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AGOSTO 2003
EL TABACO
Y LA DOBLE MORAL
Tras debatir durante cuatro años, nacía a finales de
mayo el primer Tratado Mundial contra el Tabaco. Gracias a él se
pretenden disminuir los 4,9 millones de personas que mueren cada año en
el mundo debido a este hábito insano. En nuestro país, pese a tener en
marcha un ambicioso plan de prevención, nos queda mucho trabajo por
delante. Lo primero es comprobar si el gobierno romperá la alianza con
las tabacaleras. Lo segundo es cambiar la mentalidad de los españoles.
Texto: Marta
Iglesias / Fotos: Fusión
Lo cierto es que nos cuesta admitir
que un gesto tan repetido como encender un cigarrillo y aspirar el humo
hasta los pulmones, conduce a la muerte. ¿Tan difícil es visualizar como
entra en nuestro cuerpo la nicotina, amoníaco, butano o urea? Parece que
sí, habida cuenta de que España es el país con más fumadores de la UE.
El 34,4 % de los mayores de 16 años fuma, y para más inri, entre los
jóvenes las mujeres fuman más que los hombres. Por supuesto, cada uno es
'libre' de engancharse a lo que quiera -aunque ya es conocido que las
tabacaleras incluyen más de 600 sustancias adictivas en cada cigarrillo
para que el vicio no pueda abandonarse-, pero sigue flotando en el aire
la pregunta de si el Estado está compinchado con las tabacaleras o
apuesta por la salud de sus ciudadanos. Hasta ahora, las evidencias
hacen que la balanza se incline hacia el primer platillo. Efectivamente,
tenemos en marcha un plan de prevención y leyes que prohíben fumar en
lugares públicos. Pero, ¿se cumplen? No. Aunque en España está prohibido
fumar desde 1998 en centros educativos, hospitales, aeropuertos,
estaciones de trenes y autobuses, edificios públicos y gasolineras, está
demostrado que se fuma en el 46% de estos lugares. La ley existe pero el
españolito no la hace cumplir. La razón seguramente es que él es un
fumador que comprende a los demás. Si yo lo hago, ¿cómo te voy a decir a
ti que lo dejes? Los ejemplos extremos son los médicos. El 39% de ellos
no pueden decirle a sus pacientes que dejen un hábito que ellos
practican. Y yendo más lejos, el Senado se vanagloria de que acaba de
aprobar una moción para no fumar en la Cámara Alta. El lugar de donde
partió la ley ha tardado años en aplicarla. El Congreso, por su parte,
da libertad para que cada uno haga lo que quiera. Hablando del papel del
gobierno, hay que analizar tres factores que ellos controlan y que
influyen directamente en el consumo: la publicidad, el precio de la
cajetilla y la educación. En cuanto a lo primero, en España sólo está
prohibida la publicidad de las tabacaleras en la televisión. Muy lejos
de Francia, que prohíbe todo tipo de promoción, tanto directa como
indirecta. De la incidencia de la publicidad en el consumo de tabaco,
sabe Víctor López García-Aranda, Portavoz del Comité Nacional para la
Prevención del Tabaquismo (CNPT): "La publicidad es la primera medida
empleada por la industria tabaquera para ampliar el mercado del tabaco.
Va dirigida fundamentalmente al público infantil y juvenil,
especialmente del sexo femenino, que son el recambio natural del grupo
de fumadores activos que dejan de fumar porque abandonan el tabaco o
fallecen. Se incrementó en un 1.500% entre 1970 y 1992. La importancia
de la publicidad se ha comprobado en estudios que valoran qué
repercusión tendría la prohibición de la misma sobre el consumo de
tabaco. Tanto en Nueva Zelanda como en Canadá, que se han convertido en
dos de los países más beligerantes contra el tabaco, se ha observado que
esta prohibición ha producido un descenso en la prevalencia del
tabaquismo de hasta el 7,2%".
