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La palabra en libertad

ROSA REGAS
-Escritora-

ROSA REGAS

De los seis últimos libros firmados por Rosa Regàs, tres de ellos han tenido premio. El último, La canción de Dorotea, el Planeta 2001. Aunque empezó tarde a publicar, ha hecho de la literatura su compromiso.

 

 

 

 

 

 

"Yo aprovecho esta fama que me han dado los premios que he ganado y los libros que he vendido para dar voz a los que no tienen voz"
 

 

 

 

 

 

ROSA REGAS

 

 

 

"Las personas mayores tenemos la ventaja total de poder decir lo que nos da la gana. Yo digo lo que pienso honestamente, y ya está."
 

 

 

 

 

 

ROSA REGAS

 

 

 

"No es la mujer la que transmite el machismo, ni tampoco es el hombre: es la cultura."
 

 

 

 

 

 

 

 

"Si uno empieza a mirar quién está en el gobierno verá que todos son franquistas."

Texto: Elena F. Vispo / Fotos: J.M.López

No ha parado desde que recibió el Planeta, pero tiene todo el tiempo del mundo. Tiempo para pararse con la gente, tiempo para preguntar, para charlar, para sonreír, para dedicar sus libros con autógrafos kilométricos que luego decora con florecitas. Y aunque ya tiene ganas de relajar el ritmo para sentarse a escribir tranquilamente, no se niega a ir allá a donde la reclaman.
Entre la serenidad que emana y lo apretado de su agenda, hay que tener en cuenta que Rosa Regàs pocas veces ha estado quieta. Es ésta una mujer de múltiples vocaciones, de las cuales la escritura ha sido la última en aflorar. Ha sido madre de cinco hijos y ha trabajado de traductora, editora, periodista... Además toca el piano, viaja compulsivamente, e incluso me promete que la próxima vez que nos veamos me contará cómo ganó una medalla como gimnasta.

-Al recibir el Planeta dijiste que ibas a usar el dinero para comprar tiempo. ¿Qué has hecho con él?
-Pues en junio recibí cuatro meses y ya me los he gastado. Y Hacienda se ha quedado la mitad, claro. De todas maneras, es casi una contradicción, porque en el momento en que ganas el Planeta todo el mundo quiere que vayas a contar cosas, te piden que hables de todo. Y yo en este tiempo he aprendido a decir: yo de esto no puedo hablar, porque no sé. Porque te preguntan: ¿qué opina usted de la minifalda? ¿Qué opina de los anticonceptivos? Pues oiga, no opino. Hay cosas que sí pero muchas otras que no.

-Escribes "desde la parte amarga de la vida". Sin embargo, viéndote, no pareces para nada encajar con esa amargura.
-Es lo que me dicen mis hijos, sobre todo uno de ellos: ¿cómo puede ser que una persona tan alegre como tú escriba siempre esas cosas tan amargas? Y es que tal vez al escribir, al entrar dentro de mí misma, al profundizar en la realidad, dejo esa parte más externa de alegría y de buen humor, y me meto más en la brutalidad de la vida.

-Has dicho que para crear es necesario tener un espacio propio, y que para las mujeres es especialmente difícil encontrar ese reducto de libertad.
-Es que no hay, no tenemos, lugar libre en la mente. Estamos siempre muy ocupadas con muchas cosas. Primero que tenemos una vocación de Marta, que nos gusta la casa y el hogar y las cortinitas, esto nos ocupa mucho sitio. Pero también nos cuidamos de la casa y nos cuidamos de los hijos, y nos cuidamos del marido, y de las gallinas y del huerto, y de todo.

-¿Dices en serio que nos gusta?
-Bueno, no sé si nos gusta, pero lo desarrollamos, tal vez porque nos lo ha inculcado una cultura de 4.000 años. La división de funciones se produjo hace muchísimo tiempo, de tal manera que no es la mujer la que transmite el machismo, ni tampoco es el hombre: es la cultura. La cultura nos ha separado las funciones, y todavía se resiste a creer que una mujer es el equivalente de un hombre. No digo que sea igual, pero sí que es equivalente.

