Foto: Maló
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JUNIO 2003
CORRESPONSALES EN
GUERRA
La guerra de Irak se ha cobrado la vida de doce corresponsales.
Ellos no iban allí a morir, sino a contar lo que pasaba. A evitar con sus
plumas y cámaras que un manto de silencio cubriese la verdad.
Pero una vez más, los testigos se convirtieron en elementos incómodos.
Ahora es la "tribu" la que está en guerra.
Texto: Mariló Hidalgo
Reporteros: ayer y hoy
No son periodistas como los demás. Se
desplazan a los lugares más calientes del planeta para contarnos en
primera persona lo que allí ocurre. Nos hacen llegar sus crónicas en medio
del peligro y nerviosismo que produce el jugarse la vida todos los días.
"El drama entre los reporteros es que no puedes admitirlo, -comenta uno de
nuestros profesionales más veterano, Alfonso Rojo-. Por mucho riesgo que
envuelva una zona en guerra, te sientes como un desertor si no vas. No
tiene nada que ver con la redacción, el director o los lectores; es algo
más profundo y personal".
¿Qué es lo que en el fondo os lleva a estar allí? Manu Leguineche,
reconocido por la tribu como un perro viejo del periodismo, da su opinión.
Le apasiona la historia, vivirla para poder contarla. "Me parece una
suerte ir contando la historia a medida que fluye. Se viven miedos,
muertes, pero estas cuestiones no son para glorificar al periodista, ni
mucho menos. El periodista debe ser como el demiurgo. Una especie de
intermediario en medio de todo el follón. Recuerdo que cuando estallaba un
conflicto mi necesidad era coger un avión e irme". El convertirse en
testigo de excepción de una historia aún no escrita, provoca en el
reportero una necesidad de aproximarse cada vez más a la primera línea, al
lugar donde se produce la noticia. "La cercanía es esencial para un buen
reportaje, señala Alfonso Rojo, pero a base de aproximarse a la barrera, a
veces uno la traspasa y termina convirtiéndose en noticia aunque no lo
desee".
El contar un conflicto con imágenes y palabras, no es tarea fácil. Exige
valentía, mucha sensibilidad y es una labor que tiene mucha historia
detrás. No podemos olvidar que al principio eran los soldados los
encargados de transmitir las noticias del frente. Desde entonces han sido
muchos los periodistas que han dedicado su vida a ello e incluso la han
perdido. "Los primeros periodistas que cubrieron conflictos armados eran
considerados personal del Ejército, -explica la periodista Ana Muñoz del
Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)-. Tenían que obedecer a los
mandos y si caían presos eran tratados como prisioneros de guerra. Así fue
hasta la sangrienta guerra del Vietnam, la primera guerra televisada del
siglo XX. En 1977, se firmaron una serie de protocolos por los que los
periodistas en lugares de conflicto pasaban a tener la misma protección
que los civiles. Sin embargo, EEUU aún no ha firmado esos acuerdos.
Tampoco Irak".
Foto cedida por MSF. Xulio Villariño |
Dicen que la guerra del Vietnam marcó un
antes y un después en la historia de los corresponsales de guerra. Nunca
antes habían dado tantas facilidades a los profesionales de la información
para hacer su trabajo y poder contemplar el lado oscuro del conflicto. Tal
es así que en aquel momento, el Pentágono acusó a los medios de
comunicación de ser los verdaderos causantes de la derrota norteamericana.
Por eso, a partir de ahí cambiaron las cosas para los corresponsales de
guerra.
En el conflicto de las Malvinas (1982) entre británicos y argentinos, la
mayoría de los profesionales de la información tuvieron que conformarse
con transmitir desde el hotel las notas oficiales que les facilitaban los
ingleses. No pudieron acercarse al lugar del conflicto. Aquella fue la
primera guerra sin imágenes, hecho que se repetiría en conflictos
posteriores.
La libertad de información a partir de aquel momento, supuso una especie
de amenaza y por ello se intentó ejercer un control sobre ella.
El siguiente ejemplo ilustrativo fue la primera Guerra del Golfo. Aunque
la CNN nos facilitó imágenes en "exclusiva" -Está pasando. Lo estás
viendo- de bombardeos en plena noche o rendiciones de las tropas de Sadam
en mitad de un desierto, en aquel conflicto se evitaron los testigos. Sólo
dos reporteros permanecieron allí para contarlo: Peter Arnett de la CNN y
el español Alfonso Rojo, que no disponía de los medios técnicos para hacer
llegar sus crónicas a España y se vio obligado a utilizar su ingenio.
