Aunque las compresas sean
un artículo de lujo, no me importa pagar lo que sea con tal de conseguir
la nueva tecnología super-ultra-mega dry con alerones de titanio y
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ME GUSTA SER MUJER
POR ELENA F. VISPO
M e gusta ser mujer, porque mis reglas
son azules y asépticas y, aunque las compresas sean un artículo de lujo, no
me importa pagar lo que sea con tal de conseguir la nueva tecnología super-ultra-mega
dry con alerones de titanio y olor-control. Aunque lo de los impuestos jode
un poco, es cierto, y más de una vez me he visto como en el anuncio de
tampax, entrando en el Congreso de los Diputados en plan Lara Croft
disparando tampones por las muñecas, y metiéndole uno en el ojo al ministro
de economía, que con la remodelación veraniega casi no sé ni quién es ni
maldito interés tengo.
Otra de las incontables ventajas de ser mujer es que te vuelves invisible a
voluntad. A voluntad de los hombres, normalmente, pero no se puede tener
todo de golpe. Es una capacidad que ya la quisiera Superman, pero la tenía
la Mujer Maravilla, la heroína por excelencia de los cómics Marvel. Bueno,
por excelencia no: era la heroína que había. Recapitulemos un momento el
mensaje subliminal: Superman con unos panties azules y un tanga rojo
salvando al mundo por la fuerza bruta, mientras que la Mujer Maravilla iba
haciendo sus apañitos sin que nadie la viera. Sin que se note, sin que
traspase. Y ni me imagino el escándalo si se le ocurriese ponerse un tanga
rojo para lucir superpoderes: de zorrón para arriba.
En esa onda invisible va la mujer de Mohamed VI, ése que se lleva tan bien
con nuestro rey. Que claro, fue un avance tremendo que el rey de Marruecos
se casase con una mujer guapa y lista, ingeniero de sistemas para más señas.
Pero el caso es que el otro día veo una foto de familia y donde debía estar
la moderna esposa veo una manta de color claro. O sea, a un lado Mohamed y
al otro un saco que dice el pie de foto que es la mujer de Mohamed. ¿Pero
eso quién lo dice? ¿Cómo sé yo quién está ahí debajo? A lo mejor ni era
ella, que estaba ocupada en ese momento y le pusieron un burka a uno que
pasaba por allí. Qué más da una que otra, si debajo de la manta todos los
gatos son pardos. Luego nos mosqueamos por islotes absurdos cuando una foto
como ésa es para ir a cantarle cuatro cosas al ministro marroquí de asuntos
exteriores. Pero ya.
Aquí en cambio estamos mucho más liberadas. Fíjate que el otro día estaba yo
viendo la tele y me enteré de que hace treinta años Pascual inventó la leche
uperisada en brick, y gracias a eso mi madre tuvo más tiempo para sus hijos.
Lo que pasa es que mi madre es una desagradecida, porque yo nunca le oí ni
mentar el asunto, es más, en mi casa se compraba otra marca. Pero los
tiempos cambian y aquí estoy yo para compensar todos los desagravios, porque
gracias a que ahora Pascual ha sacado el yogur que no necesita nevera soy
muchísimo más libre y dispongo de más tiempo para mí. Más tiempo para mí,
según esta publicidad, es estar sentada en un banco comiendo yogurt hasta
que vengan mis hijos a sacarme del sopor. Pero yo no tengo hijos, aunque
prometo ponerme enseguida a la faena si con eso saldo mi deuda con Pascual.
Y de paso le doy una alegría al gobierno del PP, que tampoco andan sobrados.
A la liberación por un yogurt, compañeras, y una idea para nuestro gobierno:
si bajáis el IVA de los productos lácteos, nos olvidamos del asunto de los
tampones definitivamente.
Cuando mis hijos crezcan (porque pienso tener unos cinco o seis; ya de
hacerlo, hacerlo bien), les pondré la tele para que aprendan cómo es la
vida. Tal y como la enseñan en el anuncio de una de esas bebidas
refrescantes y nutritivas. Situación: niñas tomando el sol en la hierba,
niños jugando y haciendo deporte. Los niños, deshidratados, van a buscar
algo de beber y casualmente tienen una nevera llena de hielo y un montón de
sunis (como se llamen). Las niñas que lo ven, en vez de levantarse y pedir
un trago en plan buen rollo, optan porque una de ellas finja un desmayo. Así
los chavales, solícitos, van a reanimarla y gracias a eso la tipa se zampa
media botella por el morro. Y luego ya risitas y cachondeo, y todos los
niños beben suni brindando por la liberación de la mujer y los nuevos roles
sexuales.
Ejemplos hay muchos, y más serios que éste, pero creo que la tesis está
clara: que hace tiempo que tenemos cubierto el cupo de rambos y de barbies.
Que tanto monta, monta tanto. Que estos roles existen desde que el mundo es
mundo, y así nos va (De PP, o sea, De Puta Pena, ingenioso juego de palabras
cortesía de un amigo mío).
Que podríamos montarnos otra historia, en fin, si es que estamos lo
suficientemente hartos. Yo voto que sí. ∆ |