
Los ojos tienen su propio
lenguaje y si aprendes a mirar en ellos nadie te engañará, porque las
palabras pueden ser falsas, pero los ojos no saben mentir. |
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DICIEMBRE 2003

CUENTO DE NAVIDAD:
"LA DAMA DEL BOSQUE"
POR ELENA G. GOMEZ
Soy un
buscador. Desde niño comprendí que no todo lo que veía con los ojos,
escuchaba con mis oídos, o tocaba con mis manos, era real.
Me gustaba mucho estar solo, observando la naturaleza, aprendiendo de los
animales, escuchando las palabras del río, y descubriendo los misterios del
bosque, aquel lugar mágico y prohibido donde creció en mi interior la
esperanza y la seguridad de que existía otro mundo, un mundo que no podía
ser percibido con los cinco sentidos, un mundo más autentico y real.
Siempre que podía me escapaba al bosque, adentrándome poco a poco en su
interior, venciendo el miedo que sentía por tantas historias que me habían
contado. Y fue en una de esas ocasiones cuando llegué a un lugar mágico, un
lugar donde el bosque se hacía más claro. Recuerdo que lo primero que me
impresionó fue la cantidad de flores que había allí y el color tan intenso y
variado que tenían. Luego descubrí tallada en el interior de una piedra
gris, una casa muy pequeña.
Me acerqué a ella y miré, a través de una ventana, su interior. Dentro
estaba una mujer, no tenía el aspecto de ser una bruja, ni tampoco era un
hada, era tan sólo una mujer pequeñita, con el pelo blanco, sentada en una
silla de madera, mirándome como si estuviera esperado mi visita.
Después de un tiempo sin tiempo en el que ella me estuvo observando, me
invitó a entrar. Así fue como surgió lo más importante que me sucedió en mi
vida, porque conocer a la señora del bosque significó entrar en el mundo que
yo siempre había soñado, un mundo donde se podía conocer la verdad.
Pasé mucho tiempo a su lado, escuchando sus historias, empapándome de sus
consejos, aprendiendo de su sabiduría. Recuerdo que un día, mientras
paseábamos por el bosque, me habló de los cinco sentidos…
"A lo mejor nunca habías pensado que los cinco sentidos son, en realidad, el
reflejo de otros sentidos, unos sentidos ocultos y profundos a través de los
cuales puedes moverte por otra dimensión, por ese otro mundo aparentemente
invisible, pero no por ello menos real.
Así, la vista no sólo te sirve para ver las cosas que hay delante de ti para
no tropezar con ellas, la vista, en realidad, es aprender a mirar dentro,
dentro de las personas y de la razón que les mueve para actuar de una u otra
manera. Si juzgas una situación por lo primero que ves, seguro que tu
conclusión será errónea, porque para ver, para lo que se dice realmente ver,
hay que mirar detrás, hay que buscar el origen de las cosas, buscar en su
profundidad. Mirar es observar y observar te convierte en un espectador y
también en un estudiante de la vida. Al observar aprenderás a ver el
mecanismo y el comportamiento de las cosas, de las personas, y comprenderás
que en el fondo, detrás de esa capa complicada que se quiere poner a todas
las cosas, todo es muy sencillo.
Pero además, los ojos tienen su propio lenguaje y si aprendes a mirar en
ellos nadie te engañará, porque las palabras pueden ser falsas, pero los
ojos no saben mentir. Por eso aprende a mirar a los ojos de las personas,
aprende a entrar en ellas a través de ellos, como si fueran una puerta a su
mundo más profundo. Aprende a ver en ellos porque ellos te mostrarán cuándo
una persona tiene tristeza, temor, o desconfianza, cuándo te está pidiendo
ayuda, aunque sus palabras sean mudas, cuándo te está pidiendo amistad, o
cariño, o amor, aunque sea incapaz de decirlo.
También tienes que aprender que oír no es escuchar. Tú puedes oír mis
palabras y sin embargo, no prestarles atención, no darles importancia ni
valor, pero si me escuchas con tu corazón, mis palabras entrarán en tu mente
y tendrán vida en tus pensamientos. Y entre nosotros se creará una corriente
de energía mágica, una corriente que hará que estemos unidos.
Es verdad que muchas veces te encontrarás con personas que no dicen lo que
piensan por temor, pero te puedo asegurar que lo que más necesita todo el
mundo es que alguien lo escuche, que lo escuche en silencio, sin prejuicios,
sin consejos. Y verás que si aprendes a escuchar a las personas también
aprenderás a escuchar tu propia voz, esa voz que te habla desde tu interior,
la que te hace no sentirte solo, la que te acompañará en las decisiones
importantes de tu vida.
Y hablando de tener que tomar decisiones también tienes un sentido que podrá
ser un aliado: el olfato. Seguro que más de una vez pensaste "esta situación
me huele mal". Pues cuando algo, que no sea lógicamente físico, te huela
mal, en realidad estás hablando de la intuición. Y la intuición es un
sentido que te despierta sensaciones, sensaciones que no puedes definir ni
identificar, pero que ponen en alerta otro mecanismo oculto que posees. Si
sigues tu olfato, es decir, tu intuición, podrás adelantarte a muchos
problemas, podrás evitar situaciones que no desees.
Por medio del gusto lo que aprendemos es a diferenciar. La variedad de
sabores que existe en la naturaleza es, en realidad, una copia de la
variedad de situaciones que se pueden dar en nuestra vida. Pero el sentido
del gusto es un sentido muy especial y requiere, como ningún otro del
discernimiento, porque al principio, y hasta que se conoce y domina, lo que
suele suceder es que aquello que más te gusta es lo que menos te conviene.
Si aprendes a escuchar el sentido del gusto asociándolo a lo necesario, a lo
útil, podrás realmente disfrutar de él.
Y por último tienes el tacto. El sentido del tacto es, en realidad, la
traducción física de la sensibilidad. Por medio del tacto compartimos
sensaciones, descubrimos las diferencias pero sobre todo podemos transmitir
el calor, la ternura, el cariño. El tacto es tan importante en nuestra vida
que si te remontas a tu infancia seguro que recuerdas algún momento donde tu
madre te acarició, o la primera vez que rozaste tímidamente la mano de una
chica que te gustaba. El tacto es un sentido que tiene memoria propia, un
sentido que nos une fuera del tiempo, a los demás.".
Esto es lo que recuerdo de aquel fantástico paseo y desde entonces sé que
tengo otra visión de mis sentidos, que los utilizo conscientemente y que a
través de ellos he llegado al corazón de muchas personas. ∆ |