os
menores de Granada que se dedican a quemar papeleras deben trabajar dos fines de
semana con los bomberos. Un joven que circulaba borracho en moto tuvo que
visitar a parapléjicos que se rehabilitaban de accidentes de tráfico durante un
día entero, hablar con sus familias y hacer una redacción. Un adolescente que
robaba por el método del tirón permanecerá en libertad vigilada tres años
durante los que estudiará mecánica y trabajará para llevar un sueldo a su casa.
Así son las sentencias de Emilio Calatayud: instructivas, sencillas,
proporcionales y eficientes. Para él todos los chavales necesitan una
oportunidad que él está dispuesto a darles.-¿Qué deficiencias encuentra
a la hora de aplicar la Ley del Menor?
-Ahora mismo en Andalucía tenemos problemas de plazas de internamiento, pero
eso es una cuestión coyuntural. Fundamentalmente a nivel nacional echo de menos
la creación de personas especialistas en la materia, porque no se están
especializando ni jueces, ni fiscales, ni profesionales. La deficiencia
fundamental es si realmente los que tienen que aplicar la Ley del Menor tienen
vocación de llevar a cabo el espíritu de esta Ley, que es la reinserción del
chaval. Eso es lo que más me preocupa. A nivel económico no me quejo porque
colaboramos con otras instituciones.
-Las estadísticas dicen que 2001, primer año de vigencia de la Ley del Menor,
se cerró con casi mil delitos más cometidos por menores...
-... Eso es mentira. Se trata de una cuestión de cómputo: nosotros antes
manejábamos hasta chavales de 16 años, y las causas de 16 y 17 años estaban
clasificadas como adultas. Al cambiar la ley, aumentó la edad para aplicarla,
por lo que aumentan en menores datos que antes figuraban en adultos. Pero no
aumentó la delincuencia. Yo en 2001 tuve 1.150 causas, pero es que muchas las
tenían guardadas los jueces de instrucción de lo Penal y me las mandaron a mí de
golpe. Pero al año siguiente tuve una entrada de 650 asuntos.
-De todos modos, esas cifras las empleó la Policía para decir que los menores
eran utilizados por las consecuencias leves de la Ley del Menor. ¿Existe una
conexión entre la dureza de una ley y el número de delitos cometidos?
-Yo no lo tengo claro. No creo que sea proporcional la inseguridad ciudadana
con el tema de la Justicia. Lo que sí está claro es que en menores, utilizando
medidas cautelares o medidas de medio abierto bien ejecutadas, disminuye la
delincuencia. Y no se trata sólo de reducir las medidas de internamiento, sino
de llevar a cabo como Dios manda las medidas de libertad vigilada, trabajos,
tareas socioeducativas y demás.
-Lo afirma porque lo ha comprobado.
-Sí. El fiscal del Tribunal Superior de Justicia dijo que el año pasado
había subido la delincuencia en toda Andalucía menos en Granada, que había
bajado un 8%. Y el Ministro del Interior afirmó que Granada era una de las
ciudades en las que estaba disminuyendo la delincuencia. Ellos dicen que es por
la policía, yo digo que es que tenemos chavales de 14 a 18 años a los que
controlamos con medidas de libertad vigilada y demás, y por lo tanto tiene que
disminuir a la fuerza el número de delitos. Estas medidas son muy rentables,
porque en nuestro caso mientras los chavales están en medidas de libertad
vigilada, o realizando trabajos en beneficio de la comunidad, o en tareas
socioeducativas, el 90% no cometen delitos. Eso está comprobado.
-¿Considera un atraso el internamiento en centros de menores?
-No, está bien para los que tienen que estar privados de libertad. Pero no
toda persona tiene que estar internada y lo que me temo es que hay muchos
menores que están privados de libertad cuando podrían estar en medidas de medio
abierto. Para que te hagas una idea, yo tengo 40 internados y 380 en medidas de
medio abierto.
-Las víctimas dicen que esta Ley del Menor no defiende sus derechos, ¿por
qué?
-Yo creo que sí los defiende, aunque la opinión pública diga que no. En la
Ley de Menores el papel de la víctima no está mal porque contempla la
posibilidad de que la víctima pueda personarse para acreditar que el menor ha
cometido el hecho. Pero lo que no concede la Ley es la posibilidad de que la
parte perjudicada pida medida contra el menor. Si la filosofía de la Ley es
defender el interés del menor delincuente, ¿tú crees que, una vez que el juez
acredita que ese chaval ha matado a otro, el padre de la víctima va a defender
el interés del menor delincuente? No. No va a buscar una medida reinsertadora ni
muchísimo menos, va a buscar una medida vengativa, porque es normal. Usted
víctima, que quiere ser resarcida del daño, tiene la posibilidad de
indemnización civil y demás. Pero a la hora de imponer una medida usted va a
buscar la pena más grave, luego la Ley le aparta del procedimiento.
-¿Qué se puede esperar de una sociedad que prefiere castigar a sus jóvenes,
antes que reinsertarlos?