Si nos dedicásemos a analizar el precio de la cajetilla, y lo
relacionásemos con el consumo, veríamos que el consumo baja cuando suben
los precios repentinamente, y que nuestro país tiene el tabaco más
barato de toda Europa. Por último, la educación no tiene ni un apartado
gubernamental. El tabaco es un mal menor y no se trata en los colegios,
en casa cuando se toca el tema es casi una prohibición y cuando los
padres fuman no hay ni autoridad moral para ello. Quienes educan en este
caso son los dibujos y las películas, que según la OMS un tercio de las
dedicadas a adolescentes y un quinto de las infantiles incluyen escenas
con tabaco. Una pregunta queda en el aire, ¿por qué la sociedad española
es tan permisiva ante el tabaco? Víctor López ofrece sus razones:
"Porque el tabaco mantiene una cara histórica, de muchos siglos, de
afabilidad, amistad y relación que no ha sido aún totalmente borrada a
pesar de las evidencias científicas de los últimos cuarenta años y
porque el verdadero conocimiento sobre los peligros del tabaquismo
pasivo o humo de segunda mano aún no ha calado con la intensidad que
merecen en la sociedad".
Un tratado contra el tabaco
Pero lejos de lo que opinemos los españoles, más allá de
la imagen que nos vendan las tabacaleras, hay una evidencia: el tabaco
mata. Así que tras cuatro años de debates, los 192 países reunidos en la
asamblea general de la OMS firmaron en mayo de 2003 un tratado que
prohíbe la publicidad, el patrocinio y la promoción del tabaco. Es un
paso de gigante, aunque llegue con retraso. "La firma del Primer Tratado
es importantísima y sorprende que se haya producido 40 años después de
que las evidencias sobre los peligros del consumo de tabaco sean tan
contundentes -puntualiza el Portavoz del CNPT-. Ayudará a estimular a
gobiernos "remisos" y proporcionará a la sociedad civil un apoyo
fundamental en la reducción del tabaquismo, porque esta difícil batalla
no se hará nunca -por los problemas económicos que conlleva-, de arriba
abajo, es decir de gobernantes a gobernados. Se avanzará por la presión
de los ciudadanos hacia sus gobernantes". Realmente si hasta hoy no se
han dado pasos desde el gobierno para erradicar un hábito relacionado
con 25 patologías, que genera mil muertos a la semana, con un gasto
sanitario de casi cuatro mil millones al año es porque tiene otra
contraprestación. Y sólo puede ser económica. De este modo nos
encontramos con que en nuestro país tenemos aprobado por unanimidad el
13 de enero de este año el Plan Nacional de Prevención y Control del
Tabaquismo, unas medidas para desarrollar hasta el 2007. Con ellas se
pretende que el número de fumadores quede por debajo del 30%, y que la
proporción de exfumadores descienda al menos en 6 puntos, hasta alcanzar
el 21%. El escepticismo está presente, puesto que subyace la idea de que
el gobierno tiene dos caras, una hacia los ciudadanos y otra de puertas
adentro, contando con avaricia el dinero que generan los impuestos
derivados de la venta del tabaco y de la publicidad de las tabacaleras.
La lectura de Víctor López es que "Nuestro gobierno, al igual que otros
gobiernos de corte similar, se mueve entre la ambivalencia, por no decir
hipocresía, de un Ministerio de Sanidad que lucha honestamente por
reducir la primera causa por la que fallecen y enferman los españoles,
frente a los Ministerios de Economía y Hacienda que bajo ningún concepto
quieren renunciar a los ingentes beneficios que los impuestos sobre el
tabaco les proporcionan. Se hacen leyes pero no se desarrollan las
normativas adecuadas para que las leyes se cumplan".
Con todo lo dicho queda patente que el haber firmado el Primer Tratado
Mundial contra el Tabaco no asegura que nuestro gobierno pretenda
cumplirlo, habida cuenta si observamos su tendencia actual. Sin embargo
es un arma poderosa que respaldará a los ciudadanos que pretendan exigir
un cambio al gobierno. Acostumbrados como estamos a dejarlo todo en
manos de los gobernantes, de nosotros depende el que hagamos tambalear
el imperio de las tabacaleras. La pelota está en nuestro campo. ∆ |
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