Arnett que contaba con todos los medios, nunca permitió a Rojo
retransmitir desde su teléfono vía satélite. Aquello pasó a la historia.
En Afganistán (2002) no cambió la situación para los reporteros. Manu
Leguineche recuerda que de no ser por Al Yazira no tendríamos noticias de
aquella guerra.
Así llegamos al último conflicto, Irak. Una polémica guerra, organizada
por EEUU para demostrar al mundo su poderío y cuidada hasta el más mínimo
detalle por sus organizadores, para que periodistas del mundo entero
diesen testimonio de la victoria de las tropas americanas sobre Sadam
Husein.
"Desde hace años, guerra y medios de comunicación son un matrimonio bien
avenido en Norteamérica, -comenta Luis Hernández Navarro en el periódico
mexicano La Jornada-. La relación que existe entre el complejo
militar-industrial y las empresas de comunicación es muy estrecha. Tal es
así que las imágenes y opiniones transmitidas por la CNN y Fox News, los
reportajes y artículos de opinión publicados por The New York Times, los
Angeles Times y Times, y las noticias despachadas por las agencias AP,
Reuters han sido en esta contienda la principal fuente informativa y
analítica sobre la ofensiva militar contra Sadam Husein. Su versión de los
hechos se ha convertido en 'lo sucedido' y aunque otros medios de
comunicación alternativos divulgaron otras informaciones y análisis, su
alcance e impacto fue restringido".
Al final, en esta guerra han participado más de tres mil corresponsales
acreditados. De ellos, unos seiscientos han sido "embedded" (empotrados),
periodistas incorporados en convoys militares de primera línea para
informar desde allí, pero sometidos a importantes medidas de seguridad.
Estas novedosas crónicas que nos llegaban todos los días, demostraron ser
tan sólo una parte de cuanto ocurría; carecían de la visión general aunque
eran ricas en matices y detalles. Mercedes Gallego, corresponsal del grupo
Correo y una de las "empotradas" comentaba que había vivido una especie de
autocensura ya que convivía con la misma gente que luego le protegía:
"saltarme las líneas marcadas suponía una especie de suicidio".
Esta visión parcial se intentaba completar con las crónicas del resto de
los corresponsales que tampoco pudieron ejercer su trabajo con libertad.
Todos coinciden en denunciar el "excesivo control" al que fueron sometidos
por parte de los gobiernos norteamericano y británico, así como del
ejecutivo irakí. Intentaban en todo momento que primase el parte de guerra
sobre el testimonio de la gente del pueblo, lo que provocó que muchos de
los componentes de la "tribu" buscaran la manera de sortear la censura
lanzándose a la calle. La cuestión parecía complicarse para las tropas
aliadas: Lo que se auguraba como una victoria rápida se estaba
convirtiendo en "un empantanamiento del ejército más moderno del mundo,
con el consiguiente desconcierto de las tropas de élite. Como en Vietnam",
argumenta el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet. "Al
informar de las acciones de guerra de forma ética y profesional, asegura
el teniente coronel jefe del Departamento de Estrategia de la Escuela
Superior de las Fuerzas Armadas(1), el trabajo de estos corresponsales
tiene otras consecuencias también importantes: se convierten en testigos
de excepción del cumplimiento o no de las leyes internacionales, como es
el Derecho Internacional Humanitario". Pronto se empezaron a notar las
consecuencias.
"Me parece una
suerte ir contando la historia a medida que fluye. Se viven miedos,
muertes, pero estas cuestiones no son para glorificar al periodista, ni
mucho menos. El periodista debe ser como el demiurgo"
Manu Leguineche
"En esta guerra -asegura el responsable en
España de Reporteros sin Fronteras- los periodistas han sido tratados casi
como si fuesen enemigos por los dos bandos. Había psicosis entre los
norteamericanos que veían que los enviados especiales iban a denunciar
cualquier abuso que pudieran cometer".
Durante el conflicto han perdido la vida doce compañeros que han pasado a
formar parte de los lamentables "daños colaterales" de este enfrentamiento
armado. Una de las cuestiones que aún están pendientes de explicación es
el ataque contra el hotel Palestina de Bagdad, por parte del ejército
norteamericano. El hotel estaba lleno de periodistas independientes y en
la agresión perecieron el camarógrafo Taras Protsyuk de la Agencia Reuters
y José Couso, cámara español de Tele 5. Mientras portavoces militares de
EEUU alegaron que sus tropas respondieron al fuego de francotiradores
apostados en la azotea del hotel, los huéspedes insisten en señalar que no
escucharon disparo alguno desde ese edificio: sin saberlo, los reporteros
se habían convertido en objetivos militares. Momentos después, en un
segundo ataque moría el periodista Taraq Ayyoub, de Al Yazira y el
camarógrafo Zouhair al-Iaqi resultaba herido. Posteriormente, otra
explosión dañó las oficinas de TV Abu Dhabi próximas al hotel. Demasiadas
coincidencias. Se sospecha que todos estos ataques fueron deliberados
según informa la Agencia Inter Press Service (IPS).
