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Los aventureros del siglo XXI hablan con fuerza de la aventura interior. Esa que no consiste en buscar otros lugares sino en abrir bien los ojos para ver las cosas desde otras perspectivas.

JULIO 2003

AL ENCUENTRO DE LA AVENTURA

Texto: Mariló Hidalgo

Viajan. Se rebelan contra las normas. Buscan otras respuestas y en sus cabezas se acumulan las preguntas, los retos. Disfrutan con el riesgo y el peligro. Son aventureros, los motores de la humanidad. Una estirpe de soñadores de ayer y de hoy, víctimas del demonio de la curiosidad que les ha llevado a penetrar en lugares y espacios hasta ahora desconocidos. ¿De dónde surge esta necesidad de aventura en el hombre? ¿A dónde le conduce?

-El encuentro-

El espectáculo se repetía una vez más. El último sol de la tarde se descompuso en una multitud de chispas doradas que bañaron suavemente los árboles, las altas montañas y descendieron sin hacer ruido a las aguas del inmenso lago.
En medio de una nebulosa mental -mitad sueño, mitad real-, aquel primate intentó elevar sus ojos hacia el cielo, buscando el origen de este bello acontecimiento mientras sentía cómo una fuerza sobrenatural recorría todo su cuerpo. Al principio tuvo miedo. Luego, se dejó llevar por la sensación y después de varios intentos, apoyándose en sus extremidades inferiores, consiguió izarse. La emoción fue indescriptible. Aquel primer paso daría lugar a otros muchos, y también a muchos interrogantes que necesitaban respuesta. La aventura acababa de empezar.
¿De dónde ha surgido ese extraño impulso que obliga a esta criatura a ir más allá de lo conocido, de lo explorado? Aristóteles decía que la curiosidad obligaba al hombre a buscar otros lugares, otros espacios y despertaba su potencial creador. Sebastián Álvaro, director de Al filo de lo imposible, cree que además de esa curiosidad innata, "lo que despierta en el hombre el espíritu de aventura es su capacidad de soñar y perseguir ese sueño. Y ello implica dos cosas: imaginación y tenacidad. Esto pone en marcha un extraño mecanismo, que muchas veces va contra el sentido común, que te pide ir más allá, más lejos, más alto, más difícil. Ése ha sido precisamente el motor de nuestra civilización".

 "Me considero una persona muy rica en experiencias. Mi mundo, mi vida, lo que pienso, lo que soy, lo soy gracias a haber elegido este tipo de vida"
Foto: Sebastián Alvaro

No se puede describir con palabras. Este impulso, esta necesidad no es algo racional, ni se puede controlar. Está impresa en la naturaleza humana como un sello, herencia de su Creador y nace en los sueños de algunos hombres que no se conforman con lo que ven, y quieren buscar respuestas más allá de las fronteras de lo "razonable". "La aventura -comenta Sebastián Álvaro- primero es intelectual. Y aquí hablamos de la imaginación, del poder de la mente, antes que aventura de la acción. Para que Colón y los navegantes portugueses pudieran atreverse a navegar por un océano desconocido que representaba todos los miedos de la época, antes tuvo que haber un Galileo, un Alejandro, un Aristóteles... gente que pensó y alimentó la aventura intelectual que luego, el aventurero de acción ejecuta. Pero al mismo tiempo, estos descubrimientos han hecho que otra persona vuelva a pensar e imaginar otros mundos que luego otros los harán posibles. Ahora en alpinismo, por ejemplo, se están haciendo cosas que alguien imaginó a mediados de los setenta o principios de los ochenta". Es adentrarse en otro mundo donde no existen fronteras, sólo un sueño lleno de aventuras "imposibles" que esperan ser vividas, donde sólo es necesaria una cosa, creer en ellas y desear vivirlas. El aventurero Ramón Larramendi, que acaba de completar con éxito la primera travesía de Groenlandia (Este-Oeste) a bordo de su invento -el catamarán polar-, coincide en que "toda aventura primero nace en tu cabeza. Es absolutamente fundamental soñar, imaginar e incluso, la fantasía. El viaje lo inicias en ese sueño, luego queda la tarea de plasmarlo en la realidad". Es ahí, en el sueño, donde la idea cobra fuerza, se reviste de una energía muy poderosa y te abre mil caminos hasta el momento desconocidos. La aventura empieza a gestarse en las aulas creativas de la mente, de la mano de la imaginación. Es en la mente donde afirmas que es posible lo imposible; donde acudiendo a otra dimensión, que ni tú mismo conocías hasta ese momento, eres capaz de trazar nuevas sendas que te permitan superar cualquier obstáculo. Y es la imaginación la que te eleva, la que te permite volar, como un pájaro y llegar más allá de lo que habías alcanzado a pensar. Tú decides.

