El mundo no se ha parado.
Sigue siendo un polvorín a punto de estallar. Así que tomemos el mes de
agosto como lo que es: un pequeño refresco. Un oasis de tontería entre
tanta estupidez. |
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AGOSTO 2003
AGOSTO MOLA
POR ELENA F. VISPO
V iva. Ha llegado el mes tonto por
excelencia. Los que tengan treinta días con sus treinta noches para rascarse
la barriga correrán a sus lugares de destino, previo acuerdo con un tour
operador. Los que no, disfrutarán de una ciudad semivacía y podrán
redescubrir las calles sin gente y sin follones.
Además de todo esto, lo que más mola del mes de agosto es coger el
periódico. Sobre todo si es El País y Elvira Lindo escribe su columna. Pero
incluso sin este aliciente básico, a mí agosto me pone contenta porque
engorda mi archivo personal de noticias absurdas. En agosto tendría yo
material para hacer un Ventano cada día, en un alarde.
Aún así, sin llegar a las grandes cotas de gilipolleces que sin duda
encontraremos en estos días, en julio ya nos hemos ido preparando para la
que se nos viene encima, con apasionantes encuestas del tipo: ¿le gustaría a
usted que algún familiar suyo se casase con alguno de los candidatos a
candidato del PP? Evidentemente, la mayoría de los encuestados ha dicho que
no, pero no nos centremos en eso, sino, como suele decirse, en la noticia
detrás de la noticia: ¿qué mentes retorcidas hay detrás de esta pregunta?
Eso sí que daba para un buen reportaje de investigación, porque a mí sólo
con imaginar a mi hermana mayor casada con Rato ya me entran las siete
cosas, así que pensemos en qué clase de desequilibrados idean estas
encuestas. Y luego salen en portada.
En verano salen a la luz todo tipo de encuestas y estudios que desvelan
rasgos ocultos de la condición humana. Y la mayoría de ellos vienen,
curiosamente, de Estados Unidos. Un montón de científicos de las
universidades de Wisconsin, Cincinnatti o vaya usted a saber dónde, que se
tiran meses trabajando con datos complicadísimos y suelen hacer públicos los
resultados en estas fechas. Yo misma, sin ir más lejos, acabo de enterarme
de que tengo un carácter intolerante y mandón, gracias al dato revelador de
que cuando me bebo una cerveza agarro la botella por el cuello. Si la
cogiese por el cuerpo sería una persona muchísimo mejor, tolerante y de
trato fácil. Al final lo mejor va a ser no beber cerveza, no sea que me
entere de que soy una psicópata en potencia y me sienta obligada a hacer
algo al respecto.
Otra noticia estrella de junio fue lo de las siamesas. Que yo entiendo que
si hacen una operación dificilísima para separar a dos siamesas adultas, que
la prensa se haga eco. Normal. Y si encima se mueren las dos, pues una pena,
en serio. Pero no me cabe en la cabeza que semejante historia abra el
telediario de las tres, y el de las nueve, y el de las ocho de la mañana, y
así durante tres días o más. Vale que es relativamente interesante, pero de
ahí a que sea prioridad nacional hay un paso más largo que el de Pau Gasol.
Eso de inventarse las noticias cuando no las hay no es nuevo, pero es que a
los periodistas que cubren la redacción en agosto habría que darles un
premio especial todos los años. Porque claro, una está en la playita
tostándose al sol y pringándose de chapapote, y lo que menos le apetece es
enterarse de las desgracias del mundo. Yo, a la máxima preocupación que
llego es a ver si Beckham se adapta bien a su chalecito en la Moraleja,
mientras su mujer termina con las existencias de Prada en Madrid. Y hablando
de moda, una pregunta que a mí me acucia siempre por estas fechas: ¿qué
modelo de pareo lucirá Ana Botella para pasear por la playa? Y aún más:
¿cómo es que el asesor de imagen de Aznar permite que le saquen fotos con
esos bañadores tan horrorosos? Ante todo, espero que la pareja no se mueva
de Oropesa, de Palma, o de donde sea que vayan, porque como al Presidente se
le ocurra poner un pie en Texas y se le vuelva a pegar el acento, no veas la
chirigota.
Bueno, gracias a éstas y otras muchas bobadas que nos deparan los próximos
días se nos pasarán las vacaciones. Pero a mí, por mucho que lo intenten, no
me engañan: el mundo no se ha parado. Sigue siendo un polvorín a punto de
estallar. Así que tomemos el mes de agosto como lo que es: un pequeño
refresco. Un oasis de tontería entre tanta estupidez. Las chorradas en serio
volverán a llenar las portadas de septiembre. Sólo están esperando un poco
de atención.
Cojamos pues un poco de aire, que nos va a hacer falta. Y buenas vacaciones
para todos. ∆ |