Teresa Aranguren, periodista y jefa de Internacional de Telemadrid,
reflexiona sobre lo ocurrido: "Todos sabemos que las primeras batallas de
una guerra son las batallas de la propaganda. La propaganda usa la
información pero se lleva mal con ella. La propaganda suele ser contra
información. A la propaganda no le interesan los testigos, ni esa
impertinente manía del periodista auténtico por preguntar quién lo dice,
contrastar la fuente o comprobar sobre el terreno la veracidad de la
noticia de la que ya se ha hecho eco medio mundo porque fue lanzada desde
una tribuna tan poderosa como por ejemplo el portavoz del Pentágono. A los
propagandistas de guerra no les gustan las imágenes de cuerpos
carbonizados en la calle tras el impacto de un misil, ni escuchar el
lamento de la mujer irakí con el pequeño cuerpo destrozado de su hijo en
brazos. Cuando preguntamos por qué se disparó contra el hotel Palestina,
sede de la prensa internacional, nos comentan que la guerra es así: nadie
está a salvo. Es cierto, pero incluso en la guerra hay límites y normas y
la figura jurídica del crimen de guerra.
Ninguna imagen, ninguna información vale una vida pero el periodista no va
a un lugar en guerra a morir, ni a combatir, va a contar lo que pasa, va a
informar. Es un testigo y a veces el testigo puede convertirse en testigo
de cargo". ∆
LA TRIBU EN PIE
DE GUERRA
La guerra ha terminado por el momento. Se
dice que los medios de comunicación españoles han hecho un buen papel,
después de que la prensa norteamericana y británica haya perdido
credibilidad a causa de su excesivo patriotismo y falta de crítica. Aún
así, la tribu ha regresado en pie de guerra. Es mucha la rabia contenida y
muchas las cosas que desean denunciar. Esta vez no quieren que la muerte
de sus compañeros sea en vano y exigen justicia. Por ello no han parado de
sucederse manifestaciones de compañeros de profesión frente a la Embajada
de EEUU en Madrid, la sede del Partido Popular o en plena calle, exigiendo
investigación y justicia por el crimen de guerra cometido. Y para evitar
el olvido, desde entonces los cámaras de Tele 5 no han abandonado las
camisetas con la foto de Couso.
En paralelo la tribu ha plantado en varias ocasiones al presidente del
Gobierno, a la ministra de Exteriores. Los periodistas gráficos tiraron su
material al suelo, ignoraron al señor Aznar e incluso le dieron la espalda
en el hemiciclo. Más recientemente, el plante se repitió ante los
ministros de Exteriores de la UE, como medida de presión para que se
aceleren las investigaciones sobre lo ocurrido, no sólo a los periodistas
españoles sino a otros dos desaparecidos -uno francés y otro libanés-, de
los que aún no se sabe nada.
Foto cortesía de ACNUR. A. Roulet |
Mientras, en España, los premios a la labor
desempeñada por los periodistas, se suceden. Primero el ministro Federico
Trillo entrega el Premio de Defensa de Periodismo 2003 a las familias de
los profesionales fallecidos durante la Semana de las Fuerzas Armadas.
Luego llegan los premios de periodismo Ortega y Gasset donde se homenajea
a los periodistas desaparecidos en Irak, al tiempo que conceden el premio
(15.000 euros y un aguafuerte de Chillida conmemorativo) a los
corresponsales españoles en Bagdad. Un premio que deciden traspasar a las
familias del cámara fallecido José Couso y de Julio A. Parrado. Ese foro
es aprovechado por Jon Sistiaga, compañero de Couso en Irak y encargado de
recoger el premio, para criticar al Gobierno español por "dar por buenas
las explicaciones de EEUU". A continuación dijo que seguirían preguntando
qué pasó allí. En ese mismo auditorio, en el discurso que pronunció
posteriormente el escritor mexicano Carlos Fuentes, invitó a que "quede el
hotel Palestina como memorial de una nueva Guernica, la Guernica del
periodismo veraz, oportuno y valiente" (
www.estrelladigital.es ).