-Yo creo que esta Ley va por delante de la sociedad. Entonces hay que
cambiar la cultura de la sociedad, e implantar una cultura reinsertadora y
reparadora, pero no una cultura internista y vengativa.
-¿Ganará la Ley o la sociedad?
-Yo creo que ganará la Ley porque todos creemos en la reinserción, menos
cuando nos toca a nosotros. Lo que yo les digo a los padres es 'no nos pongamos
en el papel de padre de la víctima, que es relativamente fácil. Vamos a ponernos
en el papel del padre del menor que comete el delito'. ¿Cómo queremos que se
trate a nuestro menor que ha matado o que ha robado?
-¿Encerramos a los delincuentes porque sentimos miedo?
-Yo creo que sí.
-¿Y eso no es reconocer nuestra propia ineptitud para ayudar a esas personas?
-Claro, pero yo creo que lo primero para creer es estar convencidos de que
podemos hacer algo y el problema es que no estamos convencidos, ni queremos
hacer algo. Yo pienso que toda persona privada de libertad no es la solución, y
aunque esté privada de libertad hay que darle posibilidades y alternativas.
Entonces el problema es que no creemos en la posibilidad de que el delincuente
repare el daño sin privación de libertad, y ése es el cambio de mentalidad que
hay que producir. Y luego aparte de eso está la rentabilidad porque, ¿qué nos
cuesta un preso en prisión? ¿qué nos cuesta un chaval en un centro de
internamiento? En Andalucía nos viene a costar en un centro de internamiento
cerrado 40.000 ptas diarias. Este dinero da para formar a muchos profesionales
en medio abierto.
-¿Estamos acostumbrados a mirar más las consecuencias -por muy duras que
sean-, que a analizar los orígenes de un acto delictivo, que es donde realmente
se pueden producir los cambios?
-Claro. Yo tengo una teoría y es que una persona que comete un delito no tiene
por qué ser un delincuente, y que detrás de esa persona hay una historia. Vamos
a averiguar por qué cometió el delito, y vamos a ponerle remedio. Vamos a
exigirle que pague por su comportamiento, pero conociendo la historia que le ha
llevado hasta ahí.
-En su caso, ¿qué le mueve a aplicar estas sentencias educativas?
-Primero la Ley, que me permite este tipo de sentencias. En segundo lugar la
proporcionalidad, es decir, yo tengo un instrumento legal y tengo que ponerlo
también en proporción con el Código Penal de adultos. En tercer lugar que creo
en la reinserción. Y en cuarto lugar que yo creo que la persona que comete un
delito no tiene por qué ser un delincuente, y que una persona que es un
delincuente tiene una historia y a veces tiene remedio. Y estoy convencido de
que el internamiento no es el remedio ideal.
-Usted mismo en su adolescencia cometió hurto menor y allanamiento de morada.
Tomando su caso como ejemplo, ¿qué impulsa a un chaval que no tiene necesidades
económicas a cometer un delito?
-A veces la aventura, el riesgo, el hacer lo prohibido. Pero no le pasa
solamente a un chaval, sino a un mayor. ¿Y somos delincuentes? Ése es el tema.
Porque a lo mejor de tanto catalogarlo como delincuente pues con el tiempo
hacemos un delincuente. Entonces, ¿cuántas personas diariamente cometemos
delitos, en los que no nos pillan? Por ejemplo, el conducir bajo la influencia
de bebidas alcohólicas es un delito. ¿Y qué persona a la que le guste una
cerveza no ha conducido en su vida bajo la influencia de bebidas alcohólicas? ¿Y
somos delincuentes?
-¿De dónde saca la confianza de que se puede cambiar el futuro de esas
personas?
-Si eres un Juez de Menores y no crees en la posibilidad de reinserción de
un menor pues más vale que te dediques a la justicia civil o administrativa. Se
trata de creer en las personas, y más en un chaval. El chaval es moldeable para
lo malo, pero también es moldeable para lo bueno.
-¿Qué importancia tiene una condena para el futuro de una persona? ¿Los
jueces piensan en ello antes de emitirla?
-Yo creo que muchas veces, no solamente el juez sino mucha gente, no vemos
las consecuencias de una posible medida que adoptamos. Yo sí recomendaría pensar
-y no sólo a los jueces, sino a la sociedad en general- dónde mandamos a
nuestros presos, qué es una prisión, qué es un centro de internamiento, qué
tratamiento existe, qué se está haciendo allí. Es bueno que conociésemos eso. Y
aún así a veces debemos privar de libertad, pero no de otros derechos. Y sin
embargo cuando encarcelamos estamos eliminando otros muchos derechos que tiene
el individuo, como la libertad de formación, de educación. Porque sí, la Ley
Penitenciaria dice que tú tienes muchísimos derechos, pero a la hora de la
verdad no se pueden ejecutar. Entonces vamos a encerrar al que realmente se
tenga que encerrar. Y siempre teniendo en cuenta que la medida privativa de
libertad es un medio, no es la finalidad. ∆