MARZO 2003

TEMA DEL MES - LA GUERRA EN DOLARES

"No sólo se arman los Estados Unidos; casi todo el mundo incrementa
su capacidad bélica: unos contra el terrorismo internacional y otros
contra la coalición internacional antiterrorista""
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José Carlos García Fajardo(*)
EEUU y sus aliados ya se han gastado 100.000 millones de dólares en la
guerra de Afganistán...
La Guerra del Golfo, de 1991, costó
76.000 millones, y tan sólo duró dos meses. La guerra de Vietnam, con
cientos de miles de víctimas civiles, superó el medio billón de dólares de
entonces, en 1969. La Guerra de Corea, en 1951, superó los 350.000 millones
de dólares. Y para la nueva guerra que se avecina se han presupuestado entre
100 y 200.000 millones de dólares. Es decir, en torno al 2% del PIB de los
EE.UU.
El presupuesto de 345.000 millones de dólares del Pentágono se verá
incrementado en los próximos meses. Las grandes compañías fabricantes de
armas necesitan que se consuma un material que se apresta a sustituir por
otro más sofisticado. No olvidemos que, a las dos semanas del ataque a las
Torres Gemelas, el presidente Bush firmó el contrato más costoso de la
historia con la Compañía Looked Martin por valor de 225.000 millones de
dólares (45 billones de pesetas) para comprar aviones de combate, "a
suministrar en los próximos seis años". Luego, una operación comercial de
semejante magnitud ya estaba preparada desde hacía tiempo y tan sólo
necesitaba del ambiente visceral que proporcionó el ataque terrorista. De
ahí que tantos analistas se pregunten si es posible que ninguno de los
servicios de inteligencia de EEUU y sobre todo el del MOSAD el gran
beneficiado de toda esta locura, el Partido de extrema derecha que gobierna
en el Estado de Israel, no tuvieran conocimiento de que algo muy gordo se
estaba preparando.
Pero no sólo se arman los Estados Unidos; casi todo el mundo incrementa su
capacidad bélica: unos contra el terrorismo internacional y otros contra la
coalición internacional antiterrorista. Gran Bretaña acaba de incrementar su
presupuesto para la guerra de 1.500 millones de euros a 2.725 millones. El
resultado es que la actual crisis relanza un sector de la economía no
creador de riqueza productiva, como sería el caso de la educación, la
investigación, el cuidado de la salud o las infraestructuras.
Siempre recuerdo el Informe del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), en donde se demuestra que para resolver los grandes
problemas de la Humanidad, tales como acabar con el flagelo del hambre y la
desnutrición, garantizar la educación a toda la población mundial,
proporcionar asistencia médica básica para todos, luchar contra la falta de
agua potable y asegurar la salud reproductiva de las mujeres, se
necesitarían 40.000 millones de dólares al año, durante diez años. Es decir,
menos de la mitad de lo que se gasta actualmente en estas guerras
espantosas, en las que padece, siempre y en primer lugar, la población civil
inocente.
No olvidemos que, durante la I Guerra Mundial, de cada cien víctimas, 90
eran militares; en la II Guerra Mundial, de cada cien víctimas, tan sólo 50
eran militares, el resto fueron civiles; en Corea y en Vietnam, se alcanzó
el siniestro récord de 75 víctimas civiles por cada 25 militares. Y ya en el
colmo del paroxismo de las guerras en Kosovo y en el Golfo, de cada cien
víctimas más de noventa han sido civiles. Esto se consiguió gracias a las
denominadas armas inteligentes y a la doctrina implantada por el Pentágono
de "costo cero" en las propias filas. Esto es lo que se proponen en la
inminente masacre contra el pueblo iraquí, porque según las teorías de la
Asesora de seguridad, Condoleezza Rice, "la opinión pública norteamericana
no soporta que regresen envueltos en una bandera sus soldados que luchan en
defensa de los intereses norteamericanos".
Rice escribió en Foreign Affairs que los EEUU tienen la obligación
prioritaria de defender los intereses de sus ciudadanos donde quiera que se
encuentren y dado que hoy día se extienden por todo el planeta, esta
obligación se ejecutará en cualquier país con independencia de sus
fronteras. Se podría decir más alto, pero no más claro. De hecho, es la
doctrina formulada por la anterior Secretaria de Estado, Madeleine Albright,
llevada a sus últimas consecuencias.
Así se comprende que el gobierno de EEUU se haya negado a ratificar acuerdos
internacionales que pudieran suponer un impedimento a esta política
imperialista: negativa a la constitución del Tribunal Penal Internacional,
los Acuerdos para Protección del Medio Ambiente de Kioto y, sobre todo, los
Tratados de No Proliferación de Armas Nucleares y el más incomprensible de
los Derechos del Niño. En EEUU, al ser menor la edad penal de los jóvenes,
cada año, más de 300.000 jóvenes negros e hispanos pasan por sus cárceles en
alguna ocasión, con las consecuencias que pueden imaginarse. Asimismo, si
suscribiesen ese Tratado tendrían que modificar la edad de reclutamiento de
los candidatos a ingresar en sus ejércitos. Así como tampoco ha vacilado,
después de los sucesos del 11 de septiembre, en no respetar el ordenamiento
jurídico internacional que garantiza los derechos de los presos de guerra y
de los sospechosos que hoy pueblan sus cárceles y no sólo en Guantánamo. El
propio Presidente Bush declaró hace unos días ante el Congreso de EEUU que
la mayor parte de los prisioneros talibanes habían dejado de constituir un
problema para los norteamericanos porque se habían desembarazado de ellos. Y
el mundo entero guardó silencio. Al igual que cuando el presidente Aznar
envió un avión cargado de presos subsaharianos, esposados y drogados, a un
país complaciente de África y declaró: "Teníamos un problema y lo hemos
solucionado". ∆
(*) Profesor de Historia del Pensamiento Político en la
Universidad Complutense de Madrid.
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