AGOSTO 2003
EL OCASO DE UN MODELO DE DEMOCRACIA
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La
democracia es tan sólo una disculpa para ejercer, desde la mayoría
absoluta, la más degradante tiranía, el desprecio absoluto a las
reglas del juego y el proteger los intereses personales por encima
de las obligaciones de Estado. |
Lo que está sucediendo en este país en
los últimos meses, o en el último año, está dejando en evidencia el actual
planteamiento democrático, así como las leyes que lo sustentan y la tan
cacareada Constitución.
Ahora mismo, gobernar equivale a pasarse por el forro todos los derechos
ciudadanos, a faltar permanentemente al respeto al Parlamento y, con
chulería, hacer gala de todo ello para demostrar al personal que el que
manda, manda, y el que no que se dedique a intentar hacer oposición.
El caso Prestige primero, la guerra de Irak luego y los sucesivos escándalos
antes y después, han situado a este país en los límites soportables de una
dictadura camuflada dentro de una enferma democracia que ya no se sostiene
en pie.
Recientemente Aznar fue convocado por el Parlamento para responder de las
acusaciones que el resto del trío de ases, Bush y Blair, están recibiendo
por las mentiras sobre Irak y sus armas prohibidas. Pues bien, Aznar
simplemente dijo que no le daba la gana de responder a ninguna pregunta, y
así quedó la cosa.
¿Cómo es posible que se pueda permitir semejante actitud? ¿Cómo es posible
que no existan leyes que obliguen a comparecer?
Aznar manda más soldados a Irak sin consultar ni comentar nada en el
Parlamento. ¿Cómo se puede hacer algo así...?
Ahora mismo es evidente que nuestro floreado presidente se siente Dios, sólo
que Dios respeta y cuida a todos por igual, mientras que Aznar se ha
convertido en un engreído insoportable que sólo se preocupa ya de ir
preparando sus negocios en EE.UU. para cuando se retire y de demostrar a
todos, incluso a los más cercanos a él, que lo que mamó del fascismo
franquista ahora nos lo quiere meter a todos con calzador.
Y la democracia es tan sólo una disculpa para ejercer, desde la mayoría
absoluta, la más degradante tiranía, el desprecio absoluto a las reglas del
juego y el proteger los intereses personales por encima de las obligaciones
de Estado.
Para que este país pueda salir del peligroso círculo vicioso en el que se
encuentra, hay que replantearse la democracia, sus bases, y echar un vistazo
renovador a la Constitución.
Hay que dejar claro, mediante ley clara, qué es lo que los políticos deben
respetar, o sea, no tocar, que es lo mismo que decir qué derechos ciudadanos
son intocables, no importa quien gobierne.
Mientras no existan leyes que obliguen a los que gobiernan a responder por
sus actos y que les impidan tomar decisiones por su cuenta, esto será lo que
es, pura basura.
Hay que potenciar el referéndum popular para determinadas cuestiones, como
el caso de la guerra de Irak.
Que sea el pueblo el que decida sobre aquellos asuntos que le van a afectar
gravemente.
Hay que limitar el poder de los políticos, el de los jueces y ejercer un
mayor control sobre los grupos financieros.
Sería ideal, claro está, contar con personajes incorruptos, pero como el
poder siempre acaba desviando hasta las más buenas intenciones, pues
establecer un sistema de leyes que obligue a los responsables a dar cuenta
de sus actos y de sus decisiones ante el pueblo.
Alguien puede decir que todo esto ya existe. Pero en realidad no es así, no
existe. La realidad es que en el último año se han tomado decisiones muy
graves en contra de la opinión ciudadana y nadie ha podido evitarlo. La
realidad es que el ciudadano está indefenso ante los manejos de los que
ostentan el poder robado a la buena voluntad ciudadana a través del voto.
La realidad es, como ha ocurrido en las últimas elecciones, que el voto
ciudadano no es respetado, que los políticos se montan luego su historia,
sus chanchullos, y que, al final, todo es otra cosa muy diferente al
resultado de las urnas.
La democracia ha sido violada, maltratada e ignorada por los que más hablan
de ella para justificar sus atropellos.
O se retoma el camino, o se replantea todo, o se vuelven a redactar leyes
más acordes a la realidad y a los tiempos que vivimos, o nos espera un
futuro muy negro, aunque, al fin y al cabo, es donde los depredadores se
llenan los bolsillos.
Esto es basura, y el ciudadano tiene que exigir cambios ya./
MC |