La democracia es el mejor
sistema si somos capaces de entender de verdad su filosofía, la de
alejarse del dogma y atarse a la continua evolución hacia nuevas formas
capaces de aglutinar cada vez más opiniones y puntos de vista. |
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NOVIEMBRE 2003
EL ESPEJISMO DE LA POLITICA
POR JOSE ROMERO SEGUIN
La política es el espejismo con que nos engañamos a la hora de participar
en la vida pública. Y como espejismo que es, cada uno le da la forma que más
le apetece, y a eso le llamamos ideología, por llamarle algo. La ideología,
es pues, un espejismo que da forma a nuestros valores éticos y preferencias
en la forma de gobierno y a eso le llamamos partido.
Una vez creada la dual ilusión óptica de la ideología y el partido, sólo nos
resta colocar en ese espacio inexistente a un grupo de hombres para que lo
habiten y gobiernen desde la realidad, y a estos hombres le llamamos
políticos.
Los políticos son de carne y hueso, es decir, están hechos a la imagen y
semejanza de nosotros mismos, luego no son espejismos, por lo tanto, urge
soñarlos, y nos ponemos a ello y les suponemos valores que aún no se conocen
en la faz de la tierra, de esa forma los convertimos, cómo no, en
espejismos, y desde ese momento de divina pluralidad ya podemos anunciar a
los cuatro vientos que vivimos en una democracia.
La democracia es, por tanto, una sucesión de espejismos que conforman
finalmente la voluntad popular a través de un sistema de mayoría y minorías.
Y hasta ese punto todo funciona en perfecta armonía, pero no hay nada peor
para un espejismo que la realidad, la realidad lo evapora en un abrir y
cerrar de ojos, convirtiéndolo en lo que realmente es, es decir, nada, una
mera ilusión. Pero cómo querer verlo, si lo que nos ha llevado a instaurarlo
no ha sido la fatiga, sino la estulticia, no la necesidad sino la comodidad,
por ello en vez de ponernos a construir realidades con las que combatir la
realidad, echamos mano del espejismo y reclamamos más espejismos con los que
amparar esta gran mentira.
Este prodigio de espejos que reflejan nuestras apetencias, van conformando
la imagen del cuerpo social. Deshecho de todos los deshechos imaginables que
sin escrúpulos ponemos al servicio de los valores éticos y estéticos que
adornan nuestras conciencias en las horas de los sueños.
Una vez consumada la farsa, qué se puede esperar, sino remendar todos los
rotos y apuntalar todas las fisuras que se produzcan. El espejismo ha de
mantenerse en pie, pues él, sin ser nada, lo es todo, pues curiosamente es
él quien ordena el desorden, quien garantiza la injusticia con la fuerza de
su justicia, quien da cobertura a todas las atrocidades imaginables e
inimaginables que se realizan al amparo de su sofisticado y civilizado
espíritu.
Es hora de acabar con los espejismos, de enfrentarnos a los desiertos con la
gallarda y esforzada voluntad de un tuareg, pues sólo así seremos capaces de
hallar los oasis donde toda la humanidad pueda apagar su sed, saciar su
hambre y hallar descanso tras la dura jornada de la existencia.
La vida es ya lo suficientemente dura como para atarla a tanta mentira que
aunque en un primer momento deslumbre e ilusione, termina humillando,
frustrando y maldiciendo al ser humano con la peor de las lacras, la de la
desilusión, la de la indiferencia que conduce a crear espejismos que se
nombran dioses y diablos, señores todos ellos de exóticos paraísos.
Ya está bien de estupideces a la medida de la estupidez de no querer ver. La
política no es el arte de lo posible, sino lo posible hecho arte. La
democracia es el mejor sistema si somos capaces de entender de verdad su
filosofía, la de alejarse del dogma y atarse a la continua evolución hacia
nuevas formas capaces de aglutinar cada vez más opiniones y puntos de vista.
Las ideologías no son sino normas de convivencia que han de elaborar
sistemas de equidad a la hora de la explotación y reparto de los recursos.
No son, por tanto, armas para ninguna guerra sino instrumentos para la paz.
Los partidos políticos han de ser lugares de encuentro y no de concentración
de poder.
Los políticos, carne de nuestra carne, han de dejar de venderse y comprarse
con el dinero que se venden y dar paso a la honradez, ese espejismo que un
día fue verdad en algún lugar de nuestra conciencia y para el que corren tan
malos tiempos.
Para dar este salto cualitativo es necesario tener el arrojo suficiente para
enfrentarnos a una realidad terrible tanto en el ámbito individual como
social, después de tanto orgullo, de tanta arrogancia, de tanta soberbia, la
de sabernos vulnerables, caóticos, egoístas y profundamente rudimentarios en
lo que a inteligencia concierne.
Los sueños, es verdad, nos permiten vislumbrar nuevos horizontes, ellos como
la intuición, han de ser posteriormente sometidos al imperio de la razón,
para conciliarlos con los sueños e intuiciones de los demás, para hacerlos
viables y posibles en la vida del cuerpo social.
Vivimos en un mundo que no nace de la mano caprichosa de ningún dios que no
seamos nosotros mismos, y por ser así, no cabe seguir justificando y
subsanando los errores reales con la miserable cantinela de los espejismos.
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