DICIEMBRE 2003
ARMAS,
un negocio en alza
Que el mundo es hoy un lugar más violento se pone de
manifiesto sólo con observar los beneficios que produce la venta de
armamento. En nuestro país la dotación para el Ministerio de Defensa ha
crecido un 4,55% con respecto al año pasado, aunque los ciudadanos se
hayan declarado en contra de las guerras en manifestaciones masivas.
Texto: Marta Iglesias / Fotos:
Zoom
El 11-S cambió muchas cosas, pero
fundamentalmente puso a todos los países a la defensiva. La diplomacia
como sistema para evitar las guerras se derrumbó definitivamente, y en
su lugar se instaló el viejo pensamiento de siempre: contra los
violentos hay que armarse hasta los dientes; que sepan que con nosotros
no pueden, y si hay que hacer alguna demostración de poderío militar, se
hace sin atenerse a las consecuencias. Sin duda la fuerza militar exige
grandes dosis de dinero, así como alimentarla de valores como el
patriotismo, la fuerza bruta y en última instancia, el miedo. La
diplomacia por su parte pone sobre la mesa mucha más implicación
personal y más sabiduría, una estrategia mental y la contemplación de
ambas partes. Como indicaba Vicenç Fisas, director de la Escuela de
Cultura de Paz, en una carta publicada por un diario nacional: "Una
diplomacia de paz es lo contrario del simplismo, el reduccionismo
analítico, el exhibicionismo muscular y el comportamiento unilateral,
tan apreciado por Estados Unidos y algunos de sus fieles aliados. La
diplomacia de paz, por el contrario, entiende el fondo del conflicto y
sus raíces, conoce los elementos simbólicos de los actores, busca
alianzas para el tratamiento correcto del proceso, pone en marcha todo
el espectro de modalidades de facilitación, marca tiempos correctos, se
esfuerza en encontrar lo aceptable para todas las partes, utiliza
sabiamente la diplomacia paralela para posibilitar la prenegociación,
promueve medidas de confianza, conoce y respeta el contexto cultural de
las zonas de conflicto y entiende el valor de los gestos de
conciliación, entre otros muchos aspectos". Todo eso se ha acabado. Y
como tampoco hace falta irnos muy lejos para apreciarlo, nos quedamos en
nuestro propio país.
Gastos ofensivos
Hablemos de presupuestos, de dinero, de partidas económicas. El 1 de
octubre de 2003 se presentaban las cuentas del Estado para el año
venidero: la política de Defensa obtenía 6.495,38 millones de euros, un
4,55% más que el año pasado; el presupuesto prevé las nuevas inversiones
para adquisición de armas. Todo muy claro, hasta que sigues leyendo y
aprecias que hay dos elementos que no refleja el presupuesto, como son
la investigación que se dedica a Defensa y la participación de las
Fuerzas Armadas en operaciones de mantenimiento de paz. Aunque indican
que a priori este último gasto no se puede predecir, nos remitimos al
mes anterior, cuando el ministro de Defensa, Federico Trillo declaraba
que el coste del actual contingente militar español en Irak enviado tras
la guerra asciende a 64 millones de euros. Y suma y sigue porque nos
quedan los gastos en investigación. Para conocerlos recurrimos a Jordi
Armadans, presidente de la Fundació per la Pau, "el conjunto de gasto de
investigación científica se reparte entre los ministerios. Dentro del
Ministerio de Ciencia y Tecnología hay una partida muy importante que es
un concepto de uso, inversión y desarrollo tecnológico, y dentro de este
programa hay más de 1.000 millones de euros mensuales que van dedicados
a programas militares. Con lo cual vemos que la partida mayoritaria de
gasto científico-militar está escondida en este Ministerio, pero es que
además este dinero no resiste el análisis porque la mayoría se emplea en
créditos a empresas militares para que desarrollen sus productos, con lo
cual incluso es discutible que sea investigación científica militar.
Probablemente es ayuda a la producción armamentística directamente".
¿Por qué ocultar las cifras?
Desde el gobierno se da un mensaje claro: tenemos posibilidades de
ser agredidos y debemos responder a esas amenazas mediante el
fortalecimiento militar. Si está tan seguro de sus afirmaciones, la duda
está en por qué se esconden las cifras en diferentes partidas. La
respuesta la dan las manifestaciones masivas que tuvieron lugar contra
la guerra de Irak, que revelan que el pueblo no apoya las guerras ni el
uso de armas. En palabras de Armadans "creo que hubo tres elementos que
provocaron ese rechazo de la opinión pública: que no estaban a favor de
la guerra, que se intentaba justificar faltando al respeto de la
inteligencia básica, y el hecho de que nuestro gobierno fuera uno de los
que lideraran la guerra. Parte de la sorpresa que se llevó el gobierno
con esa gran movilización fue ver que hay más reflexión crítica acerca
de que el militarismo no es una solución, sino un problema que aumenta
los problemas que existen". Otra manera de observar que el militarismo
es impopular en España son las cifras de soldados profesionales, que
actualmente son 70.160, muy lejos de los 102.000 efectivos que son el
límite mínimo establecido para el actual modelo de profesionalización.
Por mucho que Defensa aumente un 20% el sueldo a los soldados para
estimular a los jóvenes el sentido patriótico, éstos no se alistan por
muchos problemas de vivienda y paro que tengan. Con todos estos datos
sobre la mesa, el gobierno sabe que la ciudadanía no apoya la compra de
armas y camufla las cifras. El presidente de Fundació per la Pau lo
resume así: "El gobierno además de tener una política militarista, tiene
una política en absoluto transparente y en absoluto razonable desde un
punto de vista técnico. Por otro lado si lo esconde es porque no está
convencido de que la ciudadanía lo acepte, porque si no lo haría como se
debe hacer, que es a las claras. Y aún más grave es que en todos estos
aspectos el gobierno español siempre se refiere a Europa, la OTAN y el
mundo entero y en cambio para hacer los números no sigue los criterios
ni utiliza el método que por ejemplo emplea la OTAN para calcular el
presupuesto militar. Con lo cual no es nada europeísta ni nada de lo que
presume siempre".
El gobierno sabe que la ciudadanía no apoya la compra de armas y camufla
las cifras.
¿Son necesarias las armas?
Sigue sobre el tapete de los gobiernos la pregunta candente, si para
defenderse es necesario tener armas o si para evitar las guerras hay que
invertir el dinero en más justicia social, en reforzar las democracias,
en potenciar la igualdad entre los ciudadanos. Y si nos dedicamos a
armarnos, ¿qué tipo de armas debemos comprar? Nuestro gobierno compra o
promueve la investigación de aviones, fragatas, carros de combate,
helicópteros, submarinos, misiles, etc. "Todo ello tiene un elemento a
añadir a la reflexión, dice Armadans. Se trata de armamento bastante
ofensivo, con lo cual incluso desde una perspectiva razonable de la
defensa pues no es el tipo de armamento para defender España de un
posible ataque. No es lo más adecuado, cuando se nos dice que
necesitamos todo ese arsenal militar para hacer frente a posibles
amenazas exteriores". Sin embargo, si realmente deseamos la paz hay que
volver de nuevo los ojos hacia el diálogo y sobre todo hacia la
justicia. Porque no habrá paz sobre el planeta mientras siga habiendo
injusticias, diferentes raseros para medir a los pueblos... Y para eso
los gobernantes y los diplomáticos deberían luchar por los pueblos y no
por su propio beneficio y reconocimiento personal. Como indicaba Vicenç
Fisas, la paz exige mucho más esfuerzo personal que las guerras. Éstas
son la medida de nuestra incapacidad. ∆
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