En el momento de escribir estas líneas una coalición de abogados y grupos
de derechos humanos está investigando supuestos crímenes de guerra en Irak
por parte de las tropas aliadas. Las conclusiones serán presentadas ante
la Corte Penal Internacional (CPI) u otros organismos oficiales. Estas
investigaciones además de examinar el uso real durante la contienda de
bombas de racimo, munición de uranio empobrecido y explosivos
aire-combustible-armas todas ellas no autorizadas-, estudiarán el ataque
al hotel Palestina en Bagdad, así como el bombardeo a mercados y zonas
comerciales que causaron numerosas muertes entre la población civil.
"La guerra de Irak
ha sido organizada por EEUU para demostrar al mundo su hegemonía, y
cuidada hasta el más mínimo detalle para que los periodistas diesen
testimonio de su victoria sobre Sadam Husein"
Amnistía Internacional también ha alzado su
voz. En una carta dirigida al presidente del Gobierno, exige una inmediata
investigación sobre el ataque al hotel Palestina que causó la muerte del
periodista español José Couso y otro compañero de la Agencia Reuters. Así
como el posterior bombardeo a la oficina de la cadena Al Yazira que
provocó la muerte de Tarek Ayub y heridas graves a otros periodistas de la
cadena. "Solicitamos al Gobierno -indica AI- que asumiendo la
responsabilidad ineludible que le corresponde como parte de las
Convenciones de Ginebra y sus Protocolos adicionales, pida públicamente a
las partes en conflicto que reconozcan la autoridad de la Comisión
Internacional Humanitaria de Investigación, establecida en 1996 para
investigar las violaciones serias del derecho internacional humanitario
según lo establecido en al art.90 del Protocolo I".
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa celebrado el pasado mes de
mayo, las Asociaciones de Profesionales de la Información (FAPE)
reiteraron todas estas denuncias y lamentaron en un manifiesto, el claro
retroceso del derecho a la libertad de prensa a nivel mundial, al tiempo
que advirtieron que "aunque se asesine al mensajero, los periodistas saben
que nada ni nadie puede matar el mensaje".
Y ENCIMA...
CENSURADOS
"El tópico dice que en la guerra la primera
víctima es la verdad. En el conflicto de Irak, no ha sido cierto gracias a
los reporteros de guerra independientes, que desde Bagdad o con las tropas
de coalición han sido los ojos de la opinión pública internacional",
explica el teniente coronel Miguel A. Ballesteros (1). Esto sería muy
bonito si fuese real. Lástima que esa información antes de llegar hasta
nosotros pase por una serie de "filtros". Al final vemos lo que alguien ha
decidido que veamos.
Trabajadores de TVE afiliados a CCOO, han denunciado en distintos informes
y con ejemplos, cómo esta empresa pública ha censurado y manipulado la
información durante el conflicto irakí.
Según informan estos trabajadores, los responsables de los servicios
informativos han trabajado a destajo tratando de "evitar o minimizar las
informaciones que se contraponen a la tesis pro-invasión que apoya el
Gobierno español". En vez de analistas políticos han utilizado
continuamente a personas que repiten y repiten los argumentos de los
mandos políticos y norteamericanos, realizando una auténtica propaganda de
guerra. Por otro lado, anunciaron la caída de Um Quasr seis días antes de
que se produjese. Hicieron desaparecer las crónicas de las corresponsalías
de TVE en Moscú y París, ya que ambos países no estaban de acuerdo con la
invasión y las informaciones que llegaban desde allí no eran por tanto
afines a la causa.
La guerra
del Vietnam marcó un antes y un después en la historia de los
corresponsales de guerra. Nunca antes habían dado tantas facilidades
a los profesionales de la información para hacer su trabajo y poder
contemplar el lado oscuro del conflicto. |
A la hora de informar sobre las
manifestaciones contra la guerra, se habló del "clima de violencia que se
ha instalado en torno a las protestas". Posteriormente se subió el tono y
se refirieron a estas manifestaciones como "métodos de terrorismo
callejero".
Según estas mismas fuentes, también existieron omisiones, por ejemplo, a
la hora de resumir el Pleno en el Congreso dedicado a Irak. Las omisiones
se hicieron más patentes cuando nos enteramos por otros medios de
comunicación que el ex-ministro Manuel Pimentel decide abandonar el PP por
no apoyar a la guerra -TVE no dijo nada-, o cuando Almodóvar recibe el
Oscar. En la primera emisión dejan sin traducir el mensaje que el cineasta
estaba pronunciando en inglés, y luego en otro informativo lo abrevian
diciendo que dedica el premio a la paz. Por último omiten la rueda de
prensa que dio posteriormente donde criticó duramente tanto la agresión a
Irak, como la postura de Aznar.
