Las grandes
Instituciones se tambalean
Para poner en marcha
la segunda Guerra del Golfo, EEUU pasó por alto a Naciones Unidas, que
era considerado el pilar básico donde tomar una decisión tan drástica.
Pero además, el conflicto puso de manifiesto una Europa dividida y una
OTAN desorientada. Los indicios apuntan a que es necesaria la
remodelación de estas organizaciones plurales para alejar el futuro de
intereses particulares.
Texto: Marta Iglesias
Presente singular,
¿futuro plural?
Obviamente
no podemos enfrentar los retos del nuevo milenio con un instrumento
diseñado para las muy diferentes circunstancias de mediados del siglo
veinte". Estas eran las proféticas palabras que el Secretario General de
las Naciones Unidas, Kofi Annan, pronunciaba el 22 de abril de 1997 ante
el Consejo de Relaciones Exteriores. El ilusionado Kofi Annan sabía que
tenía la tarea más difícil de una ONU nacida en 1945 bajo las
circunstancias de la II Guerra Mundial: remodelar un organismo mundial
vital pero anticuado. Con el paso del tiempo, los intereses particulares
de cada país fueron impidiendo cambios necesarios que hoy pasan factura
todos juntos.
Tanto es así que los detractores y los defensores de la ONU coinciden en
señalar el dudoso funcionamiento de dos de sus apartados, el Consejo de
Seguridad y la Comisión de Derechos Humanos. El primero está concebido
como el órgano ejecutivo en materia política y lo forman cinco países
permanentes -EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido- y otros diez
elegidos por dos años por la Asamblea General. El problema reside en los
miembros permanentes que haciendo uso de su derecho de veto pueden
paralizar cualquier decisión, ya que se necesita la unanimidad de estos
miembros. Esto no sólo pone de manifiesto la falta de igualdad entre los
países que lo forman, sino también que el interés de un solo miembro
puede parar la maquinaria de la ONU. Los que ya piensan en el futuro
señalan un cambio en el Consejo, donde se propone ampliar el número de
miembros, eliminar el sistema de veto y asegurar un cierto equilibrio
entre continentes. En cuanto a la Comisión de Derechos Humanos contamos
con un ejemplo reciente para ver sus contradicciones: la presidencia de
Libia, un país que viola cuantos derechos humanos se le ponen delante y
bajo cuyo mandato los miembros fueron incapaces de condenar expresamente
la represión y ejecuciones en Cuba. Los gobiernos que violan los
derechos humanos se protegen entre sí, impidiendo que se tomen medidas
para defender a las víctimas de los abusos. Se impone ya una reforma en
la Comisión, empezando por los criterios de selección de los miembros,
que el periodista de la Agencia de Información Solidaria (AIS) Iñigo
Herraiz apunta en una dirección: "Se trataría de exigir unos estándares
mínimos como la ratificación de los principales tratados de Derechos
Humanos, la disposición a colaborar con los organismos que velan por su
cumplimiento o el no haber sido condenado por la comisión en un pasado
reciente. Precisamente, para evitar que un país como Libia presida esta
institución; que Cuba, China o Rusia, ocupen alguno de los 53 sillones
que la componen; o que Corea del Norte aspire a hacerlo próximamente".
La UE
necesita reunificarse si se propone asumir el liderazgo en la
defensa de los derechos humanos, como propone Kofi Annan. |
A todo ello hay que sumar
problemas que vienen arrastrándose casi desde la fundación de la ONU,
como es el presupuestario. De todos es sabido los problemas que tiene la
organización con EEUU a la hora de pagar. Siendo el socio que más
aporta, el que hasta hace poco debiera 900 millones de dólares ha
afectado a las precarias finanzas de la ONU, que ha acabado entre las
redes de las grandes multinacionales, que han visto un negocio en la
ayuda humanitaria. Así lo confirma la periodista de la AIS, Marta
Caravantes: "De campañas mundiales junto a grandes ONG pasaron a firmar
pactos con Naciones Unidas. Incluso empresas con un historial difuso
-por no decir negro- en derechos humanos o en el respeto al medio
ambiente, lograron sufragar programas humanitarios de la ONU, sacando
siempre su rentabilidad corporativa. (...) Los hechos muestran que las
grandes corporaciones están metidas de lleno en este 'negocio
humanitario' y que la ONU está atrapada sin salida porque su presupuesto
no le alcanza para seguir sosteniendo programas de vital importancia.
Que se lo pregunten al Programa Mundial de Alimentos o al Alto
Comisionado para los Refugiados, que han visto cómo se recortan sus
presupuestos año tras año".
