar en un nuevo espacio donde
desaparecen los fantasmas del pasado para llenarse de la aventura del
futuro, donde cada momento es un espacio nuevo por descubrir, por
investigar, por conquistar. Donde se abre una nueva puerta a la existencia
para comprender que lo que nuestros cinco sentidos muestran es sólo una
parte muy pequeña y casi siempre irreal, de lo que realmente existe. Un
espacio donde aprender a conocer la relación que hay entre el Fuego y la
Tierra, entre el Agua y el Aire, entre el mundo visible y el mundo invisible
pero real, y sobre todo un espacio donde volverse como niños, unos niños que
tienen que aprender primero a ser conscientes de las causas y los efectos de
sus pensamientos y acciones, para luego poder controlarlos.
Vivir desde lo femenino implica ser conscientes de que nada de lo que sucede
en la vida es por casualidad, que todo obedece a un pensamiento, a una
actitud, o a una petición que en algún momento uno consciente o
inconscientemente realizó, y que sólo depende de uno mismo la utilización
que con ello se haga.
Vivir desde lo femenino implica que la mujer ya no es enemiga de la mujer
sino su amiga y compañera, y que el hombre ya no lucha contra el hombre,
porque ya no es su rival.
Vivir desde lo femenino es vivir desde el esfuerzo personal y entender que
la vida tiene sentido si cada día hay algo más que superar, algo que
aprender y algo que crear.
Vivir desde lo femenino es conectar con la Fuerza. Y la Fuerza está en la
mente, oculta y reservada sólo para aquellos que se atreven a mirar dentro
de sí, para aquellos que no temen enfrentarse a sus propias mentiras, para
aquellos que no culpan a los demás de aquello que ellos no son capaces de
realizar.
Vivir desde lo femenino es ser Aventurero de la vida, es no arrugarse ante
las dificultades, ni esconderse tras las limitaciones, sino admitir el
riesgo, el aparente vacío y también el esfuerzo, porque detrás de ellos se
esconde un gran tesoro, un tesoro que el hombre lleva buscando desde el
principio de los tiempos: el poder.
Vivir desde lo femenino es vivir la alegría que hay detrás de cada paso en
la conquista y superación de uno mismo.
Vivir desde lo femenino es caminar sin dejar de mirar el objetivo, porque
tras el objetivo está la victoria, y la victoria transporta a otra dimensión
de uno mismo.
Pero para vivir desde lo femenino, primero, inevitablemente, hay que
aprender a sacrificarse, y el verdadero sacrificio no está en dejar las
cosas sino en coger más.
Esta es la Puerta que conduce a un Futuro, un Futuro que te pertenece, un
Futuro cargado para aquellos que deseen soñar y hacer realidad sus sueños. ∆ |