JULIO  2003

BASURA POLITICA

El show que se están montando los diferentes partidos políticos desde las elecciones es digno del más destacado programa basura de la TV, una muestra evidente del ansia de poder que les mueve, del desprecio más absoluto a los ciudadanos por no tener en cuenta las preferencias de estos manifestadas en las urnas, y también del egoísmo que les mueve y la falta de unidad interna de los partidos, sobre todo en la izquierda.
Es absolutamente vergonzoso todo lo sucedido para conseguir las alianzas, los pactos para gobernar, desde el más pequeño ayuntamiento hasta las más grandes comunidades, como sucede en Madrid.
Pero lo más tremendo de todo es que todo ello parece normal a los ciudadanos, que no se inmutan ante el hecho de que fueron convocados para votar y ahora ven cómo los políticos se lo montan entre ellos, cómo los partidos demuestran, una vez más, que son ajenos a la realidad de la calle, porque una cosa es el discurso político, diseñado para comer el coco al votante, y otra la realidad posterior a las urnas.
Y todo ello ocurre en un momento en que constantemente están pasando cosas, hechos que nos muestran la incapacidad de los que gobiernan, su alianza permanente con la mentira, su endiosamiento creciente que les convierte en esperpentos ridículos para cualquier observador con un poco de dignidad humana y de inteligencia.
Se habla mucho de la tele basura últimamente, incluso el propio Aznar se permitió el lujo de atacarla, pero la tele basura es una inocentada infantil comparada con la basura que emana de los despachos políticos, de sus contradicciones, de su apego al poder a costa de lo que sea, de su autoritarismo fascista y de sus constantes mentiras.
Nos mintieron con lo del Prestige, nos mintieron con la guerra de Irak, nos mintieron con los accidentes de aviones y trenes, nos mintieron en la campaña electoral y nos mienten después cuando se organizan a su conveniencia sin contar con el derecho ciudadano.
Los políticos han convertido la democracia en una orgía de bufones, en una ridícula pantomima de lo que debe ser un sistema político y social que tiene como base fundamental al pueblo, al ciudadano, y lo peor es que todo ello es consentido y legalizado en las urnas por los mismos ciudadanos que permiten impasibles que se burlen de ellos, tal vez porque admiten que se les compre, que se les engañe, con falsas promesas o con caramelos adulterados, cuando en realidad el ciudadano es el principio y el fin de todo, el eje en torno al cual todo debe girar, porque los políticos, en una auténtica democracia, son simples servidores del pueblo, no dioses de un olimpo a los que hay que adorar, servir y humillarse ante ellos.
Hemos llegado a un punto sin retorno. Ellos han conducido el sistema hacia un abismo sin fondo. Sólo es cuestión de tiempo el que todo reviente, porque la situación se está cargando día a día, año tras año, y en el pueblo ya están surgiendo muchas voces que exigen otra cosa.
Es necesario cambiarlo todo, modificar leyes, diseñar otro sistema electoral donde lo que el pueblo elija sea ley.
Es necesario revisar la Constitución, quitar poder a los poderosos, poner freno a la ambición, al egoísmo y a la enfermiza obsesión por el poder que mueve a estos individuos, porque ellos son los que crean, los que fabrican aquello que luego se empeñan en perseguir y en convertir en el norte de su política.
El circo electoral se ha convertido en un show basura. Los payasos han degenerado en bufones sin gracia.
O exigimos que esto se acabe, o ellos, desde su ceguera y su egoísmo, acaban con todo.
De momento, el voto ya ha perdido su valor y la mentira constatada ya no tiene un precio político.
Vaya mierda./ MC