"Si el hombre quiere recuperar ese espíritu, tiene que renunciar a parte de esa tecnología.
Subir a una montaña con una bombona de oxígeno es como hacer trampas"

Sebastián Álvaro recuerda una frase del alpinista Reinhold Messner para describir esta sensación: Cada sueño alcanzado es un vacío en el corazón que sólo puede llenar otro sueño. "A mí me pasa algo parecido, confiesa. Se pone en marcha un mecanismo que te hace vivir durante meses en una especie de fiebre por alcanzar algo a lo que te entregas en cuerpo y alma, -algo muy parecido al enamoramiento-. Y cuando lo has conseguido, de lo primero que te das cuenta es que el objetivo que querías hacer no era lo más importante, sino el camino que has recorrido. Lo que te hace rico es vivirlo. Y en este sentido, me considero una persona muy rica en experiencias. Mi mundo, mi vida, lo que pienso, lo que soy, lo soy gracias a haber elegido este tipo de vida". Decía el poeta griego Kavafis que "cuando emprendas el camino de Itaca debes pedir que el camino sea largo, lleno de aventuras y conocimiento".
Antes, la aventura se centraba en el descubrimiento, ser el primero en pensar, en ver o en sentir bajo los pies lo que hasta ese momento era desconocido. Ahora, nuestro planeta ha sido prácticamente cartografiado en su totalidad, la mayoría de los misterios desvelados y pocos lugares existen en el globo que no hayan sido explorados. Las cosas han cambiado y los aventureros del siglo XXI hablan con fuerza de la aventura interior. Esa aventura que no consiste en buscar otros lugares sino en abrir bien los ojos para ver las cosas desde otras perspectivas, desde otra dimensión.

"Cada sueño alcanzado es un vacío en el corazón que sólo puede llenar otro sueño"
[Reinhold Messner]

¿Son los aventureros entonces, un grupo de elegidos? Sí y no. Ciertamente sólo es un grupo el que ha hecho de la aventura una forma de vida, y no me refiero a los que han realizado grandes hazañas, sino a quienes han incorporado ese espíritu a su vida diaria. Todo hombre tiene dentro de sí esta semilla, sólo tiene que regarla y lo cierto es que la cultura del bienestar -en la que estamos inmersos- no se lo ha puesto nada fácil, incluso ha conseguido adormecer esa necesidad hasta casi anularla. Generando una falsa sensación de tranquilidad ante una vida que se reduce a lo de siempre, lo cómodo y lo conocido. De esta forma el hombre acaba buscando aquello que no le produce quebraderos de cabeza ni escapa a su control. Se da incluso la paradoja de que a veces el hombre puede llegar a deprimirse o quejarse por esta situación, pero al final acaba defendiendo con uñas y dientes el mismo sistema que aborrece.
En definitiva, ambos grupos conviven en el mismo territorio pero con una diferencia. Los aventureros miran hacia delante, hacia el futuro y ya tienen en mente la siguiente aventura porque necesitan superarse a sí mismos y seguir rompiendo límites. Mientras, el resto sigue preocupado por mantener intacto aquello que tanto trabajo le ha costado conseguir y además, lo ha convertido en su responsabilidad.
"¿Cómo puede alguien saber cuál es su camino si siempre recorre caminos conocidos?", decía Messner. Es la necesidad de superación la que te obliga a inspeccionar nuevas sendas. Se trata de necesitar o no la libertad.

