Se acabó esa resignación
cristiana de pensar que tenemos los políticos que nos merecemos. Les hemos
votado, sí, pero ¿no llega la costa gallega para expiar semejante culpa?
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QUE SE VAYAN
POR ELENA F. VISPO
Q ue se vayan. Ya no les queremos.
Que dimitan. ¿Sabrán lo que es eso? Pues viene a ser que digan: mira, ya que
he metido la gamba y se ve que no valgo para el puesto, mejor me marcho. Y
es evidente, señores: la llamada sociedad civil, es decir yo, mi vecina, mi
primo de O Grove y unos cuantos miles de ciudadanos más, les damos cien mil
vueltas.
Así que que se marchen. Ya limpiaremos nosotros las playas, que es al fin y
al cabo lo que estamos haciendo. Y para eso no necesitamos tener a un
dinosaurio en el puesto de mando -¿pero manda algo?-, que monten una empresa
de limpieza fantasma, ni que venga el ejército a fumar el cigarrito a la
playa (es lo que se les ve hacer en la tele), mientras los voluntarios se
parten el lomo.
Que se piren. Ya que hemos asesinado nuestras preciosas costas, por lo menos
saquemos algo en limpio. Y de momento lo que tenemos es una foto del culo de
nuestros dirigentes, que en estos días lo han enseñado a gusto.
Que se larguen. Con viento fresco. Que se vayan a casa de Bush, ya que son
tan amigos. Aunque no he visto que el amigo público número uno haya asomado
mucho la nariz. Y eso que cuando lo de Perejil, no perdió tiempo para mandar
a Powell no sé a qué. Lo que, según traducción libre, viene a significar:
para las chorradas me tienes cuando quieras, pero si tienes problemas te
sacas las castañas del fuego tú solito. Que yo estoy muy ocupado firmando
ejecuciones.
Adiós. No les echaremos de menos. Al menos yo no. Se acabó esa resignación
cristiana de pensar que tenemos los políticos que nos merecemos. No es
cierto. Les hemos votado, sí, pero ¿no llega la costa gallega para expiar
semejante culpa? Nos merecemos algo mejor, porque se olvidan de que ellos
están aquí para nosotros. Para escucharnos, para solucionar nuestros
problemas, para que todos vivamos mejor. Y no para que se suban al guindo a
nuestra costa.
Chao, pescao. Que dirían los de Caiga Quien Caiga si aún estuvieran en
antena. Y de paso levantemos una lanza por la libertad de prensa. Que no
haya más periodistas sin trabajo por haber dicho "marea negra" en directo.
Que no haga falta escuchar las noticias de Francia o de Portugal para saber
lo que pasa en nuestro país, como Radio Pirenaica en los tiempos de Franco.
¿No estamos en el siglo XXI, en la sociedad del conocimiento? Pues que se
note.
Echémosles. Podemos hacerlo. Si hasta los gallegos, que llevan años tragando
lo intragable, empiezan a levantar la voz, es que aún nos quedan ases en la
manga. Que, como en aquella primera manifestación de la plataforma Nunca
Máis en Santiago de Compostela, se bloqueen los accesos a la ciudad
porque ya no cabe más gente. Que sigamos inventando eslóganes con mala leche
-el chapapote que lo limpie el del bigote- y que suene en todas las radios
la banda sonora de aquel día (música de Guantanamera): hai que ir
morrendo, Manolo, hai que ir morrendo. Y al que ponga cara de sorpresa
se le aclara: políticamente. Claro.
Que se note en la calle, que se note en las urnas. Que les quede claro: no
les queremos. Por ineptos, por prepotentes y por chulos. Porque esto es sólo
la gota que colma el vaso, porque estamos hartos de decretazos, de contratos
basura, de pateras abarrotadas, de que nuestros niños sean semianalfabetos,
de terrorismo de estado...
Que se vayan. Que lo sepan: los ataques de amnesia han funcionado otras
veces, pero no ésta. Que no todo se limita a que estas navidades no tomemos
marisco, sino que las lágrimas de rabia nos van a durar lo mismo que el
chapapote en las rocas. Años. Y cada vez que veamos el mar en la tele, en
una postal, en una revista, en persona, recordaremos. Nos bañaremos en la
playa y recordaremos. Nos mojará la lluvia y recordaremos. Vendrá el otoño y
recordaremos. Y nos entrará un cabreo frío y contundente, que es el más
peligroso de todos.
Que se vayan. Por su propio pie, ahora que pueden. Si no, que se atengan a
las consecuencias. Y, visto el panfleto que me ha salido, ahora debería
pedir disculpas a los lectores por ser políticamente incorrecta, pero es que
ya está bien, coño. Que se vayan. YA. |