La crisis con Irak ha hecho tambalear a la institución y, aunque los
halcones de la Casa Blanca pretenden que desaparezca, son muchas las
voces que se alzan para fortalecerla, como el mismo Putin cuando afirmó
que había que dotar a la ONU de "instrumentos eficaces para resolver los
problemas globales de la política mundial y la seguridad". Estamos ya
inmersos en la reconstrucción de Irak, y EEUU y sus aliados han pedido a
la ONU que levante las sanciones al país y les ceda el control del crudo
iraquí. Tras esto, relegan a la ONU a las tareas humanitarias y de
infraestructura. El futuro se presenta incierto, porque "Naciones Unidas
no es un 'ente independiente' que pueda actuar a voluntad. En cierto
modo, no es más que la suma de países que lo forman, por lo que el papel
que cumpla en el futuro depende de los propios Estados", como apunta el
periodista de la AIS Juan Carlos Galindo.
La UE, una grieta que tapar
Los meses anteriores al segundo
conflicto con Irak pusieron de manifiesto el papel que cada actor ocupa
realmente en el escenario mundial. La UE era incapaz de actuar como un
todo y se desgajó en dos bloques: Inglaterra y España apoyando a Bush, y
Francia y Alemania en contra de EEUU; el resto de los países se situaron
tras las filas franco-alemanas, más por omisión que por acción. Los
ciudadanos tomaron su propia decisión: estaban en contra de la guerra.
De momento no es posible saber si la posición que presidían Francia y
Alemania respondía a algún interés político o económico, o lo hacían por
propia convicción. A día de hoy la UE lo único que parece tener claro es
que necesita una estrategia de defensa autónoma de EEUU y han encargado
a Javier Solana que elabore un informe al respecto antes de la cumbre de
Salónica, que tendrá lugar a finales de este mes de junio. Los puntos
clave son la no proliferación de armas de destrucción masiva, la
aplicación del nuevo plan de paz palestino-israelí conocido como la Hoja
de Ruta, Irak y la complementariedad de la futura Fuerza de Reacción
Rápida europea. El ministro griego de Exteriores, Yorgos Papandreu,
reconoce que llevar a cabo este plan "exige hablar con una sola voz",
pero de momento nadie ha hablado de cómo unificar los puntos de vista de
la UE en los que los países siguen divergiendo. Sólo basta tomar nota de
que en la actualidad Reino Unido, Polonia, España, Italia, Holanda y
Dinamarca colaboran en Irak con EEUU. Pero la unificación es necesaria
si la UE se propone recoger el guante que Kofi Annan les lanzó para que
asuman el liderazgo en la defensa global de los derechos humanos. Para
Antonio Pita, periodista de la AIS, "Primero, es necesario afirmar que
la Unión Europea se encuentra todavía inmersa en su proceso de
construcción política y, por tanto, carece de una acción exterior
unitaria. En estas circunstancias no es capaz de asumir semejante
liderazgo. No obstante, sería el camino más interesante por el que
podría optar la UE en un futuro. La defensa de sus intereses y un
ejercicio responsable de su papel de potencia no son incompatibles con
una promoción y defensa global de los derechos humanos".
"Naciones Unidas no es más que la suma de
países que lo forman, por lo que el papel que cumpla en el futuro
depende de los propios Estados"
OTAN, futuro incierto
Esta organización político-militar
surgida tras la firma del Pacto Atlántico en 1944 fue la vencedora de la
guerra fría, pero tras la caída del muro de Berlín se ha visto navegando
hacia la deriva. De hecho, su nombre ni ha sonado en esta última Guerra
del Golfo. Juan Carlos Galindo, de la AIS, afirma que "la Alianza
Atlántica se ve sometida a una doble tensión. Por un lado, la Unión
Europea busca consolidarse como actor autónomo de la sociedad
internacional potenciando sus capacidades militares. La incógnita reside
en saber si esto potenciará el pilar europeo de la OTAN y fortalecerá la
institución o supondrá un progresivo debilitamiento del vínculo
transatlántico. Por otra parte, Estados Unidos ha cambiado la función de
la OTAN: ya no la precisa como organización regional defensiva, sino
como alianza estratégica para la defensa de sus intereses".
El futuro apunta a un poder global, canalizado a través de instituciones
que sean capaces de anteponer sus intereses políticos y económicos a la
defensa de los derechos humanos de todos, independientemente de su país,
raza, religión o color. El camino a seguir ya se ha labrado en la calle,
gracias a los ciudadanos que siguen manifestándose para oponerse a las
guerras y las ocupaciones injustas. Independientemente de sus creencias
políticas, el Pueblo Universal demuestra que es posible unirse en torno
a una idea. Los políticos sólo tienen que seguir su ejemplo y apostar
por un futuro plural, no sometido a la fuerza bruta del país de turno
que tenga el dinero o las armas. ∆