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"La inmigración cubre montones de puestos de trabajo, un 23% que no figura en ningún sitio. No cotizan a la Seguridad Social, no se paga a Hacienda, no existen legalmente"

NOVIEMBRE  2003

INMIGRACION ILEGAL: A QUIEN CONVIENE

Miles de inmigrantes llegan por tierra, mar y aire cada año a nuestro país. Buscan
nuevas oportunidades en un mundo lleno de lujos, pero luego se encuentran con trabajos sin las condiciones mínimas por los que cobran pequeños sueldos. Aparentemente, empresarios y gobierno rechazan la inmigración clandestina, pero en la realidad no pueden negar que engrosa los beneficios de ambos.

La economía sumergida aumenta, para regocijo de muchos empresarios sin escrúpulos, y el gobierno lo sabe.

Texto: Marta Iglesias / Fotos: Fusión

La ONU lleva años alertando que Europa necesita admitir 159 millones de inmigrantes hasta el 2050, si quiere mantener su crecimiento económico. Poco importa que Suecia y Francia hayan recuperado de forma notable sus índices de natalidad gracias a eficaces políticas gubernamentales, o que España haya superado este año el decrecimiento de población gracias exclusivamente a los inmigrantes. El viejo continente se hace cada vez más anciano y ni siquiera por razones egoístas piensa abrir las puertas. Desde enero cañoneras y buques de guerra patrullan por el Mediterráneo para evitar que las frágiles pateras alcancen la rica tierra firme europea. En España se vigilan los aeropuertos con más ahínco que nunca, puesto que cada año llegan más de medio millón de latinoamericanos de los que sólo vuelven 86.000 a su tierra. Paralelamente, la frontera con Francia se controla mediante la firma de acuerdos con países como Rumanía, para que les facilite una lista de los habitantes que vienen en autobús. De este modo, aunque parece evidente que necesitamos la emigración para subsistir -y en este punto muchos apoyan que incluso para hacer progresar la cultura existente- Europa se resiste a ello. Para el periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias, Xavier Caño, la razón está en que "Europa, que es de una forma u otra la patria de los derechos humanos y de la democracia, también es la patria de los fascismos en sentido genérico. Y uno de los componentes de los fascismos es la contraposición, el odio al otro entendido como chivo expiatorio, cabeza de turco... Yo creo que de ahí surge un determinado caldo de cultivo que es una tentación para ciertos sectores de las clases dirigentes o de sus aliados de culpabilizar al otro por razones étnico-culturales-nacionales". Pero si se analiza el discurso político con más detenimiento y se observa si realmente se ponen en funcionamiento las medidas prometidas, se advierte que en ocasiones se trata de gestos previstos para no perder votos, no verdaderas intenciones de acabar con la inmigración. Incluso el ciudadano más solidario sería capaz de diseñar una estrategia que impidiese la inmigración con más ahínco que el actual gobierno si pensase en ello diez minutos. Por tanto, se perfila una respuesta clara a esta incongruencia gubernamental: realmente el gobierno ya sabe por propia experiencia que lo que dice el PNUD es cierto; sólo sumando el dos y dos de la economía sumergida se puede apreciar que tres millones de inmigrantes sin papeles están incrementando un PIB que no se declara a través de Hacienda y la Seguridad Social. Pero los euros son los euros, y tener el dinero en las arcas y los votos en las urnas bien se merece un esfuerzo.

 Marx y el ejército industrial de reserva

Esos tres millones de inmigrantes que no poseen permiso de residencia ni de trabajo se mantienen aquí por una razón: están trabajando. Todo el mundo conoce a alguien que tiene un amigo que contrata a inmigrantes sin papeles en la construcción, la recolección, la limpieza, el servicio doméstico o la hostelería. Para Xavier Caño todas estas personas forman el ejército industrial de reserva del que hablaba Marx, y que se traduce en que hay muchas más personas que solicitan empleo que puestos de trabajo hay, por lo que siempre hay posibles sustitutos para ocuparlos. De esta manera la clase empresarial no tiene por qué esmerarse en mejorar las condiciones económicas y laborales de los empleos que genera. "En ese sentido, con todos los matices que quieras -argumenta Caño-, la inmigración cubre montones de puestos de trabajo. Se trata de un porcentaje elevadísimo en España, que alcanza un 23% que no figura en ningún sitio. No cotizan a la Seguridad Social, no se paga a Hacienda por los beneficios obtenidos... no existen legalmente. Consciente o involuntariamente, la inmigración cumple este papel, donde los inmigrantes son las víctimas". De esta manera, los inmigrantes se mantienen en un callejón sin salida, puesto que si piden mejoras salariales o laborales son expulsados de sus trabajos, pero esta situación repercute también en los trabajadores asalariados con contrato. Ya que hay muchas personas esperando a que desocupe su puesto de trabajo y a no exigir más condiciones, las peticiones de mejora se detienen y la calidad baja. Se terminaron las reivindicaciones salariales y laborales: si no quieres lo que te doy, ahí tienes la puerta. La economía sumergida aumenta, para regocijo de muchos empresarios sin escrúpulos, y el gobierno lo sabe. "El gobierno es consciente -afirma Caño-. Si el gobierno de verdad tuviera voluntad de acabar con la economía sumergida, que es la que ampara todas estas injusticias, haría como ha hecho cuando ha querido avanzar en la lucha contra los etarras: pone dinero encima de la mesa. Gobernar significa tener un programa, tener ideas, pero gobernar cuando vas destilando hasta la última gota exactamente qué es, es asignar partidas presupuestarias, es poner dinero encima de la mesa. Cuando el gobierno ha querido acabar con la rebeldía de la protesta gallega por lo del chapapote del Prestige ha dedicado dinero. Cuando ha querido avanzar en la lucha antiterrorista igual. Si de verdad se quiere acabar con la economía sumergida ponga usted 5000 controladores, págueles bien, ponga inspectores a los inspectores y en un año se reduce increíblemente, porque eso es algo que no puede ser clandestino. La economía sumergida existe porque al gobierno le da la gana de que exista, ya que eso rebaja los costos laborales. Está dispuesto a perder la parte impositiva, y de paso disminuye el paro -aunque de una forma terriblemente indecente-, con lo cual decrece la posible tensión social. Hay un incremento, aunque no esté contabilizado, de producto interior bruto y no se buscan problemas".
Nos encontramos ante un callejón de salida, con una solución evidente: necesitamos los inmigrantes y ellos a nosotros; si no se regulan sus condiciones de trabajo, las nuestras se verán repercutidas en sentido negativo; su silencio mantiene el círculo y el nuestro igual. Por mucho que nos paremos a pensar la mejor solución, el flujo de inmigrantes sigue aumentando. Gracias a nuestras televisiones, que funcionan como reclamo, buscan mejores condiciones que en sus países y no van a pararse ante un registro en un aeropuerto o una cañonera en el Mediterráneo. Vendrán con o sin nuestro permiso. Si todas las evidencias apuntan a que es un hecho positivo, en nuestras manos queda hacer de ello un proceso doloroso o empezar a crear condiciones de igualdad y justicia social que garantice una transición enriquecedora para ambas partes. Ellos ya han tomado una decisión, sólo queda la nuestra. Las puertas no seguirán cerradas mucho más tiempo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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