La pregunta que nos queda en el aire cuando recordamos la imagen de los
diferentes corresponsales de TVE que han estado presentes en la guerra de
Irak, es qué habrán visto, qué habrán contado y cuántas cosas se habrán
callado...
MAL PAGADOS
Las muertes de Julio A. Parrado y José
Couso también sirvieron para poner encima de la mesa la precaria situación
laboral que viven muchos de los corresponsales de guerra. Pero no sólo
ellos. La situación afecta casi al 50% de los periodistas de este país.
En el caso de Julio, nos enteramos de la inestabilidad de su puesto de
trabajo y de las condiciones en las que se fue a la guerra de Irak. Muchas
han sido las acusaciones volcadas hacia El Mundo.
Por otro lado el cámara de Tele-5, José Couso no era trabajador fijo de la
cadena. Así que la situación en la que ha quedado su familia tras su
muerte, es bastante delicada(2). Hablamos de personas que se juegan la
vida, personas que defienden en todo momento el derecho a la información
de los ciudadanos y que están desempeñando su labor en condiciones
laborales lamentables.
Como señalábamos, la situación de precariedad afecta a casi la mitad de la
profesión periodística, mientras "los beneficios netos de las empresas de
la comunicación -señala la periodista Marta Caravantes de la Agencia de
Información Solidaria (AIS)- crecieron en la última década un 342% El
periodismo hoy en día es una de las profesiones donde se producen más
atropellos. Su desregularización y la falta de convenios abonan una
coyuntura ya de por sí favorable para que grupos empresariales se crean
con las manos libres para practicar abusos a discreción, aprovechándose de
la oleada de periodistas en desempleo y de aquellos que tratan de medrar o
de publicar a toda costa, incluso trabajando gratis. Mientras las empresas
regatean salarios a la mayoría de los periodistas, las 'caras públicas',
las estrellas de los noticieros o del entretenimiento, cobran millones de
dólares al año y dan una imagen del periodismo ilusoria, ficticia y
vergonzosa", concluye Caravantes.
Sindicatos de periodistas
denuncian que la precariedad laboral que viven parece haberse
convertido en una estrategia empresarial que busca la sumisión de
esta profesión. |
Manu Mediavilla, Secretario General del
Sindicato de Periodistas de Madrid, nos comenta que la precariedad de
estos trabajadores se debe a los salarios de miseria -en ocasiones menos
que el salario mínimo-; o bien a la inestabilidad, ya que pueden recibir
en el mejor de los casos un dinero fijo más o menos decente, pero como
colaborador, no como trabajador de plantilla".
Hace tiempo se firmó -entre la patronal de la prensa y los dos grandes
sindicatos- un Convenio de prensa no diaria, pero la situación de muchos
profesionales no estaba contemplada en él. "Hace un par de años -continúa
Mediavilla- se consiguió firmar un Convenio de prensa diaria que los
sindicatos de periodistas criticamos mucho ya que nosotros no pudimos
participar en las mesas de negociación -sólo estuvieron la patronal y los
grandes sindicatos-. Con posterioridad conseguimos crear un Foro de
Organizaciones de Periodistas donde están representados la Federación de
Asociaciones de Periodistas, Sindicatos de periodistas, agrupación de
periodistas de CCOO y UGT, y los Colegios de Periodistas. Juntos
elaboramos dos Proyectos de Ley: uno sobre derechos laborales y otro sobre
el Estatuto profesional del periodista, que presentamos a todos los grupos
parlamentarios hace varios meses. Así que cuando tuvo lugar la tragedia de
nuestros compañeros Couso y Anguita, en la guerra de Irak -ninguno de los
dos estaba en plantilla-, nosotros volvimos a llamar la atención sobre
ambos proyectos, por si de verdad esta gente quería hacer algo. La
profesión es depositaria de un derecho constitucional y sólo pedimos poder
ejercerlo con un mínimo de independencia".
En torno a este problema se ha levantado un muro de silencio, ya que las
propias multinacionales de la comunicación han decidido no publicar nada
sobre el tema de la precariedad laboral de los periodistas. "Se tapan las
vergüenzas de los abusos, unas a otras", concluye Mediavilla. ∆
(1) El País, 19-5-03.
(2) www.josecouso.info
Fuentes: www.ipsenespanol.net
• http://ania.eurosur.org •
www.jornada.unam.mx •
www.noticiasdot.com •
www.canalsolidario.org •
www.rebelion.org •
www.a-i.es/irak/actua.shtm
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