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MAYO 2003
LA AUTENTICA GUERRA
D esde el principio, desde que la
criatura hombre apareció sobre el planeta, existen dos grandes bandos, dos
diferentes tipologías de seres humanos que han estado permanentemente
enfrentadas. Una de ellas, los defensores de la muerte, de la violencia, de
la conquista del poder a cualquier precio, del dominio sobre todo y sobre
todos. Otra, formada por los defensores de la vida, de la igualdad, de la
justicia, de la paz. Ambas tendencias tienen su origen en la forma en la que
el hombre fue creado, en los Seres Superiores que intervinieron en su diseño
y posterior formación, en la naturaleza de las Energías que se combinaron
para dar vida a la más maravillosa y a la vez compleja criatura del Cosmos:
El hombre.
A través de los tiempos, de la historia de la humanidad, hemos visto el
abrumador dominio de los primeros sobre los segundos.
Hemos asistido al sometimiento de los pueblos, al sufrimiento y dolor de los
inocentes a manos de los "conquistadores", y hemos contemplado como a los
portadores de la muerte se les adoraba como a héroes, como a "dioses",
convirtiéndose así en una "copia" de los verdaderos "dioses" a los que
servían.
A los pacíficos se les marginaba, se les consideraba ciudadanos de clase
inferior, indignos de su patria y de su nombre.
Todo ello aún sigue vigente. La cultura, la filosofía de la guerra, sigue
marcando las directrices de la vida y del progreso, pero el desequilibrio
entre ambas fuerzas se está rompiendo.
Hoy, los defensores de la Paz se están poco a poco sacudiendo el miedo,
rompiendo las cadenas de su silencio, ganando terreno paso a paso y
constituyéndose así en un poderoso ejército que, en vez de armas, utiliza la
fuerza de su corazón, el poder de la palabra, la unidad y la verdad.
Pero para los defensores de la guerra siguen siendo unos cobardes, unos
teóricos que, además, necesitan de su protección. No dudan, incluso, en
utilizar contra ellos el poder de sus armas de destrucción, en aplicarles
sus leyes corruptas, en catalogarles como delincuentes y terroristas.
Pero el movimiento nacido es indestructible, irreversible.
Ha llegado el tiempo del verdadero enfrentamiento entre ambas fuerzas y nada
ni nadie lo puede evitar, porque así está escrito desde la creación del
hombre y porque el futuro, un futuro diferente, soñado por el Uno, por el
Creador, habla de una humanidad unida, en una Nueva Tierra, bajo un nuevo
Cielo, donde los hijos del Sol puedan vivir en libertad el Sueño, y donde no
habrá lugar para los defensores de la guerra, de la muerte.
Y este es el tiempo donde ambos bandos realicen su definitiva definición, y
toda criatura viviente en el planeta estará sometida a esa definición,
porque la guerra o la paz, la muerte o la vida, el odio y el egoísmo o el
amor, serán los pilares de los dos senderos que todos escogerán, y así cada
uno tendrá lo que haya decidido, lo que haya escogido.
La auténtica guerra que ha comenzado, no es la de los misiles, la de los
tanques, la de los aviones soltando muerte y destrucción.
La auténtica guerra es más profunda, más interna, y tiene que ver con la
"sustancia" de que están construidos los seres humanos, porque en el ADN
está grabada la marca de los "dioses", y es llegado el tiempo en el que sea
activada la Energía dormida durante siglos, la Energía de los auténticos
creadores, que actuará como revulsivo en aquellos que la porten y les
motivará para enfrentarse a los que hasta ahora dominaron el planeta con el
poder de sus armas, con sus mentiras revestidas de "verdades", con su
aureola de salvadores, de pacíficos, con el peso abrumador de su dinero.
Estos sicarios de la muerte dominaron hasta ahora utilizando el miedo y la
represión. Pero el Pueblo Universal emergente no tiene miedo, no cree más en
las mentiras, ya no se detiene ante nada, porque, sin saber cuál es su
origen, siente dentro de sí una Fuerza poderosa que le impulsa hacia
adelante, para expulsar a los falsos servidores de los "dioses" y construir
un mundo diferente.
Porque el poder de la Verdad es más grande que el de los misiles.
Porque el poder del Amor es más fuerte que el del odio.
Porque el poder de la Vida es más abarcante que el de la muerte.
La auténtica guerra ha comenzado, que cada cual tome su decisión y elija
bando. ∆ |
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