-Aunque vivimos en un mundo de hombres, se habla cada vez más de conceptos como feminización de la cultura. ¿Hacia allí vamos?
-Ya convendría. Pero fíjate, ayer estuve haciendo un artículo sobre los premios Príncipe de Asturias de este año: ni una mujer, ni una. Pero no es porque los hombres no quieran, es que no las ven. Una mujer, para tener el prestigio de un hombre mediocre, tiene que ser muy vieja o estar muerta. Porque los hombres no nos ven ni nos consideran. Incluso los que están contentos de que hayamos irrumpido en el mundo de las letras y de las artes y de la música, incluso éstos. Los hombres no leen libros de mujeres.

-Has llevado una vida muy activa, siempre has estado muy ocupada. ¿Dónde tienes tú ese espacio privado, que te permite la creación?
-Bueno, yo no lo he tenido hasta que he sido muy mayor, hasta los 55 años no escribí mi primer libro. No sé si habría sido capaz de escribirlo antes, creo que no. No sé si porque mi vocación no había aflorado del todo
-aunque siempre la he tenido-, o porque no me veía capaz o lo dejaba para más adelante... Para mí escribir cuatro novelas ha sido, como para todo el mundo, un gran esfuerzo de concentración y de profundización, porque yo sí creo que todo está dentro de mí misma. Y esto no habría podido hacerlo hace 20 años, porque me habría ido, no sé, al mar, a cualquier sitio.

-Hablas de ese proceso de introspección, de ponerte a escribir, como algo que te parece difícil, y al mismo tiempo...
-Muy atractivo. Me cuesta mucho ponerme a escribir, mucho, mucho, pero cuando me pongo se me va el mundo entero. Ahora estoy escribiendo un cuento que me han pedido y es feo, no me gusta nada, es una tontería, sin embargo ya me he metido.

-¿Las mujeres lo tenemos más fácil a la hora de hacer ese ejercicio de introspección?
-No lo sé, no creo. Los hombres se han empeñado en decir que nosotras sólo sabemos hacer literatura intimista y en primera persona, y se olvidan de que las mejores novelas policíacas, de fantasía, de ciencia-ficción, han sido escritas por mujeres. Lo que nosotras hemos hecho es incorporar a la literatura el mundo de la intimidad, donde hasta entonces habían entrado muy pocos hombres. Uno de ellos fue Proust, uno de los más grandes escritores que el mundo ha tenido. Pero en general los hombres entienden el mundo de la intimidad de otra manera, no porque sean distintos, sino porque culturalmente los sentimientos les dan un poco de grima. Incluso en el ámbito doméstico, siempre hay esta conversación en la que la mujer se queja de que el hombre habla poco, porque nosotras hablamos de los sentimientos, les damos la vuelta, analizamos. Y los hombres: esto ya lo hemos dicho, ya está. Se cansan. Ésta es una de las grandes diferencias entre hombres y mujeres, porque los hombres han tenido constantemente la función de ser los protectores, no se pueden permitir debilidades, y los sentimientos siempre les han parecido una debilidad. Estos pobres tíos no pueden llorar, no pueden tener un fallo en la cama, porque todo va en contra de su prestigio, de ser el tipo que lo dirige todo, lo arregla todo... Es muy duro ser hombre en un mundo machista.

-Hay dos constantes en tu vida: una es la literatura y la otra es tu familia. Sin embargo, este concepto está cambiando mucho, tú misma cuentas que tuviste que inventarte a tu propia familia.
-Claro que sí, el modelo tradicional, que antes era el único, ahora es uno de tantos. Está el padre dominador, la madre obediente y los hijos sumisos; pero hay cantidad de mujeres que no tienen ningún hombre en casa y que llevan a la familia como les da la gana; hay niños que tienen dos madres y dos padres, y hasta tres, y no pasa nada. Cuando yo era pequeña, si tenías a tus padres separados se te había caído el pelo. Y yo creo que todo está muy bien, porque la familia, sea como sea, tiene que ser un reducto donde el hijo va aprendiendo la única cosa que le va a servir cuando sea mayor, que es ser libre.

-Partiendo de una infancia que tú misma has calificado de dickensiana, has ido creándote tu propio camino de una forma muy rompedora. ¿Cómo lo has hecho?
-Bueno, también tuve la ventaja de que estaba en contra de lo que me habían impuesto, por lo tanto lo tenía más fácil. Quiero decir que si hubiera tenido un padre y una madre y hubiera sido más feliz, a lo mejor me habría quedado ahí. O sea que nunca sabes por qué vienen las cosas. Una misma tragedia, por ejemplo, a mi hermano mayor le jodió la vida entera, pero a mí me ayudó a ver la facilidad a la trasgresión, que no sé si la hubiera podido ver en una familia compacta y tradicional. Y luego también aguantar lo que te venga. Yo... no sé, a mí todo me parece aceptable -estoy hablando de cosas que me pasan a mí-. Si tengo un traje, lo tengo, y si no, no lo tengo. No me quejo. Como partí de la nada, eso me ha ayudado.

