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EL ARBOL DEL BUHO

 

 

Para este viaje hay una condición, y es que hay que ir ligero de equipaje mental, es decir, hay que ir con la mente abierta a nuevos conceptos, y sobre todo a no querer aferrarse a nada.

 

JULIO 2003

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ESTREÑIMIENTO MENTAL
POR ELENA G. GOMEZ

Llegó el verano y con él los medios nos bombardean con temas propios, es decir, vacaciones de ensueño, viajes inolvidables, y también, a pesar de que muy poca gente les haga caso, se incrementan las advertencias sobre los efectos perjudiciales de tomar en exceso el sol, etc. pero a mí, personalmente, me preocupa mucho que nadie hable de una enfermedad que está creciendo de forma alarmante en la humanidad, y es el estreñimiento mental.
Y Ud. se preguntará de qué hablo, pues muy sencillo, el estreñimiento mental es una consecuencia de la reiterada retención de pensamientos dentro de uno mismo.
¿Qué cómo se conoce a una persona que posea esta enfermedad?, pues muy sencillo, va por la vida con cara de pocos amigos, no sonríe aunque se le meta moneda, y sólo habla con algunos pocos privilegiados de la humanidad -casi siempre porque los considera superiores a él-, no mira a los ojos, y trata siempre de pasar desapercibido, o de escurrir el bulto, según le interese.
A estas alturas seguro que ya conoce a más de un estreñido mental, ¿verdad?
Y como se trata de un estreñimiento, lo mejor es buscar un laxante que cure estos desarreglos, y yo encontré uno muy sencillo: la expresión, o lo que es lo mismo, decir siempre lo que se piensa.
Yo creo, sinceramente, que las personas con estreñimiento mental no son conscientes del daño que se están haciendo a ellas mismas. Es algo así como el fumador que está encantado de decir que fuma y que si se machaca los pulmones es cosa suya, pues claro, ¿de quién si no?, pero cuando estés tosiendo y echando un pulmón por la boca verás como dejas de fumar, listillo.
Pero volviendo al estreñido, yo me hago otra pregunta, si se sabe el origen, y se sabe el remedio: ¿por qué no se pone solución?
Y es aquí donde aparece un abanico de disculpas...
Hay quien no dice lo que piensa porque no le gusta lo que los demás le van a decir. Otros no lo dicen por miedo a parecer ridículos, incultos, ignorantes, mientras que otros es, justamente, por lo contrario, porque se consideran tan listos y tan superiores a los demás que no quieren malgastar sus palabras ante personas que no les van a entender.
Tal vez también existan personas que sean una mezcla de todo un poco, es decir, que según qué momento y situación se pongan una disculpa y se escondan tras ella.
Lo cierto es que da igual, porque lo único que puede hacer a una persona ágil mentalmente es su capacidad de comunicación, y al decir comunicación me refiero a la capacidad de hablar y sobre todo de escuchar.
Además, como ocurre con cualquier otra enfermedad, existen efectos secundarios, y el más preocupante es que como consecuencia de permanecer encerrado en la burbuja de los propios pensamientos y no contrastarlos con los demás, el estreñido se va aislando en un mundo, su propio mundo, y en él empieza a sacar conclusiones falsas sobre cosas que, si expresara, podría cambiar.
Pero la expresión, como otras palabras que son más que palabras, tiene distintos niveles a través de los cuales, como si de una escalera se tratara, se va ascendiendo.
Y cuanto uno más se expresa, más necesidad tiene de perfeccionar su expresión, es, por así decirlo, como el artista que siente dentro de sí una idea y necesita plasmarla en el exterior.
Como consecuencia de todo ello se produce un movimiento dentro, un movimiento que conduce a cada uno a un conocimiento mayor de sí mismo, porque empezará no sólo a decir u opinar, sino a algo más profundo, a dar de uno mismo. Un movimiento que le llevará a entrar en los demás, en lo que realmente sienten, piensan, necesitan.
Y el movimiento dará paso a un viaje, un viaje por un espacio en el que todos somos niños, niños aprendiendo, niños descubriendo, niños experimentando.
Pero para este viaje hay una condición, y es que hay que ir ligero de equipaje mental, es decir, hay que ir con la mente abierta a nuevos conceptos, y sobre todo a no querer aferrarse a nada.
Y es que en este espacio mental no hay lugar para los estreñidos, es decir, para los tacaños, sólo hay sitio para los generosos, para los valientes que estén dispuestos a lanzarse a la aventura, para los que quieran reírse de sí mismos, para los que estén decididos a vencer.
Es un gran espacio que nos está esperando a todos. El esfuerzo es muy pequeño a cambio de todo lo que en él nos podemos encontrar.∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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