ABRIL 2003
Silencio en nombre de Dios
La censura de la Iglesia
La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene trabajo últimamente.
En estos momentos en los que las respuestas de la Iglesia se apartan de
las preguntas que hacen los fieles, se censuran las opiniones de los
teólogos que se mueven con los tiempos. El último de los señalados ha
sido el español Juan José Tamayo Acosta.
Texto: Marta Iglesias
2002 se cerró para el teólogo Juan
José Tamayo con una llamada del Presidente de la Comisión Episcopal para
la Doctrina de la Fe. Don Eugenio Romero Posse tenía en su poder un
documento que censuraba el libro Dios y Jesús y las
intervenciones de Tamayo en los medios de comunicación, y quería
informarle antes de darlo a conocer a la opinión pública días después.
Llevaban tres años investigando desde Roma a Tamayo sin él tener
conocimiento de nada, como él mismo nos relata: "En ningún caso se ha
producido proceso, sino que ha sido una censura sin tener yo información
previa, sin haber intervenido, sin haber sido llamado a declarar, sin
haber contrastado opiniones y por supuesto sin haber puesto en práctica
algo que es propio en la relación entre los cristianos, que es la
corrección fraterna". El caso no es único. En el 2001 le tocó el turno a
Marciano Vidal, un redentorista censurado por hallar errores y
ambigüedades en sus escritos y obligado a reescribir su obra Moral de
actitudes, so pena de perder la posibilidad de dar clases en la
Universidad de Comillas y el Instituto de Ciencias Morales. Vidal aceptó
reescribir su obra clave. Pero ante esta disyuntiva que ofrece la
Iglesia no todos han aceptado. Los casos de mayor alcance mundial han
sido los de Hans Küng y Leonardo Boff, figura emblemática de la Teología
de la Liberación, y ahora Juan José Tamayo, que por mor de Internet ha
recibido miles de cartas de solidaridad y su caso ha llegado hasta
China. Los primeros dejaron sus trabajos en la Iglesia para librarse de
su control, y la dimensión de sus actuales proyectos está ampliando
sobremanera la teología: Küng tiene un proyecto de ética mundial a nivel
religioso, político y económico, y Boff ha ampliado la Teología de la
Liberación hasta la ecología. En España también se liberaron del yugo
eclesiástico los jesuitas censurados Juan Antonio Estrada y José María
Castillo. El primero afirmaba que el modelo institucional de la Iglesia
había quedado desfasado y defendía la Teología de la Liberación, el
segundo la teología popular. En un medio de comunicación nacional,
Estrada afirmaba que: "Hoy el gran problema de los teólogos es el
miedo". La Iglesia Católica no quiere voces que se opongan al modelo que
emana del Vaticano, y menos dentro de sus filas. La falta de libertad de
expresión está a la orden del día y las armas para acallar a los
rebeldes es quitarles el trabajo del que dependen. Pero esas armas no
han podido con Juan José Tamayo: "He dicho muchas veces que los errores
están en la mente de los censores, que por unos u otros motivos querían
darme un escarmiento porque me ubico en unas posiciones críticas y al
mismo tiempo me siento inmune a cualquier sanción. Yo no soy sacerdote,
ni ejerzo mi docencia teológica en una institución eclesiástica, ni
percibo salario dependiente de los obispos, ni ellos pueden sancionarme
con ninguna medida canónica. Han querido darme un escarmiento ejemplar
con este acto, pero es un acto de poder en vacío que no tiene luego
ninguna repercusión. Incluso los medios de comunicación religiosos, bajo
la tutela de la jerarquía, siguen pidiéndome colaboraciones porque
consideran que esta censura no está fundada". De hecho, teólogos,
religiosos y católicos de todo el mundo le han mandado su apoyo y han
manifestado a Tamayo su sorpresa por el hecho de que este libro,
profundamente espiritual, sea la causa de su censura. El mismo teólogo
afirma que "es el libro más religioso que he escrito y en él trato la
figura de Jesús con un exquisito respeto y un reconocimiento máximo. Por
eso, dentro de la serenidad, me siento muy sorprendido de que la censura
se haya cebado precisamente en esta obra". Para sorprenderse todavía más
es que, según el estatus jurídico actual del que goza la Iglesia
Católica en España, cualquier persona en esta situación no puede
recurrir ante ninguna instancia civil o extraeclesiástica, cuestión que
no rige para cualquier otra organización o colectivo existente en
nuestro país. La indefensión está servida.
Según el estatus jurídico actual, una persona censurada no puede
recurrir ante ninguna instancia civil o extraeclesiástica.
Las ideas
peligrosas de los teólogos
Pero, ¿cuáles son esas ideas revolucionarias que tanto molestan al poder
religioso y que conducen a la censura de los teólogos? Siguiendo el
criterio de Tamayo, son tres las líneas que escuecen a los altos cargos
y que vienen encabezadas por cualquier debate que ponga en duda la
divinidad y la resurrección de Jesús. En este apartado entra de lleno el
libro de Tamayo: "En los últimos 40 años han arreciado las críticas y
las sanciones, condenas y censuras contra teólogos que queremos
presentar la dialéctica humanidad-divinidad y la resurrección de Jesús
de Nazaret con unas categorías propias de nuestro contexto cultural". El
segundo campo de las ideas censuradas es el de la moral, donde entran
todos los planteamientos que ponen en duda los preceptos de la Iglesia
Católica en temas de sexualidad. Cualquiera que defienda las relaciones
sexuales prematrimoniales, que justifique el empleo de métodos
anticonceptivos para el control de la natalidad, que apoye las
relaciones homosexuales, que esté de acuerdo con el divorcio o con el
aborto en ciertos casos, es apuntado directamente por el dedo inquisidor
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, si sus opiniones
trascienden a la opinión pública. Por último el tercer apartado de ideas
peligrosas tiene que ver con la crítica hacia las instituciones
eclesiásticas, su jerarquía, el Papa, los obispos, la organización
autoritaria y patriarcal y, por supuesto, con el papel y las funciones
de las mujeres en la Iglesia. Gracias a estos casos, la opinión pública
puede conocer que dentro de la Iglesia ya se plantean nuevas preguntas y
retos, de acuerdo con el mundo en el que vivimos. La institución
comienza a ser permeable a la realidad social, y diseñar nuevos caminos
puede ser su futuro, si quiere mantener su estatus espiritual. Aunque,
siguiendo los pasos dados con los teólogos, la otra opción sería la
censura de la mayoría de los católicos, que piensan de acuerdo con
alguno de los tres supuestos antes señalados. La disyuntiva pasa por un
reciclaje y evolución de la Iglesia, o por seguir manteniendo sus ideas
mientras pueda. ∆
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