Esa necesidad del riesgo, ha provocado una loca escalada de actividades, placeres cada vez más rebuscados, asegurados en muchos viajes organizados, atracciones turísticas, o virtuales.


 Aventureros de ayer y de hoy

Cuando hablamos de los grandes aventureros y los descubrimientos que cambiaron el mundo, nuestra mente nos traslada automáticamente a tiempos pasados. Un tiempo donde nacieron las ideas y la filosofía, los continentes, los mares y océanos, la física, el estudio del ser humano y su psique, la naturaleza, la genética, la imaginación y la fantasía a través de la literatura, el Cosmos... Todo ello ha llegado hasta nosotros de la mano de una larga lista de hombres y mujeres -aunque los nombres de ellas no aparezcan en los libros de historia- que de manera imprevisible "asaltaron" con sus ideas a la sociedad de su tiempo, pasando por encima de las normas de la época, la religión y el sentido común imperante. Algunos incluso perdieron la vida por su "atrevimiento". "En todos estos aventureros, -comenta Sebastián Alvaro-, se da una característica fundamental: la íntima y mutuamente fructífera relación entre la aventura intelectual y la física. Cuando alguien se interroga y duda, otra persona en otro lugar acabará por lanzarse a la aventura de encontrar una respuesta".

"La cultura del bienestar ha conseguido adormecer la necesidad de aventura hasta casi anularla. Generando una falsa sensación de tranquilidad ante una vida que se reduce a lo de siempre,
lo cómodo y lo conocido"

De esta forma se ha ido creando una especie de red de energía que une a aventureros del pasado, del presente y del futuro.
Si ayer lo que buscaba el aventurero era el descubrimiento y las experiencias que ello le reportaba, hoy el hombre se debate entre dos mundos, entre dos aventuras. La real y la de ficción. De la real hemos hablado antes y va encaminada a descubrir el potencial que guarda el ser humano dentro de sí, que le permite soñar conscientemente para seguir "despierto". La aventura de ficción se crea para proporcionar sensaciones que se aproximen a lo anterior. Así, en el mundo de los negocios, las decisiones arriesgadas que muchas veces hay que tomar, lo imprevisible... produce en el ser humano una descarga de adrenalina muy parecida a la que experimenta un deportista después de haber superado su propio récord. Esa necesidad del riesgo, de sentir cómo aumentan las pulsaciones, de enfrentarse a situaciones desconocidas, ha provocado una loca escalada de actividades, placeres cada vez más rebuscados. Las emociones y el vértigo suelen estar aseguradas en muchos viajes organizados, atracciones turísticas, o virtuales. Vale todo lo que consiga ponernos a cien, todo lo que nos conecte con esa necesidad primigenia que habla de vencer el miedo y lanzarse a la aventura. Puenting, gomming, velocidad, drogas estimulantes, atracciones de feria que desafían la ley de la gravedad, juegos de guerra, de rol.
Sin tanto ajetreo, la oferta también contempla las "vacaciones de diseño" casi sin moverse. Nos referimos a esos viajes organizados a un destino paradisíaco, en un hotel de lujo, donde todo está estudiado para apenas salir del recinto. Podemos hacer un montón de horas de viaje para ir a Cancún -uno de los destinos más solicitados en las agencias de viajes- para luego no salir de la piscina del hotel donde, eso sí, hemos tenido la oportunidad de probar los cócteles más exquisitos de nuestra vida o ver en remojo las impresionantes puestas de sol. En estos recintos lo tenemos todo: mercadillo con artesanía del lugar, vegetación autóctona concentrada en unos metros cuadrados, un acceso directo a playa, piscina, restaurantes, tascas con comida típica, fiestas organizadas para fomentar relaciones entre huéspedes del hotel... Al final podemos caer en la cuenta de que nos han vendido una especie de "aventura de ficción" y no hemos movido un músculo.

