JULIO 2003
INTERNACIONAL
TERRORISMO SIN FIN
La Administración Bush y los países afines se hallan inmersos en su
particular guerra contra el terrorismo. Tras los ataques a Afganistán e Irak
es momento de hacer balance y analizar si el terrorismo disminuye o si la
violencia militar está generando más violencia terrorista. Para ello
contamos con la colaboración de Alberto Piris, General de Artillería en la
Reserva y Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM).
"La lucha contra el terrorismo no debería conducir a que el poder de
los gobiernos se absolutice hasta extremos en que para vivir con una
falsa sensación de seguridad el ciudadano deja de ser libre"
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-¿Considera que los recientes atentados terroristas son una
respuesta a la cruzada liderada por el gobierno estadounidense?
-Si se refiere a los recientes atentados en Riad y Casablanca, no
creo que sean una respuesta específica a las operaciones militares de
EEUU en Afganistán o Iraq, sino la continuación de una actividad
terrorista multiforme, que es anterior al 11-S. Pero es evidente que
la invasión de Iraq por EEUU contribuye mucho a fomentar el terrorismo
islámico, a suscitar nuevas vocaciones de terrorista suicida y a
continuar con una larga trayectoria de terrorismo dirigido contra
Occidente, pero no exclusivamente. En Casablanca murieron más
marroquíes que ciudadanos extranjeros. Si se considera, como parece
necesario hacer, que Al Qaeda no es una organización rígidamente
estructurada, sino más bien un conglomerado difuso de distintos grupos
terroristas movidos por ideologías similares, podrían considerarse
tales atentados como una respuesta al ataque de EEUU, aunque creo que
hay que rehuir la hipótesis de un intercambio directo de golpes entre
EEUU y dicha red. El terrorismo golpea cuando puede y le conviene. Tal
dinámica puede prolongarse durante un tiempo impredecible.
-¿Vamos a tener que asumir que para acabar con el terrorismo tenemos que
perder los más elementales Derechos Humanos?
-De ningún modo es aceptable asumirlo. De ser así, el terrorismo habría
alcanzado una de sus principales metas, es decir, la destrucción de la
sociedad que considera enemiga. La lucha contra el terrorismo no debería
conducir a situaciones en las que el poder de los gobiernos se absolutice
hasta tales extremos en que para vivir con una falsa sensación de seguridad
el ciudadano deja de ser libre y, atemorizado sistemáticamente por los
poderes públicos, se convierte en el miembro de un rebaño como el descrito
por Orwell en su novela "1984". Este sistemático amedrentamiento de la
ciudadanía se aprecia hoy con gran claridad en EEUU, donde periódicamente se
declaran alarmas y se anuncian nuevos e inminentes atentados. Para no perder
los avances que a lo largo de los siglos ha logrado la sociedad en que
vivimos, será preciso aprender a convivir con el terrorismo -sin que por
ello se deje de combatirlo sin pausa, a fin de acabar con él-, del mismo
modo como se convive con otros fenómenos hostiles y nefastos que acompañan a
la humanidad y que, no por ello, deterioran las libertades y los derechos
humanos.
-¿Por qué considera que el núcleo central del más activo terrorismo
actual reside en la ocupación de los territorios palestinos?
-Porque es en la ocupación israelí de los territorios palestinos donde
en más alto grado se puede apreciar la injusticia de Occidente, y en
concreto de EEUU, que tiende a ignorar el violento "terrorismo de Estado"
israelí. Éste expulsa a un pueblo de sus tierras, mata a sus gentes,
destruye sus viviendas y sus medios de vida y sistemáticamente extiende una
red de asentamientos ilegales con los que pretende establecer un hecho
consumado que impida el cumplimiento de las resoluciones de la ONU. Por eso,
hay que convenir en que, de entre los diversos terrorismos hoy activos, el
de raíz islámica es el más peligroso y el que, con sus atentados contra
EEUU, ha contribuido en gran parte a la situación internacional.
-¿De quién o de dónde habría que aprender una manera efectiva de afrontar
el terrorismo?
-No hay modelos ni paradigmas que puedan ser de aplicación universal.
Cada terrorismo es distinto -contra lo que a menudo se afirma
irreflexivamente- y bebe en unas fuentes específicas que es preciso conocer
a fondo para poder neutralizarlas mejor. Más bien habría que decir dónde no
se puede aprender el modo de afrontar el terrorismo. No se puede aprender
esto en la Administración Bush, que cree que basta con la fuerza militar
para derrotarlo. Ni en los gobiernos que, como el español, dócilmente
aceptan esa doctrina sin objeciones. Frente al terrorismo es más eficaz la
acción preventiva que la correctiva. Por acción preventiva se entiende la
supresión de las causas que hacen nacer, fomentan y dan impulso al
terrorismo: la injusticia, la opresión, el colonialismo, el fanatismo
religioso (no sólo el islámico), la miseria y la insolidaridad. La acción
correctiva, es decir, la eliminación violenta de los agentes terroristas, no
suprime la causa inicial del terrorismo que, de ese modo, queda latente y
puede renacer con facilidad. Por otro lado, no existe una fórmula única: lo
que puede hacer que remita el terrorismo del IRA no tiene por qué ser válido
frente al terrorismo etarra. El terrorismo checheno, por su parte, no
coincide en objetivos con Al Qaeda, y esto es una ley universal. Combatir
cada terrorismo exige identificarlo con precisión. De ahí que la anunciada
"guerra contra el terrorismo universal" de la Casa Blanca sea un concepto
absurdo que no conducirá al pretendido éxito definitivo.
-¿La violencia militar, contestando a la violencia terrorista, no hace
más que aumentar el terrorismo?
-El terrorismo ha de combatirse en diversos campos de actuación, no sólo
en el militar. Requiere una eficaz acción policial, preventiva e
informativa, que pueda abortar sus acciones o, al menos, reducir sus
efectos. Requiere también una acción en el ámbito de la financiación, para
ahogar las fuentes en las que se basa su actividad. Requiere también
investigar en las causas en las que se sustenta su ideología, las que
utiliza para intentar justificar sus acciones. La miseria y el desamparo
reinante en algunas sociedades del mundo islámico, junto con la corrupción
de algunos gobiernos, hacen que los pueblos vuelvan sus ojos hacia el
integrismo musulmán que le aporta los beneficios que deberían ser
proporcionados por el Estado. De ahí a la aparición de grupos terroristas
apenas hay un paso. Son, pues, muchos los diversos planos en los que ha de
llevarse a cabo la actividad antiterrorista. El aspecto militar es
secundario, del mismo modo que las fuerzas militares tienen un papel
secundario respecto a las policiales en la seguridad interna de los países y
en la represión de la delincuencia. ∆ |