MAYO 2003
"QUIEN SIEMBRA VIENTOS..."
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No
se puede ser tan hipócrita como para apoyar la violencia con una
mano y condenarla con la otra. |
Desde que comenzó la guerra, o mejor
dicho, la invasión de Irak, el PP. está oyendo y viviendo de todo, desde las
críticas razonadas, argumentadas, hasta la violencia más extrema como es el
caso de ataques a sus sedes e, incluso, a sus militantes.
Vaya por delante nuestra condena a todo lo que sea violencia.
Somos de los que estamos convencidos, por simple lógica histórica, que la
violencia sólo engendra más violencia, es más, indica un nivel evolutivo de
la especie humana que ya necesitamos dejar atrás.
Pero, por razones obvias, no es de recibo que el PP. condene con irritación
una violencia que es consecuencia de haber apostado ellos por la violencia
como única medida para "solucionar" el asunto de Irak.
Si se quiere comprender lo que sucede ahora, sin que ello sea de ningún modo
justificable, repito, no se debe olvidar que antes de iniciarse la guerra
todos los grupos parlamentarios le pedían a Aznar que no incluyera a España
en la espiral de violencia que supondría la guerra a Irak. Y Aznar, más
cabezón que nunca, que ya era difícil, insistió una y otra vez que era la
única forma de detener al dictador y liberar a la humanidad de tal peligro,
cosa por cierto que antes no comprendía nadie y ahora, después de ver los
resultados, menos aún.
O sea, que Aznar y su partido, como uno solo, optaron por la violencia
contra Saddam y sus "valores". Pues por la misma razón, hay individuos que
entienden que sólo la violencia puede frenar el arrogante y fascista uso del
poder que ostenta el PP. con su presidente a la cabeza.
¿Que están equivocados? Por supuesto que sí, pero no menos que Aznar y los
suyos cuando apoyaron la invasión de Irak.
¿Sufriría el PP. tales ataques verbales y físicos si se hubieran unido al
pueblo español contra la guerra? Por supuesto que no. Evidentemente una cosa
es consecuencia de la otra, y ambas igual de repugnantes.
Pero... ¿qué extraño fenómeno ocurre en las cabezas de los que gobiernan que
se consideran dioses con derecho a usar ellos la violencia y a no ser a su
vez víctimas de ella?
¿Por qué justifican la violencia de los policías en la calle aporreando a
ciudadanos que ejercen su derecho a manifestarse y tachan de salvajada que
les tiren a ellos huevos o que quemen sus sedes? Repito... ¿Es que se
consideran dioses intocables?
La cosa no cuadra, no encaja. Y la única forma de encajarla es apelando al
tremendo fuera de tono que viven los políticos, que convirtieron la mayoría
absoluta en una fusta con la que ejercer su autoritarismo y que confunden
gobernar con reprimir, democracia con dictadura, ciudadanos con vasallos,
leyes con castigos, patriotismo con borreguismo, votos con el auténtico
poder.
Resulta cuando menos chocante ver a representantes del gobierno, irritados,
cabreados, denunciando ante la opinión pública la violencia callejera,
cuando en el mismo telediario los ciudadanos acaban de ver a civiles, niños,
ancianos, mujeres, iraquíes, desmembrados por las bombas de los salvadores
de la humanidad, entre ellos Aznar, y que pese al horror que a todos nos
sacude siguen felicitándose por la buena marcha de las operaciones.
¿Acaso tiene más peso humano una sede del PP ardiendo que un niño iraquí sin
brazos? Por supuesto que no.
Si los avispados del PP, que se creen sabios, se pararan a pensar sobre esa
ley tan universal conocida como "causa-efecto", llegarían a la conclusión
que lo que ahora recogen es consecuencia de lo que antes sembraron.
Y no se puede ser tan hipócrita como para apoyar la violencia con una mano y
condenarla con la otra.
Claro que cuando la violencia se vuelve contra uno ¿A que jode...?
/MC |