"Es la necesidad de superación la que te obliga a inspeccionar nuevas sendas. Se trata de necesitar o no la libertad"

Se acaban de cumplir cincuenta años desde que Mallory supuestamente llegase a la cumbre del Everest y perdiese la vida en la hazaña. Hoy la montaña más alta del mundo ha perdido para muchos su aureola sagrada y empiezan a hacer mella la contaminación y la excesiva afluencia de turistas, que nada tienen que ver con el espíritu de aventura que guió a aquellos primeros montañeros. El gatear con cuerdas por la pared sur con un equipo de 1953 y la incertidumbre de saber si lo iban a conseguir o no, hoy se puede traducir en un viaje organizado donde personal físicamente preparado, puede tirar prácticamente de ti hasta llevarte a la cumbre, a cambio de una cantidad importante de dinero. Al final, incluso recibes un diploma -que puedes colgar en el salón de tu casa- que certifica que en verdad has puesto tus pies en la cumbre de la Diosa Madre del Mundo. Pero no es sólo esto. Aquella cumbre virgen, inexplorada e inestable, hoy está salpicada de botellas de oxígeno usadas, tiendas, cuerdas, ordenadores, cadáveres congelados, excrementos que nunca se descomponen. Sólo en la primavera pasada dicen que bajaron diez toneladas de basura de la cumbre. Estas "aventuras" contrastan con la que emprendió Messner en solitario en 1980 a la misma cumbre sin oxígeno, y la que repitió con éxito el español Jorge Egocheaga en el 2002 por la cara norte en solitario y también sin oxígeno.
Cuando preguntamos al director de Al filo de lo imposible por las diferencias entre los aventureros de ayer y de hoy, nos hablaba de la influencia de la tecnología que hoy tiene un peso excesivo en la aventura. "Si el hombre quiere recuperar ese espíritu, tiene que renunciar a parte de esa tecnología. Subir a una montaña con una bombona de oxígeno es como hacer trampas y aunque nos encontramos en un juego donde no existen reglas, se trata de jugar limpiamente, con las manos desnudas y enfrentándote a la naturaleza. Hasta el siglo XIX, la aventura era limpia, una confrontación del hombre con el entorno en circunstancias muy duras y en muchos casos extremas. Ahora eso se vive, sólo cuando renuncias a la tecnología. Sólo en ese momento, como dice Messner, las sensaciones que extraemos de nosotros son extremas y en ese momento el hombre descubre una cualidad, una doble visión hacia fuera y hacia dentro. Hacia fuera porque ve una serie de cosas insólitas. Y hacia dentro porque puede conocerse en profundidad".

Mirando al Cosmos

¿Cómo será la aventura en el futuro? Para Sebastián Álvaro sin duda estará encaminada a la exploración espacial y la tecnología será un punto clave. "A lo mejor la aventura dentro de cincuenta años puede ser escalar el cráter del monte Olimpo en Marte, que tiene doce kilómetros de alto".
Ciertamente la aventura espacial no ha hecho más que empezar. Isaac Asimov decía que el hombre no había hecho más que dar sus primeros pasos como viajero del Cosmos. Apoyándose tanto sobre hallazgos científicos como en hipótesis seductoras a la vez que inquietantes, Asimov imagina un futuro en el que el espacio interestelar acabará convirtiéndose en una vía hacia otra dimensión de la aventura humana.
La necesidad de conocer el origen de la vida, poder entender la evolución del universo y desde ahí, conocer el futuro de la Tierra, han sido algunas de las razones que han movido al hombre a buscar vida fuera del planeta azul. En estos momentos los ojos de los investigadores están puestos en Marte y en Europa, satélite de Júpiter-, porque poseen características similares a la Tierra.
Otro tipo de razones hablan de una necesidad interior en el ser humano que le lleva a buscar la energía de la que un día partió para fundirse en ella. Este tipo de teorías fueron argumentadas por los cosmistas, pensadores rusos y padres ideológicos de la carrera espacial soviética. Uno de ellos, el filósofo, investigador y fundador de la dinámica de cohetes y la cosmonáutica, Tsiolkovskii, llegó a decir que "la tierra era la cuna del hombre y el Cosmos, su casa". ¿Se trata de un nuevo concepto de aventura?