-¿Hacia dónde enfocas tus luchas ahora?
-Fundamentalmente, hacia lo que me parece injusto del mundo en el que vivo. Pues para defender a los obreros de Sintel, para ir en contra del Plan Hidrológico Nacional, por supuesto para ir en contra de Bush, para ir en contra de Sharon, para poder en un momento determinado pensar que la derecha no siempre está mal, que a veces también, por ejemplo en el caso de Chirac, es capaz de hacer prevalecer el derecho internacional para oponerse a la guerra. Para meterme con la Fundación Francisco Franco, que ya ha cobrado 124.000 euros desde que está el PP... Pues para denunciar un poco todas estas cosas, que me parecen abusos de autoridad. Y también para hacer cábalas de por qué Ana Botella se conforma con un puesto de concejal y acabar pensando que tal vez el candidato de Aznar no sea ninguno de los tres mosqueteros, sino Ruiz Gallardón, que es más joven y el que parece que se puede enfrentar mejor, porque presume más de progresista, con Zapatero. Y que si Ana Botella se presenta segunda en las listas y ganan, entonces Aznar presentará a su candidato, que será Ruiz Gallardón, y ella acabará siendo la alcaldesa de Madrid.

-El otro día el PP decía que no aprueba la búsqueda de las fosas comunes de la guerra civil y todo este tema de la recuperación de la memoria histórica.
-¡Claro que no! Si son todos tíos, abuelos y primos de los que están en el gobierno, si no han sido capaces todavía de condenar un régimen dictatorial como el de Franco... A pesar de que lo está pidiendo la Comunidad Europea, la ONU, pero no, no, es que no pueden, si uno empieza a mirar quién está en el gobierno verá que todos son franquistas.

-La cuestión es que insisten en que el pasado está muerto y enterrado...
-Entonces, ¿por qué en la Catedral de Vitoria están desenterrando los cimientos? ¿Para qué sirve la arqueología y para qué sirve la historia? Entonces que suspendan las películas del oeste y las del Vietnam en los Estados Unidos y que no se vuelva a hablar de la revolución francesa, ¿no?

-Has dicho "mi voz se oye poco, pero estoy convencida de que se oiría muchísimo menos si me callara".
-¿Sabes qué pasa? Que yo tengo conciencia de que soy una persona mayor, a pesar de que no me siento así, me tengo que mirar en el espejo para saber que soy mayor, y como no tengo mucho tiempo, pues no me miro mucho. Pero sé que soy una persona mayor, y las personas mayores tenemos muchas desventajas, por ejemplo, que sabemos que nos queda poco tiempo. Pero también tenemos la ventaja total de poder decir lo que nos da la gana. Porque a mí ya nadie me va a quitar mi trabajo. Bueno, sí, en algún periódico no me pedirán artículos, ¿y a mí qué más me da? Yo digo lo que pienso honestamente, y ya está.

-Después del Planeta, todo el mundo te pide opinión de las cosas. ¿Es que sigue vigente ese papel del intelectual como guía?
-Pues no lo sé. Yo creo que al intelectual se le exige más que a los demás ciudadanos, cuando el compromiso se le tiene que exigir igual a todo el mundo. Otra cosa es que el intelectual en un momento determinado, alcanza un momento de fama, que es una cosa perecedera y hay que aprovechar. Por eso yo aprovecho esta fama que me han dado los premios que he ganado y los libros que he vendido para dar voz a los que no tienen voz. En ese sentido soy machacona y protestona. Cuando no tenga esa voz ya podré ir chillando, que nadie me escuchará. Hace muchos años me costaba publicar un artículo, y como ahora no me cuesta, pues lo aprovecho. Yo me siento profundamente solidaria con las personas que sufren por causas injustas, entonces hago lo que puedo, en la medida de mis posibilidades. Pero no porque tenga la responsabilidad, sino porque tengo la oportunidad y siento la satisfacción, el placer, de hacerlo. ∆

Rosa Regàs ha participado en las III Jornadas Socioculturales del C.E.L. (Círculo Empresarial Leonés)

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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