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EL ALEPH

 

Europa es hoy un continente roto, una estrella apagada en el culo de la brillante y sangrienta historia del mundo. Un continente que ha explotado y expoliado al otro medio mundo en nombre de la cultura, la religión y sus rancias e inamovibles liturgias sociopolíticas y económicas.

MARZO 2003

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LA VANIDOSA EUROPA
POR JOSE ROMERO SEGUIN

Qué hermoso, pero qué ingenuo, sería pensar que los gobiernos del corazón político y económico del viejo continente europeo, no fuesen a la guerra por convicción propia, por hallarse inmersos en un verdadero proyecto pacifista, en la creación de un ámbito de tolerancia real, y no en ese campo de artificial pacifismo e hipócrita tolerancia en el que ahora se mueven, y en el que primero se crean el problema y luego se brindan a solucionarlo.
No me creo en absoluto que estos países se nieguen a participar en el futuro conflicto por verdaderas razones de conciencia, más bien creo que lo hacen por comodidad y oportunismo electoral. Por dejar que otros hagan el trabajo sucio, del que ellos van a disfrutar como vencedores que son. Ya sé, que alguien puede pensar, que algo es siempre mejor que nada, pero yo digo que no debemos conformarnos con la hipócrita mentira porque en esta ocasión cae del lado de la razón. La mentira y la injusticia lo son siempre, en todo tiempo, lugar y circunstancia. Ya está bien de vivir de la casualidad, en la continua esperanza de que lo que debe ser coincida con el interés de aquel que desde el poder político y económico nos gobierna.
Europa es hoy un continente roto, una estrella apagada en el culo de la brillante y sangrienta historia del mundo. Un continente que ha explotado y expoliado al otro medio mundo en nombre de la cultura, la religión y sus rancias e inamovibles liturgias sociopolíticas y económicas. Un medio mundo que cogió bajo su batuta para hacerlo de la medida de su sueño, y que una vez vampirizado, y ante la creciente resistencia interna a sus civilizados desmanes, abandonó a su suerte, trazando fronteras con tiralíneas como es el caso de Africa, y dejando en el poder a títeres corruptos que le permitieran si no el control directo sí indirecto; y lo que es más importante, que por su nefasto talante cegaran cualquier atisbo de esperanza a esas naciones tan viejas y cultas como Europa, y que un día fueron ocupadas con la disculpa de injertarlas de los valores del viejo y sacrosanto continente, y la intención de controlar y explotar sus recursos.
Pero no terminó ahí el calvario para estas tierras y hombres, sino que una vez de vuelta a casa, con las arcas repletas, Europa cerró sus fronteras y con ellas el ciclo nacionalista de expansión y luego retracción.
Hoy, inspectores de Naciones Unidas buscan armas en Irak, y no las encuentran, faltaría más, el tirano no es tonto, ha tenido buenos maestros. Pero sus maestros de ceremonias lo saben, saben que las tienen, pese a que no lo puedan decir, porque se las han vendido ellos mismos.
Se debate ahora sobre las razones que impulsan el conflicto. Qué otros pueden ser si no económicos. Para acabar con tiranos, regímenes corruptos y el subdesarrollo y sus múltiples lacras, no levanta occidente un dedo, pues como he intentado decir, no son éstos fenómenos sino el efecto de una estrategia perfectamente definida y ejecutada por su parte, sustituible sólo en el supuesto de que ya no sirva a sus intereses.
El ciudadano europeo como cualquier idiota rico, no hace sino intentar desentenderse de los pobres, a los que les receta desde su sapientísimo entendimiento, caridad o solidaridad, qué más da, toda del mismo pelaje, hipócrita y cobarde. La de quienes equivocan libertad con seguridad, la de quienes les encanta tirar la piedra y esconder la mano, para seguir con esa mano escondida, escribiendo las supuestamente gloriosas páginas de su grandiosa y portentosa historia, bastión de ética y crisol de valores universales. Una historia a la que sólo tienen derecho ellos, claro está, porque son ellos quienes la hacen y la escriben, y los demás no son sino meros elementos decorativos en su vasto paisaje.
Europa es, por tanto, historia, y ante los Estados Unidos, un espectador de lujo, al que se le paga por asistir a las veladas teatrales que tan magistralmente representan sus aventajados hijos. Unos hijos a los que un día, como Dios a Abraham, se les encomendó llevarse a su amada hija, la democracia, y someterla allí, lejos de las civilizadas urbes europeas, a horrendo sacrificio y posterior resurrección, convertida en un monstruo con cara de ángel, hecho sin duda a la medida de las nuevas necesidades, tan viejas en el fondo y en la forma que aquí en el viejo continente daban asco. Y lo que es peor, ensuciaba el deslumbrante armazón de su historia.
Por ello, y mientras no se agote el botín, EE.UU., seguirá representando para Europa la trágica obra que cuenta la historia de este planeta de las desigualdades, donde impera la ambición sobre todas las cosas. No en vano ellos no son sino el producto bastardo de nuestras bastardas conciencias políticas, el sueño maldito hecho realidad lejos de nuestros enmoquetados patrimonios culturales e históricos. A cambio tienen en nosotros un magnífico espectador, culto y refinado, capaz de entender su obra, y no sólo de eso, sino de escribir para ellos su historia sin faltas de ortografía y en el nuevo lenguaje del imperio. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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