En estos momentos los ojos de los investigadores están puestos en Marte y en Europa, satélite de Júpiter-, porque poseen características similares a la Tierra.

Mientras el hombre vuela por el espacio exterior en una carrera que mucho nos recuerda a la que emprendieron aquellos navegantes del siglo XV que abrieron los caminos al nuevo mundo, en otro espacio distinto, otros hombres se lanzan a la búsqueda de sí mismos. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué me une a lo que me rodea? ¿Cuál es el origen de la raza humana? ¿De dónde partí y hacia dónde voy? El espíritu aventurero vuelve a moverse. La red es sensible. Sueñan e imaginan ese viaje por el espacio interior. Emprenden la hazaña. Deberán abandonar valores, verdades a medias, doctrinas, dioses... Y se presentarán con las manos vacías y limpios de corazón.
Decía Leonardo Da Vinci que "la verdad está en el Todo, por eso cada parte tiene la tendencia a reunirse con su Todo, para huir de la propia imperfección". Posiblemente esos dos espacios, el exterior -Cosmos- y el que está dentro del hombre se comuniquen. Sean una misma cosa y estén alimentados por la misma energía. Posiblemente, si nos sacudimos el polvo de la religión, las telas de araña de los prejuicios, podríamos entender la naturaleza y la historia del artífice de todo esto. Una Mente Inteligente que creó la vida y la depositó en distintos lugares para que creciese, se expandiera, buscara y descubriera por sí misma a su Creador.
¿Y si fuese el espíritu de aventura la llave que conecta con esta verdad tan perseguida? ¿Y si fuera ésta, la aventura más apasionante que tuviese ante sí el hombre en este momento? Algunos han empezado a soñar. ∆

 

"Realizar la Gran travesía a la Antártida Oriental, es uno de los grandes retos geográficos que quedan en la tierra"
Foto: J.M. López

