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CRUZAR LA PUERTA

DICIEMBRE  2003

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CRUZAR LA PUERTA

Existen dos mundos. Uno, el cotidiano, el que tocamos, sentimos y percibimos, por el que nos movemos. Otro, el que está más allá de nuestros sentidos despiertos, donde se originan las causas que provocan los efectos en el primero, el que se sueña, el que se imagina.
Este segundo mundo compenetra al primero como el agua compenetra a la esponja, pero no se ve, sólo se percibe a través de sentidos desarrollados de una mente sin limitaciones, de una mente libre y serena.
Existen dos mundos y entre ellos existe una puerta, una vía de entrada del primero al segundo. Pero dicha puerta sólo puede ser localizada por el buscador que haya superado las pruebas pertinentes y sólo puede ser cruzada por quien sea digno de conocer los misterios sagrados de la vida, de la creación, del Creador y de su Idea o Proyecto.
Al hombre se le enseñó a creer y a confiar sólo en la existencia del primer mundo. También se le enseñó a temer y a desconfiar de la posible existencia del segundo. Eso fue así para que limitase su existencia a la simplicidad de la vida en el primer mundo, al sinsentido de los conceptos, a la búsqueda de valores tan efímeros como riqueza, bienestar, felicidad, valores que, además, siempre estarían bajo la tutela de unos pocos, quienes como si de "dioses" se tratara, los administraran como si dependieran de su generosidad, no de derechos naturales de la criatura humana.
Al hombre se le educó para que confiara su libertad a otros, para que otros administraran su existencia. Por eso, el primer mundo es el sinsentido de la eterna repetición, de la eterna búsqueda de lo absurdo, del eterno movimiento en círculo, sin salida, sin esperanza.
Para situarse ante la Puerta que da acceso al segundo mundo, hay que negar todo lo que el primero ofrece, hay que atreverse a romper con los lazos de la materia, con la necesidad de poseer, con el egoísmo, con la dependencia de otros que luego te esclavizan para su provecho personal.
Para situarse ante la Puerta hay que aceptar la más absoluta soledad, la soledad que te muestra que el sendero sólo lo puedas recorrer con tu propia fuerza, con tu propia decisión, con tu propio valor.
Y cuando llegues y llames a la Puerta, el Guardián de la Puerta revisará tu desnudez, porque sólo puedes pasar con lo que eres, no con lo que tienes. Sólo tu Luz te abrirá la Puerta, porque tu Luz es la expresión de tu Esencia, de tu Verdad, tu propia y personal clave secreta, única e irrepetible, lo único que es reconocido más allá de la Puerta, en el segundo mundo.
Y si consigues entrar en el segundo mundo, verás que allí es donde los sueños se convierten en realidad, donde las energías son vidas y las vidas son criaturas poderosas que están a tu servicio. Descubrirás que todo lo del primer mundo pierde interés, porque todo es una desviación de lo que en un Origen fue auténtico y que sigue conservándose auténtico en ese lugar donde estás.
Los valores, los conceptos, las ideas, todo son energías vivas y en movimiento, susceptibles de ser mejoradas, pero nunca manipuladas.
Verás que el tiempo deja de existir y que todo es espacio, un infinito y cambiante espacio donde puedes dibujar, crear, experimentar, aprender, participar. Un espacio vivo, que late con el ritmo de una poderosa Mente que lo hizo posible, así como todo lo que en él vive.
Te sentirás niño, infinitamente pequeño, pero a la vez infinitamente libre para moverte y aprender de todo.
Tendrás que aprender rápidamente a controlar tu mente, porque tus pensamientos serán instantáneamente recogidos y plasmados por criaturas, ángeles, que les darán vida.
Te sentirás como un Dios y a la vez como un principiante, y comprenderás entonces las palabras del Maestro Jesús cuando hablaba del Reino de su Padre y de que para entrar en él había que volverse como niños.
Pero eso será para quien venza la ilusión del primer mundo, la mentira creada, la limitación admitida.
Existen dos mundos y entre ellos una Puerta que permanece abierta para quien esté dispuesto a volverse niño.
No se puede pasar con nada, sólo con lo que tú eres.
Ese es el verdadero Nacimiento, el verdadero sentido de la Navidad.
Por eso Jesús nació, para decir a la humanidad que existía el segundo mundo y para mostrar el camino hacia él.
Inténtalo, merece la pena. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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