 RUMBO AL POLO
Ramón Larramendi

Ramón Larramendi está fascinado por los blancos hielos y el frío polar. Con veinte años se embarcó en la Expedición Transislandia, una travesía integral por el interior de Islandia con esquís y arrastrando trineos. Recorrió 400 Km en 33 días y fue la primera travesía polar española. Lo cierto es que la coletilla "el primer español" o "la primera travesía" acompaña a cualquiera de las actividades de Larramendi, aunque en honor a la verdad hay que decir que él no programa sus expediciones en función de la repercusión social que tengan, sino que está empeñado en romper barreras y en recorrer lo que nunca ha sido pisado. "Siempre me han fascinado las regiones polares, la última frontera virgen en el mundo, ya que el resto está muy organizado y comercializado- afirma el propio aventurero-. Ir más allá de lo estructurado, lo conocido, recorrer esos millones de Km2 salvajes sin presencia humana es lo que más me atrae". De todos sus viajes, el que más le ha marcado es el que le llevó durante tres años desde Groenlandia hasta Alaska, recorriendo 14.000 Km en trineo de perros y kayak. Un viaje durísimo que estuvo a punto de costarle la vida. En 1999, entre sus varias colaboraciones con Al filo de lo imposible, realiza una Expedición al Polo Norte Geográfico. En esta nueva aventura, Larramendi se rebela contra la manera de viajar en el polo: "Estaba arrastrando un trineo y era un esfuerzo muy duro, así que mientras caminaba iba dándole vueltas a la cabeza, pensando cómo se podría avanzar por estas regiones de un modo más sencillo. Entonces vi las cometas que se emplean para traccionar a los esquiadores y se me ocurrió que podían funcionar con un trineo. ¿Por qué no hacer un trineo con una tienda encima, a modo de barco? Tenía que funcionar, tenía que ser posible". Así, fruto de la necesidad, nació el catamarán polar. Mientras que arrastrando a pie un trineo pesado se avanza un máximo de 25 Km al día, este nuevo trineo-barco permite navegar las 24 horas al día si se rotan los tres tripulantes. En su primera prueba seria, el catamarán polar de Larramendi batió el récord mundial de distancia recorrida en un sólo día -que estaba en 271 Km-, logrando hacer 421 Km. El invento ha supuesto un paso de gigante en lo que a medios de transporte polares se refiere y ha roto una barrera a la hora de programar viajes por el polo. Su flexibilidad y resistencia a los impactos se completa con la versatilidad, ya que es posible arrastrarlo individualmente o en catamarán, utilizando la técnica de barco, esquí o a pie. Con el catamarán polar se han roto muchas barreras físicas y mentales, ya que permite hacer viajes con los que antes ni se podía soñar. Un ejemplo es el nuevo proyecto de Larramendi, que junto al equipo de Al filo de lo imposible tiene previsto este otoño realizar la Gran travesía a la Antártida Oriental, y batir el récord del mundo de distancia recorrida sin avituallamientos. "Es uno de los grandes retos geográficos que quedan en la tierra -informa Larramendi-, algo así como el fin del mundo en el sentido más literal de la palabra. Es tan difícil y caro hacer cualquier cosa allí que no va nadie ni a nivel científico. Esta travesía que pretendo hacer no ha sido ni tan siquiera planteada nunca, pero no se trata de rizar el rizo sino de hacer algo lógico que nunca nadie ha hecho". Este viaje no tenía ninguna posibilidad de realizarse con éxito hasta la llegada del catamarán polar, que permite aventurarse en terrenos desiertos debido a la velocidad que alcanza. Por eso que el sueño que un día tuvo Larramendi abrirá nuevas puertas a la aventura, a los que deseen ir más allá de los límites impuestos./ Texto: Marta Iglesias.

 

 FUSION OPINA

Para entender el oculto significado de la aventura hay que modificar el concepto que se tiene de Dios y de su proyecto. Porque el ser humano es Su creación, Su diseño, y El depositó en su interior una gota de Su Esencia. Por eso, quien vea y entienda a Dios como a un Creador aventurero, que realizó un experimento, que diseñó una criatura única, el hombre, a la que dotó de una mente capaz a su vez de crear, puede entonces comprender que el espíritu aventurero es emanado de Dios y está profundamente arraigado en la naturaleza humana, constituyendo el principio básico de toda la evolución humana. Tan aventurero fue Galileo como Colón, Aristóteles como Messner, Einstein como Marco Polo. Y así infinidad de seres humanos que necesitaban dar salida a sus sueños, en cualquier campo, y que abrieron con ello puertas hacia el infinito, hacia lo ilimitado, hacia la libertad, hacia Dios.
Porque aventura es sinónimo de sueño, de imaginación, de romper moldes, esquemas, fronteras.
Y todo ello conduce a la última aventura, el viaje interno, el autoconocimiento, el descubrimiento del potencial de la Mente, el reencuentro con esa gran verdad, tan prostituida y adulterada, de que somos hijos de un Dios creador, aventurero, que un día nos imaginó, nos soñó, y que ahora quiere que nosotros nos imaginemos como es El en realidad.
Si dijéramos que todas las aventuras vividas en la historia de la humanidad tienen como fin último el conocerle a El, de verdad, sin falsas imágenes, no sólo no estaríamos exagerando, sino que estaríamos abriendo una puerta infinita para toda la humanidad, el auténtico futuro. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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